domingo, 24 de diciembre de 2017

FELIZ NAVIDAD

LA DEVOCIÓN DE PADRE PÍO AL NIÑO JESÚS


Además de su innegable amor por la Virgen María, por su devoción al Santo Rosario y por ser conocido como un magnífico confesor y por los estigmas que mostraba en sus manos, San Pío de Pietrelcina era un gran devoto del Niño Jesús, tanto así que en su vida como sacerdote tuvo varios eventos extraordinarios con Dios infante, que el santo guardaba con gran celo evitando que se hicieran públicos.De estos hechos milagrosos solo se conocen tres que quedaron documentados en su biografía. 
El primero de ellos, según documentó el Padre Agostino de San Marco in Lemis, ocurrió en 1911 cuando el sacerdote capuchino residía en el convento de Venafro en Isernia, Italia. Se cuenta que el santo cayó en un profundo éxtasis cuando se le apareció en Niño Jesús, quien se le presentó no como normalmente lo solemos ver, sino con los estigmas de la crucifixión en manos, pies y costado. Quienes documentaron este acontecimiento, no les es extraño que el Niño Dios se presentase con los estigmas, ya que para el Padre Pío siempre habló del vínculo entre la fiesta de la Navidad con aquella de Pascua.

El segundo evento extraordinario registrado ocurrió en septiembre de 1919, siendo documentado por el Padre Raffaele de Sant'Elia a Pianisi en el manuscrito "Apuntes breves sobre la vida del Padre Pío y mi larga permanencia con él". En dicho escrito el sacerdote narra lo siguiente: "Después de ocho años de vida militar, debía continuar los estudios de teología y prepararme para la ordenación sacerdotal. Yo dormía en una celda estrecha, casi enfrente al número 5, que era del Padre Pío. La noche entre el 19 y 20 (de septiembre de 1919) no podía dormir. Hacia media noche me levanto, asustado. El pasillo estaba sumergido en la oscuridad, rota solo por la luz tenue de un candil de petróleo. Mientras estaba a la puerta para salir, veo pasar al Padre Pío, todo luminoso, con el Niño Jesús en brazos. Avanzaba lentamente murmurando oraciones. Pasa delante de mí, todo radiante de luz, y no advierte mi presencia. Sólo algunos años después he sabido que el 20 de septiembre era el primer aniversario de sus llagas".

La tercera aparición registrada ocurrió en la Nochebuena de 1922. Lucía Lazanda, quien era hija espiritual del Padre Pío, señala que aquella noche, cuando el santo se preparaba para celebrar la Vigilia de Navidad, y ella esperaba junto a otras dos mujeres, quienes se quedaron dormidas, vio como el sacerdote se detuvo junto a una ventana y de repente con un rayo de luz se le apareció el Niño Jesús entre sus brazos. Al desaparecer el halo luminoso, el santo notó que Lucía lo miraba atónita. Se le acerca y le pregunta: "Lucía, ¿qué has visto?", a lo que ella respondió: "Padre, he visto todo". San Pío le advirtió con severidad que no contase nada de lo que había presenciado.

No es de extrañar que el santo de Pietrelcina recibiese estas gracias especiales de Dios en su divina infancia, ya que el Padre Pío, desde pequeño, ya manifestaba su gran amor y devoción por el Niño Jesús. De acuerdo con varios biógrafos, a San Pío, siendo niño, le encantaba modelar con barro pequeñas imágenes del nacimiento, que colocaba en una gruta y decoraba con lucecitas. Dicen que el pequeño santo permanecía horas y horas delante del Belén rezando el Rosario y cantando canciones de cuna al Niño Dios.

Ya de grande, y junto a su celda en San Giovanni Rotondo, el Padre contaba con una hermosa imagen del Niño Jesús de 80 centímetros de altura que le encantaba abrazar y besar con frecuencia.

"Al comenzar la santa novena en honor del santo Niño Jesús, mi espíritu se ha sentido como renacer a una vida nueva; el corazón se siente demasiado pequeño para contener los bienes del cielo; el alma se siente deshacerse completamente ante la presencia de nuestro Dios, que se ha hecho carne por nosotros", escribió el santo en una ocasión en los días previos a la Navidad.
Fuente: Gaudium Press.

