domingo, 16 de abril de 2017

¡CRISTO VIVE! FELIZ PASCUA

CRISTO HA RESUCITADO
Exulten por fin los coros de los ángeles,
exulten las jerarquías del cielo,
y por la victoria de Rey tan poderoso
que las trompetas anuncien la salvación.

Goce también la tierra,
inundada de tanta claridad,
y que, radiante con el fulgor del Rey eterno,
se sienta libre de la tiniebla
que cubría el orbe entero.

Alégrese también nuestra madre la Iglesia,
revestida de luz tan brillante;
resuene este templo con las aclamaciones del pueblo.

En verdad es justo y necesario
aclamar con nuestras voces
y con todo el afecto del corazón
a Dios invisible, el Padre todopoderoso,
y a su único Hijo, nuestro Señor Jesucristo.

Porque él ha pagado por nosotros al eterno Padre
la deuda de Adán
y, derramando su sangre,
canceló el recibo del antiguo pecado.

Porque éstas son las fiestas de Pascua,
en las que se inmola el verdadero Cordero,
cuya sangre consagra las puertas de los fieles.

Ésta es la noche
en que sacaste de Egipto
a los israelitas, nuestros padres,
y los hiciste pasar a pie el mar Rojo.

Ésta es la noche
en que la columna de fuego
esclareció las tinieblas del pecado.

Ésta es la noche
en que, por toda la tierra,
los que confiesan su fe en Cristo
son arrancados de los vicios del mundo
y de la oscuridad del pecado,
son restituidos a la gracia
y son agregados a los santos.

Ésta es la noche
en que, rotas las cadenas de la muerte,
Cristo asciende victorioso del abismo.
¿De qué nos serviría haber nacido
si no hubiéramos sido rescatados?

¡Qué asombroso beneficio de tu amor por nosotros!
¡Qué incomparable ternura y caridad!
¡Para rescatar al esclavo, entregaste al Hijo!

Necesario fue el pecado de Adán,
que ha sido borrado por la muerte de Cristo.
¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor!

¡Qué noche tan dichosa!
Sólo ella conoció el momento
en que Cristo resucitó de entre los muertos.

Ésta es la noche
de la que estaba escrito:
«Será la noche clara como el día,
la noche iluminada por mí gozo.»

Y así, esta noche santa
ahuyenta los pecados,
lava las culpas,
devuelve la inocencia a los caídos,
la alegría a los tristes,
expulsa el odio,
trae la concordia,
doblega a los poderosos.

En esta noche de gracia,
acepta, Padre santo,
este sacrificio vespertino de alabanza
que la santa Iglesia te ofrece
por rnedio de sus ministros
en la solemne ofrenda de este cirio,
hecho con cera de abejas.

Sabernos ya lo que anuncia esta columna de fuego,
ardiendo en llama viva para gloria de Dios.
Y aunque distribuye su luz,
no mengua al repartirla,
porque se alimenta de esta cera fundida,
que elaboró la abeja fecunda
para hacer esta lámpara preciosa.

¡Que noche tan dichosa
en que se une el cielo con la tierra,
lo humano y lo divino!

Te rogarnos, Señor, que este cirio,
consagrado a tu nombre,
arda sin apagarse
para destruir la oscuridad de esta noche,
y, como ofrenda agradable,
se asocie a las lumbreras del cielo.
Que el lucero matinal lo encuentre ardiendo,
ese lucero que no conoce ocaso
y es Cristo, tu Hijo resucitado,
que al salir del sepulcro,
brilla sereno para el linaje humano,
y vive y reina glorioso
por los siglos de los siglos.
Amén

