SABADO DE LA I SEMANA DE CUARESMA
ORACIÓN PARA COMENZAR TODOS LOS DÍAS:
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Poniéndonos en la presencia de Dios, adoremos su majestad infinita, y digamos con humildad:
“Omnipotente Dios y Señor y Padre mío amorisísimo, yo creo que por razón de tu inmensidad estás aquí presente en todo lugar, que estás aquí, dentro de mí, en medio de mi corazón, viendo los más ocultos pensamientos y afectos de mi alma, sin poder esconderme de tus divinos ojos. Te adoro con la más profunda humildad y reverencia, desde el abismo de mi miseria y de mi nada, y os pido perdón de todos mis pecados que detesto con toda mi alma, y os pido gracias para hacer con provecho esta meditación que ofrezco a vuestra mayor gloria… ¡Oh Padre eterno! Por Jesús, por María, por José y todos los santos enseñadme a orar para conocerme y conoceros, para amaros siempre y haceros siempre amar. Amén.”
Se meditan los tres puntos dispuestos para cada día.
SABADO DE LA I SEMANA DE CUARESMA
MUESTRATE CRISTO A LAS TURBAS Y MINISTROS. 1. Sabiendo, pues, todo lo que había de venir sobre Él, se fue hacia ellos (1). Habían venido las turbas llenas de furor, ya Judas había dado la seña con el ósculo; con todo no acometen, como habían concertado, sino que se están inmobles, y Judas estaba con ellos. No podían, porque aun no lo permitía Jesús. Por eso se encaminó a ellos. Mostró que por más que hiciesen, Él lo podía impedir; más que el padecer le era voluntario. Y no solo esto, sino que con ánimo generoso se ofrecía a ello. Imita tal ejemplo. La paciencia forzada no es propia de hijos de Dios. El que no acomete cosas difíciles, huye las fáciles y ordinarias. 2.- Y les dijo: ¿A quién buscáis? Respondiéronle: A Jesús Nazareno. Díjoles Jesús: Yo soy. Pero luego que dijo: Yo soy, revolvieron hacia atrás, y cayeron en tierra (2). Pregunta ya segunda vez, no para saber, el que todo lo sabe, más para que respondan y pronuncien: Jesús Nazareno, y por tal dignidad de su persona conozcan la enormidad del delito. ¡Oh bondad de Dios, que con tantas artes nos buscáis! Conoce tú la dignidad de aquella Persona, no tanto para no ofenderla, cuanto para buscarla más ansiosamente. El que no busca a Dios, se pierde a sí mismo. A una sola voz Yo soy, y, no de amenaza, no fulminante, caen hacia atrás. Así son tratados los que buscan a Dios para perderle. ¿Qué será cuando tronara en el juicio con aquella voz: Yo soy Aquel a quien tú tan indignamente trataste? Procura, tú, pues, buscarle ahora con obsequios y con amor. 3.- Si a Mí, pues, me buscáis, dejad ir a estos (3). Muestra el cuidado y solicitud que tiene de los suyos, para no perder alguno de ellos. Si de pocos tuvo tanto cuidado, cree que no ha de tener menos de tantas millares de fieles. Lo que en pocos se hizo, ¿cómo se dejará por negligencia en muchos? dice Clemente Alejandrino (4). Y el que en tal tiempo tuvo cuidado de tan pocos, ¿cómo no protegerá a innumerables fieles? Y pues tú estás debajo de su protección, confía que no te, querrá perder, si tú a ti no te pierdes. 2. Mira por la fama de los Apóstoles, previendo que los ha de derramar la fuga, para que parezca que huyeron con alguna causa honesta. ¿Cómo encubres tú los defectos de otros?
(1) Joan.,18 (2) Joan., 18. (3) Ibid. (4) Lib. 11,c.:34,
ORACIÓN PARA FINALIZAR TODOS LOS DÍAS:
INVOCACIONES AL CORAZÓN DE JESÚS EN SU PASIÓN. Santa Margarita María de Alacoque:
Humildemente postrado al pie de tu Santa Cruz, te diré con frecuencia, divino Salvador mío, para mover las entrañas de tu misericordia a perdonarme.
- Jesús, desconocido y despreciado, R/. Ten piedad de mí.
- Jesús, calumniado y perseguido.
- Jesús, abandonado de los hombres y tentado.
- Jesús, entregado y vendido a vil precio.
- Jesús, vituperado, acusado y condenado injustamente.
- Jesús, vestido con una túnica de oprobio y de ignominia.
- Jesús, abofeteado y burlado.
- Jesús, arrastrado con la soga al cuello.
- Jesús, azotado hasta la sangre.
- Jesús, pospuesto a Barrabas.
- Jesús, coronado de espinas y saludado por irrisión.
- Jesús, cargado con la Cruz y las maldiciones del pueblo.
- Jesús, triste hasta la muerte.
- Jesús, pendiente de un infame leño en compañía de dos ladrones.
- Jesús, anonadado y confundido delante de los hombres.
- Jesús, abrumado de toda clase de dolores.
¡Oh Buen Jesús! que has querido sufrir una infinidad de oprobios y de humillaciones por mi amor, imprime poderosamente su estima en mi corazón, y hazme desear su práctica.
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