Que el Niño Jesús reine siempre en vuestro corazón. 
FELIZ NAVIDAD

sábado, 2 de diciembre de 2017

COMENZAMOS AÑO LITÚRGICO CON EL ADVIENTO

SANTO ROSARIO DE ADVIENTO

Para todos los Grupos de Oración de San Pío de Pietrelcina
Adheridos al Centro Internacional de san Giovanni Rotondo
, este Rosario meditado de Adviento que nos ayudará a permanecer en vigilante espera de Nuestro Señor que ya llega, una espera en oración y con espíritu de conversión.
En comunión con toda la Iglesia celebraremos el tiempo litúrgico de Adviento. Nos prepararnos para celebrar la Navidad, como memoria de la primera venida del Hijo de Dios entre los hombres y, a la vez, mediante esta celebración, nuestra fe se dirige a la segunda venida, ya gloriosa y definitiva al final de los tiempos, del Señor Jesús.
Es un tiempo mariano por excelencia ya que nuestra Madre aparece cooperando activamente en el misterio de la Reconciliación preparando el nacimiento del Mesías. Es por ello que, en su presencia y compañía, vivimos este tiempo de espera y de conversión.

+Señal de la cruz

Oración de inicio
María, Virgen del Adviento,
esperanza nuestra,
de Jesús la aurora,
del cielo la puerta.
Madre de los hombres,
de la mar estrella,
llévanos a Cristo,
danos sus promesas.
Eres, Virgen Madre,
la de gracia llena,
del Señor la esclava,
del mundo la reina.
Alza nuestros ojos
hacia tu belleza,
guía nuestros pasos
a la vida eterna.
Amén.


En el Primer misterio contemplamos

MEDITACION: TIEMPO DE ESPERA Y CONVERSION

El tiempo de Adviento es un tiempo de espera activa en búsqueda del encuentro definitivo con el Señor Jesús. Espera activa que implica tener deseos de cambiar, de prepararse; es por eso que en este tiempo estamos llamados a la exigencia radical, a la conversión, al cambio de vida, a volver nuestros pasos al camino de Dios; llamados a la conversión que debe abarcar todo nuestro ser y que debe llevarnos a cambiar nuestros pensamientos, sentimientos y acciones; poniéndolas en concordancia con la manera de pensar, sentir y actuar de Jesús. Contemplamos el Misterio del Rosario del anuncio del Reino de Dios invitando a la conversión.

Decía el Padre Pío:

"Haz el bien siempre, doquier, para que todos puedan decir "Este es un hijo de Cristo".
Soporta las tribulaciones, enfermedades, dolores por amor a Dios, y por la conversión de los pobres pecadores. Defiende al débil, consuela al que llora. Hagamos el bien, mientras el tiempo esté a nuestra disposición, y daremos gloria a Nuestro Padre Celestial, nos santificaremos nosotros, y seremos de buen ejemplo para los demás"


Padrenuestro – 10 Avemarìa - Gloria

Ave Marìa Purìsima Sin pecado concebida
San Pio de Pietrelcina Ruega por nosotros

En el Segundo Misterio contemplamos
MEDITACION: LA ORACIÓN
El Adviento es tiempo de acercamiento sincero al Señor, quien está por venir y que a la vez ya está entre nosotros. Pero no podemos acercarnos a Él si no lo buscamos, si no estamos en constante tensión por ponernos en su presencia. La oración, personal y comunitaria, constituye un medio eficaz de búsqueda hacia un encuentro real con el Señor Jesús; mediante la escucha atenta, la meditación y la interiorización de su Palabra, lo que debe constituirse en una exigencia y necesidad en este tiempo de espera. Contemplamos el Misterio del Rosario de la oración de Jesús en el huerto.