martes, 11 de abril de 2017

XIV ESTACIÓN. JESÚS ES PUESTO EN EL SEPULCRO

XIV – ESTACIÓN: Jesús es depositado en el sepulcro Te adoramos Cristo y te bendecimos porque con tu Santa Cruz has redimido al mundo 
José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y lo puso en su sepulcro nuevo que había hecho excavar en la roca; luego hizo rodar una gran piedra hasta la entrada del sepulcro y se fue, (Mt 27, 59, 60). Mientras José cierra el sepulcro de Jesús, el desciende a los infiernos y se abre internamente la puerta. Aquella que la Iglesia Occidental llama “descenso a los infiernos” y la Iglesia Oriental la celebra como Anastasi, que es “Resurrección”. Las Iglesias hermanas comunican también al hombre la plena verdad de este único Misterio
“He aquí, yo abro aquí vuestros sepulcros, los hago salir de las tumbas, oh pueblo mío haré entrar en vosotros mi espíritu y viviréis (Ez 37, 12-14) 
Tu Iglesia, Señor, cada mañana canta: “gracias a la ternura y misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que surge en lo alto, para resplandecer sobre aquellos que están en tinieblas y en sombra de muerte” (Lc 1, 78-79)
El hombre, ofuscado de la luz que tienen el color de la tiniebla, empujado por la fuerza del mal, ha rodado una gran piedra y te ha encerrado en el sepulcro. Pero nosotros sabíamos que tu, Dios humilde, en el silencio en el cual te ha puesto nuestra libertad, estás trabajando para generar una nueva gracia en el hombre que amas. Entra pues en nuestro sepulcro; reaviva la chispa de tu amor en el corazón de cada hombre, en el útero de cada familia, en el camino de todo pueblo.

Oh Cristo Jesús! Todos caminamos hacia nuestra muerte y a nuestra tumba. Permítenos cerrarnos en espíritu junto a tu sepulcro. Que la potencia de Vida que en ella se ha manifestado perfore nuestro corazón, que esta Vida se convierta en la luz de nuestra peregrinación en la tierra. Amén. San Juan Pablo II.
Por aquellos que en el mundo mueren en la desesperación.

Ave María.

Oh Señor, Al término del camino de la Via crucis, no nos puedes dejar. Aunque retornemos a nuestra actividad, tu quedas dentro nuestro, habitándonos y haciendo de nosotros tu casa. Nosotros estamos destinados a mirar desde tus ojos moribundos, mientras contemplamos tu corazón atravesado. Por esto te damos gracias, porque en la oscuridad de tu pasión has hecho surgir la aurora de la esperanza; En el abandono y en la soledad de los hombres de todo el mundo has revelado tu infinito amor por nosotros. Concédenos poder ser hombres y mujeres alegres en las fiestas pascuales, en los días luminosos como en aquellos sombríos, en camino hacia tu Reino. (G. Ransenigo) 

XIII ESTACIÓN. JESÚS ES PUESTO EN BRAZOS DE SU MADRE

XIII- ESTACION: Jesús es bajado de la cruz 
Te adoramos Cristo y te bendecimos porque por  tu Santa Cruz has redimido al mundo 
Y ya al atardecer, como era la preparación es decir, la víspera del sábado, vino José de Arimatea, miembro respetado del Consejo, que esperaba también el Reino de Dios, y tuvo la valentía de entrar donde Pilato y pedirle el cuerpo de Jesús. Él comprando una sábana, lo descolgó de la cruz. (Mc 15, 42-43, 46) José de Arimatea acoge a Jesús aún antes de haber visto su gloria. Lo acoge derrotado, de malhechor, desecho. Solicita el cuerpo a Pilato para no permitir que fuera puesto en la fosa común. José pone en riesgo su reputación y quizás, como Tobías, también su vida (cfr Tb1, 15-20). Pero el coraje de José no es la audacia del héroe en la batalla. El coraje de José es la fuerza de la fe. Una fe que se vuelve bienvenida, gratuidad y amor. En una palabra: caridad. ¡Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni en la senda de los pecadores se detiene, ni en el banco de los burlones se sienta, mas se complace en la ley del Señor, su ley susurra día y noche, es como un árbol plantado junto a corrientes de agua que da a su tiempo el fruto y jamás se amustia su follaje, todo lo que hace sale bien.( Sal1, 1-3) 
Por aquellos que han muerto a causa de la violencia o de la guerra.
Padre Nuestro

