martes, 11 de abril de 2017

XIV ESTACIÓN. JESÚS ES PUESTO EN EL SEPULCRO

XIV – ESTACIÓN: Jesús es depositado en el sepulcro Te adoramos Cristo y te bendecimos porque con tu Santa Cruz has redimido al mundo 
José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y lo puso en su sepulcro nuevo que había hecho excavar en la roca; luego hizo rodar una gran piedra hasta la entrada del sepulcro y se fue, (Mt 27, 59, 60). Mientras José cierra el sepulcro de Jesús, el desciende a los infiernos y se abre internamente la puerta. Aquella que la Iglesia Occidental llama “descenso a los infiernos” y la Iglesia Oriental la celebra como Anastasi, que es “Resurrección”. Las Iglesias hermanas comunican también al hombre la plena verdad de este único Misterio
“He aquí, yo abro aquí vuestros sepulcros, los hago salir de las tumbas, oh pueblo mío haré entrar en vosotros mi espíritu y viviréis (Ez 37, 12-14) 
Tu Iglesia, Señor, cada mañana canta: “gracias a la ternura y misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que surge en lo alto, para resplandecer sobre aquellos que están en tinieblas y en sombra de muerte” (Lc 1, 78-79)
El hombre, ofuscado de la luz que tienen el color de la tiniebla, empujado por la fuerza del mal, ha rodado una gran piedra y te ha encerrado en el sepulcro. Pero nosotros sabíamos que tu, Dios humilde, en el silencio en el cual te ha puesto nuestra libertad, estás trabajando para generar una nueva gracia en el hombre que amas. Entra pues en nuestro sepulcro; reaviva la chispa de tu amor en el corazón de cada hombre, en el útero de cada familia, en el camino de todo pueblo.

Oh Cristo Jesús! Todos caminamos hacia nuestra muerte y a nuestra tumba. Permítenos cerrarnos en espíritu junto a tu sepulcro. Que la potencia de Vida que en ella se ha manifestado perfore nuestro corazón, que esta Vida se convierta en la luz de nuestra peregrinación en la tierra. Amén. San Juan Pablo II.
Por aquellos que en el mundo mueren en la desesperación.

Ave María.

Oh Señor, Al término del camino de la Via crucis, no nos puedes dejar. Aunque retornemos a nuestra actividad, tu quedas dentro nuestro, habitándonos y haciendo de nosotros tu casa. Nosotros estamos destinados a mirar desde tus ojos moribundos, mientras contemplamos tu corazón atravesado. Por esto te damos gracias, porque en la oscuridad de tu pasión has hecho surgir la aurora de la esperanza; En el abandono y en la soledad de los hombres de todo el mundo has revelado tu infinito amor por nosotros. Concédenos poder ser hombres y mujeres alegres en las fiestas pascuales, en los días luminosos como en aquellos sombríos, en camino hacia tu Reino. (G. Ransenigo) 

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