Nos decía el Padre Pío:

“La oración es el poder más grande sobre la Tierra porque mueve la mano del que todo lo puede”

Padrenuestro – 10 Avemarìa - Gloria

Ave Marìa Purìsima Sin pecado concebida
San Pio de Pietrelcina Ruega por nosotros

En el Tercer Misterio contemplamos

MEDITACION: LA PENITENCIA

Dios nos envía un Salvador, su propio Hijo. ¿Pero estamos realmente preparados para acogerlo y recibirlo en toda su dimensión? Pongamos todo de nuestra parte, por asumir, sin contemplaciones, durante este tiempo de espera todos los sufrimientos, problemas y dolores que encontramos en nuestro camino de santidad buscando ponernos en forma concreta, en la Cruz del Señor, viviendo estas dificultades en sentido oblativo, de sacrificio y entrega; mediante la penitencia, medio necesario de preparación y espera hacia un encuentro definitivo con el Señor Jesús. Contemplamos el Misterio del Rosario de Jesús con la Cruz a cuestas.

El Padre Pío nos recordaba:

“La corona de laureles se gana en el combate. Si pudiéramos ver que a cada victoria alcanzada le corresponde un grado de gloria eterna, ¿cómo podemos no alegrarnos, mi querida hija, cuando tenemos que enfrentarnos a tantas pruebas en nuestra vida? Espero que este pensamiento te consuele y el ejemplo de Jesús te dé ánimos, porque Él fue sometido a las mismas pruebas que nosotros, a excepción del pecado".

Padrenuestro – 10 Avemarìa - Gloria

Ave Marìa Purìsima Sin pecado concebida
San Pio de Pietrelcina Ruega por nosotros

En el Cuarto Misterio contemplamos

MEDITACION: LA CARIDAD
La caridad, se nos presenta como un excelente medio de espera y conversión en el tiempo de Adviento; ya que sólo a través de nuestra comunión de amor con el Señor, estaremos en condiciones de amar realmente a nuestros hermanos y de practicar la verdadera caridad con ellos. La caridad debe llevarnos durante este tiempo expresarla concretamente a través de la atención de los más pobres y necesitados, buscando su promoción integral y radicalizando nuestra obligación de ser “guardianes del hermano” preocupándonos de colaborar con él para aliviar sus necesidades y problemas. Contemplamos el Misterio del Rosario donde se hace patente el Amor más grande: Jesús muere en la cruz. 

Nos enseñaba el Padre Pío:

"La caridad es la reina de las virtudes. Como el hilo entrelaza las perlas, así la caridad a las otras virtudes; cuando se rompe el hilo caen las perlas. Por eso cuando falta la caridad, las virtudes se pierden."

Padrenuestro – 10 Avemarìa - Gloria

Ave Marìa Purìsima Sin pecado concebida
San Pio de Pietrelcina Ruega por nosotros

En el Quinto Misterio contemplamos

MEDITACION: MARÍA NOS EDUCA EN LA ESPERA

María, con su “Fiat”, acepta ser la Madre de Dios y al hacerlo dirige todo su esfuerzo por cumplir a cabalidad tal misión y espera ansiosa aquel momento de máxima felicidad, como es el nacimiento del Señor Jesús; pero esta espera de la Madre no es una espera pasiva, sino por el contrario es una espera activa, demostrada en las acciones de Santa María durante la visita a su prima Isabel.
Reflexionemos sobre nuestra actitud de espera de la llegada de Jesús y dejémonos educar por María en la espera paciente y activa. Contemplamos el Misterio del Rosario de la Encarnación del Hijo de Dios

El Padre Pío que amaba a María…nos indicaba:

“María adorna con flores y perfumes tu alma con virtudes siempre nuevas y ponga su materna mano sobre tu cabeza. Quédate siempre nido a la Madre celestial, porque Ella es el mar a través del cual se alcanzan las costas de los esplendores eternos en el reino de la aurora.”

Padrenuestro – 10 Avemarìa - Gloria


Ave Marìa Purìsima Sin pecado concebida
San Pio de Pietrelcina Ruega por nosotros

Rezamos por la intención del Papa Francisco para este mes:

Por los ancianos, para que sostenidos por las familias y las comunidades cristianas, colaboren con su sabiduría y experiencia en la transmisión de la fe y la educación de las nuevas generaciones.

Salve… 3 Avemarìa y Gloria

Oración a san Miguel Arcángel pidiendo la protección de los Grupos de Oración del Padre Pio, y del Padre Declan, asesor espiritual.