XII ESTACIÓN. JESÚS MUERE EN LA CRUZ

XII – ESTACIÓN: Jesús muere en la cruz 
Te adoramos Cristo y te bendecimos porque con tu Santa Cruz has redimido al mundo 
Llegada la hora sexta, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona. A la hora nona gritó Jesús con fuerte voz: Eloi, Eloi, lema sabactàni?” que quiere decir: “¡Dios mío, Dios mío ¿porqué me has abandonado?. Al oír esto algunos de los presentes decían “mira, llama a Elías”. Entonces uno fue corriendo a empapar una esponja en vinagre y sujetándola a una caña le ofrecía de beber diciendo: “Dejad, vamos a ver si viene Elías a descolgarle”. Pero Jesús lanzando un fuerte grito, expiró. Y el velo del Santuario se rajó en dos, de arriba abajo. Al ver el centurión, que estaba frente al él, que había expirado de esa manera dijo: “Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios.(Mc 15, 33-39). 
Jesús se dirige al Padre gritando la primera palabra del Salmo 22. El grito de Jesús es el grito de cada crucificado de la historia, del abandonado, del humillado, del mártir y del profeta, de quien es calumniado y condenado injustamente, de quien está en el exilio o la cárcel. Es el grito de la desesperación humana que se desahoga, pero es la victoria de la fe que transforma la muerte en vida eterna. “Anunciaré tu nombre a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré (Sal 22, 23). 
Jesús muere en la cruz. ¿Es la muerte de Dios?. No, es la celebración más alta del testimonio de la fe. 
Señor Dios del corazón, solo vos conoces a fondo mi pena, solo vos sabes que toda mi angustia proviene en mi del temor que tengo de perderte, de ofenderte, del temor que tengo en mi de no amarte cuanto mereces y que yo debo y deseo; Dame  la fuerza para que yo combata y obtenga el premio de las almas fuertes. (Ep II, lett 57, p 370) 
Por todos aquellos que en el mundo mueren solos y abandonados. 
Ave Maria

XI ESTACIÓN. JESÚS ES CRUCIFICADO

XI – ESTACIÓN: Jesús es crucificado Te adoramos Cristo y te bendecimos porque con tu Santa Cruz has redimido al mundo 
Uno de los malhechores colgados le insultaba: ¿no eres tú el Cristo?, pues sálvate a ti y a nosotros. Pero el otro le respondió diciendo: ¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Y nosotros con razón porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio éste nada malo ha hecho. Y decía: Jesús, acuérdate de mi cuando entres en tu Reino. Jesús le dijo: Yo te aseguro, hoy estarás conmigo en el Paraíso (Lc 23, 39-43) 
A derecha e izquierda de Jesús hay dos malhechores, probablemente dos homicidas. Aquellos dos malhechores hablaron al corazón de cada hombre porque indican dos modos diferentes de estar en la cruz; el primero maldice a Dios, el segundo reconoce a Dios en aquella cruz. El primer malhechor propone la solución más cómoda para todos, propone una salvación humana y mira hacia abajo. La salvación para él significa escapar de la cruz y eliminar el sufrimiento. El segundo malhechor, por lo contrario propone una salvación divina y tiene la mirada vuelta hacia el cielo. La salvación para él significa aceptar la voluntad de Dios aún en las peores condiciones. El triunfo del amor y del perdón. 
De los escritos del padre Pío: 
Alzad siempre vuestra cruz al cielo también en aquel momento, en el cual la desolación toma vuestro espíritu; gritad fuerte con la paciencia de Job, el cual puesto por el Señor en el estado en que vosotros estáis al presente, gritaba al Señor: “Aunque tú me mates, o Señor, en ti espero”  (Ep II, lett 55,p 361) 

Dame, oh crucificado por amor, aquel tu perdón que olvida y aquella tu Misericordia que recrea. Hazme experimentar, en cada Confesión, la gracia que me ha creado a tu imagen y semejanza y que me recrea cada vez que yo pongo mi vida, con toda su miseria, en las manos piadosas del Padre. Que tu perdón resuene para mi como certeza del amor que me salva, me hace nuevo y me hace estar contigo para siempre. Entonces yo seré un criminal indultado y todo perdón suyo será como una prueba del paraiso desde hoy.
Por los enfermos, especialmente los terminales de todo el mundo.
Padre Nuestro 

X ESTACIÓN. JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS

X – ESTACION: Jesús es despojado de sus vestiduras 
Te adoramos Cristo y te bendecimos porque con tu Santa Cruz has redimido al mundo 
Le crucifican y se reparten sus vestidos, echando a suerte a ver que se llevaba cada uno (Mc 15,24) Es enorme la distancia que separa al Crucificado de sus verdugos. El mezquino interés por sus vestidos no les permite conocer el significado del cuerpo inerme, despreciado, escarnecido y atormentado en el cual está la divina voluntad de salvación de la humanidad entera. Aquel cuerpo que el Padre ha “preparado” para el Hijo (cfr Sal 40,7) ahora expresa el amor del Hijo hacia el Padre y el regalo  total de Jesús a la humanidad. Aquel cuerpo despojado de todo, salvo del amor encierra en si el dolor inmenso de la humanidad y narra toda su herida, sobre todo los más dolorosos: las heridas de los niños profanados en su intimidad. Aquel cuerpo mudo y sangrante, flagelado y humillado, indica el camino de la justicia. La justicia de Dios que transforma el sufrimiento más atroz en la luz de la resurrección. 
Señor Jesús, quiero presentarte a toda la humanidad sufriente. Los cuerpos de hombres y mujeres, de niños y ancianos, de enfermos y de incapacitados no respetados en su dignidad. Cuanta violencia a lo largo de la historia de esta humanidad han golpeado aquello que el hombre posee más suyo, algo sagrado y bendito porque viene de Dios. Te rogamos, Señor, por el que ha sido violado en su intimidad, por el que no comprende el misterio de su cuerpo, por cualquier persona que no acepta o desfigura la belleza, por el que no respeta la debilidad y la sacralidad del cuerpo que envejece y muere.  Y que un día nuevamente se levantará. 
Por todos los niños.
Ave María

IX ESTACIÓN. JESÚS CAE POR TERCERA VEZ

IX –ESTACIÓN: Jesús cae por tercera vez 
Te adoramos Cristo y te bendecimos porque por tu Santa Cruz has redimido al mundo 

Él, siendo de condición divina no retuvo el privilegio de ser igual a Dios, sino que se despojó de si mismo tomando la condición de siervo, haciéndose semejante a los hombres. (Fil 2, 67) 
Jesús cae por tercera vez. El hijo de Dios llega casi hasta al fondo de la condición humana. En esta caída entra aún mas establemente en la historia de la humanidad y acompaña en todo momento a la humanidad sufriente. “Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (Mt, 28.20). 
Cuantas veces hombres y mujeres caen a tierra. Cuantas veces los hombres, las mujeres y los niños sufren por una familia rota. Cuantas veces los hombres y las mujeres piensan que no tienen más dignidad porque no tienen trabajo. Cuantas veces los jóvenes están obligados a vivir una vida precaria y pierden la esperanza en el futuro, y por Misericordia de Dios descienden hasta el punto de yacer en el polvo de la calle, polvo bañado con el sudor de Adán y con la sangre de Jesús y de todos los mártires de la historia, polvo bendecido con las lagrimas de tantos hermanos caídos por la violencia y el agotamiento del hombre por el hombre. A este polvo bendecido, ultrajado y violado por el egoísmo humano, el Señor ha reservado su último abrazo.
De los escritos del Padre Pío 
Conservemos siempre una voluntad que no busque a otro sino a Dios y su gloria.  Si nos esforzamos en ir siempre adelante en esta bella virtud  aquel que nos la enseñó se enriquecerá siempre de nueva luz y mayores favores celestes (Ep I, 268, 607) 
Señor Jesús, Postrado sobre esta tierra reseca, mantente cercano a todos los hombres que sufren e infunde en sus corazones la fuerza de levantarse. Te ruego, Dios de la Misericordia, por todos aquellos que están en tierra por tantos motivos: pecados personales, matrimonios fallidos, soledad, pérdida del trabajo, dramas familiares, angustia del futuro. Haz sentir que Tú no estás distante de cada uno de ellos, porque el más cercano a Ti, que eres la Misericordia encarnada, es el hombre que advierte más la necesidad del perdón y continúa esperando contra toda esperanza
Para que en la dificultad los jóvenes encuentren el confort del Maestro 
Padre Nuestro  

VIII ESTACIÓN. JESÚS CONSUELA A LAS MUJERES DE JERUSALÉN

VIII- ESTACIÓN: Jesús se encuentra con las mujeres de Jerusalén 

Te adoramos Cristo y te bendecimos porque con tu Santa Cruz has redimido al mundo 
Lo seguía una gran multitud del pueblo y mujeres que se dolían y se lamentaban por Él. Jesús, volviéndose a ellas dijo: “Hijas de Jerusalén, no lloréis por mi; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos”  (Lc 23, 27-28) 

Es el Cordero de Dios que habla y que, llevando sobre su espalda el pecado del mundo, purifica la mirada de estas hijas ya vueltas hacia Él, pero aún de modo imperfecto. “Que debemos hacer? “parece gritar el llanto de estas mujeres delante del inocente. Es la misma pregunta que la gente había dirigido al Bautista (cfr Lc 3, 10) y que repitieron después  de escuchar a Pedro luego de Pentecostés. La respuesta es simple y precisa: “Convertíos”. Una conversión personal y comunitaria “Rogad los unos por los otros para ser curados”. No hay conversión sin caridad. Y la caridad es el modo de ser de la Iglesia.
De los escritos del Padre Pio: Basta que el alma quiera cooperar con la gracia divina, que su belleza pueda alcanzar tal esplendor y tal belleza, tal cuanto a tal encanto se pueda atraer en ella misma por amor y por estupor, no tanto los ojos de los angelitos pero aquellos pero ellos mismos de Dios, según testimonio de la Sagrada Escritura misma: el rey, o sea Dios, se ha enamorado de tu decoro (Ep II, lett 33,p 227)

Señor Jesús, Tu gracia sostenga nuestro camino de 
conversión para volver a ti, en comunión con nuestros hermanos, hacia los cuales te pedimos darle tus mismas entrañas de misericordia, entraña materna que nos vuelven capaces de probar ternura y compasión los unos por los otros, y de llegar también a la entrega de nosotros mismos por la salvación del prójimo.
Por aquellos que en el mundo son perseguidos a causa de la fe.  

Ave María 

VII ESTACIÓN. JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ

VII- ESTACIÓN: Jesús cae por segunda vez 

Te adoramos Cristo y te bendecimos porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo 
Él ha sido herido por nuestra culpa. El fue traspasado, aplastado por nuestra iniquidad. El castigo que nos da salvación ha descendido sobre Él; y por su llaga hemos sido curados. (Is 53, 2-3) Jesús cae ahora aplastado pero no muerto por el peso de la cruz. Aún otra vez el pone al desnudo su humanidad. Es una experiencia en el límite de la impotencia, de vergüenza delante de quien lo desprecia, de humillación delante de quienes habían esperado en Él. Ninguna persona quería más caer a tierra y experimentar el fracaso. Especialmente frente a otra persona. A menudo los hombres se revelan ante la idea de no tener poder, de no tener la capacidad de llevar adelante su propia vida. Jesús, en lugar de ello, encarna “el poder sin poder”. Experimenta el tormento de la cruz y la fuerza salvadora de la fe. Sólo Dios puede salvarnos. Sólo Él pudo transformar un signo de muerte en una cruz gloriosa. 


De los escritos del Padre Pío
El alma destinada a reinar con Jesucristo en la gloria eterna debe ser limpiada a golpe de martillo y de cincel, de los que se sirve el Divino Artista para preparar la piedra, es decir, el alma elegida. ¿Cuáles son?, hermana mía, estos golpes de cincel son la sombra, el temor, las tentaciones, las aflicciones del espíritu, los temblores espirituales con cualquier aroma de desolación y también malestar físico. (Ep II, lett 8, p 88). 

Señor Jesús que has aceptado la humillación de caer aún bajo los ojos de todos, te queremos no sólo contemplar mientras estás en el polvo, sino fijar nuestra mirada en ti, desde la misma posición, y también nosotros en la tierra, caídos por nuestra debilidad. 
Danos la conciencia de nuestro pasado, aquella voluntad de volver a alzarnos que nace del dolor. Da a toda tu Iglesia el conocimiento del sufrimiento. Ofrece en particular a los Ministros de la Reconciliación el don de las lágrimas por su pecado. Cómo pueden invocar sobre si mismos y sobre otros tu misericordia si no saben llorar su culpa primero. 

Por cuantos están viviendo un período de desaliento

Padre Nuestro 

VI ESTACIÓN. VERÓNICA LIMPIA EL ROSTRO DE JESÚS

VI- ESTACIÓN: Verónica enjuga el Rostro de Jesús 

Te adoramos Cristo y te bendecimos porque con tu Santa Cruz has redimido al mundo 
No tenía apariencia ni presencia; le vimos y no tenía aspecto que pudiéramos estimar. Despreciable y desecho de  hombres; varón de dolores y sabedor de dolencias, como uno ante quien se oculta el rostro, despreciable y no le tuvimos ninguna estima (Is 53, 2-3) Somos llevados instintivamente a huir del sufrimiento. Cuantos rostros desfigurados por las aflicciones de la vida vienen a nuestro encuentro y con demasiada frecuencia desviamos la mirada hacia otra parte. Como no ver el rostro del Señor en aquellos millones de prófugos, refugiados y dispersos que huyen desesperadamente del horror de la guerra, de las persecuciones y de la dictadura. Por cada uno de ellos con su rostro irrepetible Dios se manifiesta siempre como un socorro. Como Verónica, la mujer sin rostro que enjugó amorosamente el rostro de Jesús. 

De los escritos del Padre Pío 
Nosotros pues somos cristianos, somos doblemente imagen de Dios, por naturaleza, esto es en cuanto estamos dotados de intelecto, de memoria y de voluntad; y por gracia, en cuanto que somos santificados por el bautismo, queda impresa en nuestras almas la imagen bellísima de Dios. 
Si querida mía, la gracia santificante imprime talmente la imagen de Dios en nosotros, que nos volvemos casi también nosotros un Dios por participación, y para servirme de la bellísima expresión de San Pedro “Seamos hechos participes de la naturaleza divina “(Ep II. Let 33, pp 233-234) 

“Tu rostro; Señor, yo busco!” Ayúdame a encontrarlo en los hermanos que recorren la calle del dolor y la humillación. Haz que yo sepa enjugar las lágrimas y la sangre de los vencidos de todo tiempo, de cuantos la sociedad rica y despreocupada descarte sin escrúpulo. Haz que detrás de cada rostro, también aquel del hombre más abandonado, yo pueda encontrar tu rostro de belleza infinita.(cfr Sal 27.8) 

Por los que trabajan acogiendo y asistiendo al prójimo 

Ave Maria 

V ESTACIÓN. EL CIRENEO AYUDA A JESÚS A LLEVAR LA CRUZ

V- ESTACIÓN. Jesús es ayudado por Simón de Cirene a llevar la cruz 

Te adoramos Cristo y te bendecimos porque con tu Santa Cruz has redimido al mundo  
Y obligaron a uno que pasaba a llevar la cruz, Simón de Cirene que volvía del campo, padre de Alejandro y de Rufo, a que llevara su cruz. Condujeron a Jesús al lugar del Gólgota  que significa “lugar del calvario”( Mc 15, 21-22) El sufrimiento cuando golpea nuestra puerta no es esperada nunca. Siempre aparece como una constricción, a veces incluso como una injusticia. Esta tribulación no querida golpea con fuerza el corazón del hombre. El Cireneo nos ayuda a entrar en la fragilidad del alma humana y poner en luz otro aspecto de la humanidad  de Jesús. Y el Hijo de Dios necesita de alguien que le ayude a llevar la cruz. ¿Quién es entonces el Cireneo?. Es la Misericordia de Dios que está presente en la historia de los seres humanos. 

De los escritos del Padre Pío 
Tenéis toda la razón de asustaros si queréis medir la batalla con vuestras fuerzas, pero el saber que Jesús no os deja por un solo instante, os debe ser de gran consuelo.  (Ep II- 46-P 305) 

Señor Jesús, Te agradecemos por estos dones que superan toda expectativa  Y nos revelan tu Misericordia. Tú que has amado no sólo hasta darnos la salvación Sino hasta volvernos instrumento de salvación. Mientras tu cruz da sentido a nuestra cruz, a nosotros nos ha dado la gracia suprema de la vida, participar activamente en el misterio de la redención, ser instrumento de salvación para nuestros hermanos. 

Por los misioneros, cireneos en todas partes del mundo. 

Padre Nuestro

lunes, 10 de abril de 2017

IV ESTACIÓN. JESÚS SE ENCUENTRA CON SU MADRE

IV ESTACION. Jesús encuentra a su Madre 

Te adoramos Cristo y te bendecimos porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo

Simeone les bendijo y a Maria su madre le dice: “Este , está puesto para la caída y la elevación de muchos en Israel y como signo de contradicción. Y a ti misma una espada te atravesará el alma, a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones. Su madre conservaba cuidadosamente todas estas cosas en su corazón".  (Lc 2, 34-35 51). 

Maria es esposa de José y Madre de Jesús. Ayer como hoy la familia y el corazón pulsante de la sociedad; amor por siempre que salvará el mundo. María es esposa y Madre.. Genio femenino y ternura, sapiencia y caridad. María, como madre de todos, “es signo de esperanza para los pueblos que sufren los dolores del parto. Es la misionera que se acerca a nosotros para acompañarnos en la vida y como una madre verdadera camina con nosotros, combate con nosotros y derrama incesantemente la cercanía del amor de Dios. (Exhortación apostólicaEvangelii gaudium, p 286) 

Oh María Madre del Señor, tú eras para tu Hijo el primer reflejo de la misericordia de su Padre, aquella misericordia que en Cana le pediste que la manifestara. Ahora que tu Hijo nos revela el Rostro de su Padre hasta las  consecuencias extremas del amor, se pone en silencio en sus pasos, el primer discípulo de la cruz.

Oh María, Virgen fiel, vela sobre todos los huérfanos de la Tierra, protege a todas las mujeres  objeto de la explotación y la violencia. Suscita mujeres valientes para el bien de la Iglesia. Inspira a cada madre al educar los hijos propios en la ternura del amor de Dios y en la hora de la prueba acompañar  su camino con la silenciosa fuerza de su fe. Para que las familias no sufran más a causa de la guerra. 

Ave Maria 

III ESTACIÓN. JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ

III Estación. Jesús cae por primera vez bajo la cruz.

Te adoramos oh Cristo y te bendecimos porque con tu Santa Cruz has redimido al mundo.
Sin embargo, él ha cargado con nuestras dolencias, y nuestros dolores soportaba y nosotros lo tuvimos por azotado, herido de Dios y humillado. Maltratado se dejó humillar y no abrió su boca; como un cordero era llevado al degüello, y como oveja muda ante los que la trasquilan tampoco él abrió la boca.(Is 53, 4-7) 
Hemos llegado al punto extremo de la encarnación del Verbo, pero es aún un punto muy bajo. Jesús cae bajo el peso de esta cruz; ¡un Dios que cae!. 
En esta caída Jesús da sentido al sufrimiento de los hombres, el sufrimiento por el hombre.

El sufrimiento para los seres humanos es a veces un absurdo presagio de muerte. Estas son situaciones de sufrimiento que parecen negar el amor de Dios. ¿Dónde está Dios en los campos de exterminio? ¿Dónde está Dios en las minas y en las fábricas en las que trabajan como esclavos los niños? ¿Dónde está Dios en los buques de la vergüenza que se hunden en el Mediterráneo? Jesús cae bajo el peso de la cruz, pero no queda aplastado.
Míralo, Cristo está allí, último entre los últimos, náufrago entre los náufragos. Pero aún así Dios es fiel a si mismo: fiel en el amor.
De los escritos del Padre Pío: Oh! hija dilectísima de Jesús, si estuviera en nuestras manos caeríamos siempre y siempre estaríamos de pie; por lo tanto sé humilde ante el dulce pensamiento de que estás en los divinos brazos de Jesús. (Ep II, lett.2 p 63)

Te rogamos, Señor, Por todos aquellas situaciones de sufrimiento que parecen no tener no tener sentido; por los Judíos que murieron en los campos de exterminio, por los cristianos asesinados por odio a la fé, por las victimas de cada persecución, por los niños esclavizados en el trabajo, por los inocentes que murieron en la guerra. 
Haznos comprender Señor, cuanta libertad y fuerza interior hay en esta revelación sin precedentes de tu divinidad tan humana, de caer bajo la cruz por los pecados del hombre, tan divinamente propicio a derrotar al mal que nos oprime.

Padrenuestro

domingo, 9 de abril de 2017

II ESTACIÓN. JESÚS CARGA CON LA CRUZ


II Estación: Jesús con la cruz a cuestas 

Te adoramos Cristo y te bendecimos porque con tu Santa Cruz has redimido al mundo 

Después de haberse burlado de él lo despojaron de la púrpura, le colocaron sus ropas nuevamente y lo llevaron afuera para crucificarlo (Mc15, 20) El temor ha emitido la sentencia, pero no pudo manifestarse y se esconde detrás de las actitudes del mundo: escarnio, humillación, violencia y mofa. 


Nuevamente Jesús es revestido con su ropa, con su sola humanidad, dolorosa y sangrante, sin ninguna “púrpura” ni signo de su divinidad. Y así lo presenta Pilato:”Ecce Homo” (Jn 19,5) 

Esta es la condición de cada uno que sigue a Cristo. El cristiano no busca el aplauso del mundo o el consenso de las plazas. El cristiano no adula y no dice mentira para conquistar el poder. El cristiano acepta el escarnio y la humillación que derivan del amor a la verdad. “¿Qué es la verdad? “había preguntado Pilato a Jesús. Esta es la pregunta de todo tiempo. Es la pregunta de hoy. Ecco (he aquí) la verdad, la verdad del hijo del hombre predicada por los profetas (cfr Is 52, 13-53, 12) un rostro humano desfigurado que revela la fidelidad de Dios. 

De los escritos del Padre Pío 
Jesús quiere agitaros, sacudiros, golpearos, cribaros como al grano, a fin de que vuestro espíritu llegue a esa limpieza y pureza que Él desea. No podría nunca el trigo almacenarse en el granero si no está libre de maleza. 


¿Puede la ropa guardarse en el cajón si no está blanca? Pues así debe ser el alma escogida (Ep II,Lett 4, p. 68) 


Señor, has proclamado bienaventurados a los perseguidos por tu Nombre. Sostén y alegra a los cristianos combatidos en el mundo. 
Has profetizado a tus enviados la persecución. Mantén a la Iglesia vigilante y preparada para la prueba. 
Has pedido a tus discípulos amar al enemigo. Haz que los que creen en ti rueguen por sus perseguidores. 
Has revelado que el grano de uva que muere da fruto. Ayuda a los perseguidos a aceptar gozosamente morir por ti. 

Haz que lleguemos a compartir nuestra riqueza con el pobre, el dolor con el que sufre. 

Ave María 




VÍA CRUCIS. PRIMERA ESTACIÓN

VÍA CRUCIS 
Meditaciones del S.E.R. Card. Gualtiero Bassetti (Arzobispo de Perugia-Città della Pieve) y del Padre Pío de Pietrelcina 
“Mirarán hacia mi, a quien traspasaron”
La fuente que ha lavado nuestros pecados se convertirá en nosotros en una fuente de agua que brota para la vida eterna. 


Eterno Padre, por la pasión de tu Hijo dilecto has querido revelarnos tu corazón y donarnos tu misericordia. Haz que junto a María su y nuestra Madre, sepamos acoger y custodiar siempre el don del amor. Sea ella, Madre de la Misericordia la que te presente la oración que te elevamos por nosotros y por toda la humanidad, con el fin de que la gracia de este Vía Crucis, una a todo corazón humano y le infunda nueva esperanza, aquella esperanza indefectible que se irradia de la cruz de Cristo. Que vive y reina contigo en unidad con el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén


PRIMERA ESTACIÓN; 
Jesús es condenado a muerte. 


Te adoramos Cristo y te bendecimos porque por tu Santa Cruz has redimido al mundo. 

Pilato les decía: “¿pero que mal ha hecho?” Pero ellos gritaron más fuerte: “crucifícale”; Pilato, entonces, queriendo complacer a la multitud les soltó a a Barrabas, lo libera y después de haber hecho azotar a Jesús, lo entregó para que fuera crucificado (Mc 15, 14-15). 

Pilato se encuentra delante de un misterio que no llega a comprender. Busca una solución y llega, quizás por fin, sobre el umbral de la verdad. Pero escoge no cruzarlo. Entre la vida y la verdad escoge la propia vida. La multitud escoge a Barrabas y abandona a Jesús. La multitud quiere la justicia en la tierra y escoge el verdugo, aquel que podría liberarla de la opresión y del yugo de la esclavitud. 

Pero la justicia de Jesús no se termina con una revolución, pasa a través del escándalo de la cruz. 
La multitud y Pilato en realidad están dominados por una sensación interior que abarca a todos los hombres: el miedo. El miedo de perder su propia seguridad, sus propios bienes, la propia vida. Pero Jesús indica otro camino.



De los escritos del Padre Pío: No daremos un paso más en virtud, si no nos esforzamos en vivir una paz santa e inalterable (Ep I, 268,607)


Señor Jesús, ¡Cómo nos sentimos similares a estos personajes, cuánto miedo hay en nuestra vida! Tenemos temor de lo diferente, del extranjero, del inmigrante.

Tenemos temor del futuro, de lo imprevisto, de la miseria. Cuánto miedo en nuestra familia, en los ambientes de trabajo, en nuestra ciudad… Y quizás acaso tenemos aún temor de Dios, aquel temor al juicio divino que nace de la poca fe, del desconocimiento de su corazón, de las dudas sobre su Misericordia. 

Señor Jesús condenado por el miedo de los hombres, libéranos del temor de tu juicio. 

Para que la pena de muerte sea abolida en todos los países del mundo. 

Padre Nuestro.