“San Miguel arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio Reprímale Dios pedimos suplicantes, y tú Príncipe de la Milicia celestial arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas, Amén.”

LETANÍAS A NUESTRA SEÑORA.



domingo, 29 de octubre de 2017

ACABA EL MES DEL ROSARIO

ACABA ESTE MES DEDICADO A NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO, advocación que da nombre a nuestro Grupo de Oración y en el que hemos celebrado nuestro primer año desde su constitución.
Nosotros como seguidores del legado de San Pío de Pietrelcina e hijos espirituales suyos estamos comprometidos a rezar cada día una corona del Santo Rosario tan recomendado por la Santísima Virgen María, por Santos y Papas a lo largo de la historia, conscientes de la infinidad de Gracias que alcanzamos a través de él. Padre Pío nos dijo: “amen a la Virgen y háganla amar, reciten siempre el Rosario”

Hace ya un mes que vivimos estos momentos tan emotivos durante la Peregrinación que nuestro Grupo hizo a San Giovanni Rotondo y Pietrelcina. Abundantes frutos se han producido por la intercesión de nuestro amado Padre Pío, al que sentimos tan presente y cerca de nosotros.

En el siguiente enlace podréis revivir toda la Vigilia de Oración de la noche del día 22 de septiembre de 2017 en San Giovanni Rotondo: 


En el momento 4:46:20 Comienza y se puede seguir el Rosario en cinco idiomas que se rezó en esta Vigilia y en el que el segundo Misterio Doloroso en Español es rezado por nuestra Jefe de Grupo.


Decía el P. Stefano Manelli, uno de sus hijos espirituales y gran conocedor de su espiritualidad, una historia de cuando aún era un seminarista capuchino:

“P. Pío oraba mucho aún fuera de las horas de oración comunitaria. Encontrarlo en el coro (lugar donde rezan los religiosos en las iglesias), o en su cuarto haciendo oración, era una cosa normal. Le gustaba mucho ya entonces la oración del Santo Rosario. En sus propósitos espirituales escribió de rezar cada día quince rosarios.

Llegó a comprometerse en una competencia (maravilloso y santo deporte) con un compañero Fray Anastasio, a ver quien rezaba un mayor numero de rosarios. Una noche sintió un ruido y alguien que se movía en el cuarto cerca del suyo. Se despertó y pensó que los ruidos eran causados por fray Anastasio que estaba todavía despierto para hacer rosarios, siempre en competencia (santa competencia) con este hermano capuchino.

Un cierto momento, desde la ventana, llamó a fray Anastasio y cual fue su sorpresa cuando de la ventana no se asomó su compañero sino un enorme perro negro con los ojos de fuego. Fray Pío se quedó como piedra, y el horrible perro, con un salto formidable, desapareció. Fray Pío apenas pudo llegar a la cama casi desmayado. Al día siguiente supo que a su hermano Fray Anastasio lo habían cambiado de cuarto la noche anterior.”

Su batalla contra Satanás, el mundo y la carne las libró en modo eficaz a través de la recitación del Santo Rosario.


A punto de comenzar el mes de noviembre donde con espanto vemos a tantas personas celebrar esa satánica fiesta de halloween, es el momento perfecto de plantar cara al mal y apostar por empuñar este arma tan poderosa, que cuando se reza con fe es capaz de ganar todas las batallas contra las fuerzas del mal y nos consigue de Nuestra Madre tantas Gracias. 

Ofrezcamos en este mes de noviembre que comienza, el rezo diario del Rosario por las Benditas Almas del Purgatorio que tanto necesitan de nuestra oración.

AQUÍ TENÉIS TAMBIÉN EL VÍDEO RESUMEN DE NUESTRO PRIMER AÑO Y PEREGRINACIÓN:



viernes, 8 de septiembre de 2017

MES DE LA CRUCIFIXIÓN DE PADRE PÍO

ESTAMOS EN EL MES DE SEPTIEMBRE, MES DEL PADRE PÍO.

El próximo día 23 celebraremos con gozo la Fiesta litúrgica de san Pío de Pietrelcina, y la viviremos con gozo porque nuestro Grupo de Oración viajará en esa fecha a San Giovanni Rotondo y Pietrelcina. Podremos empaparnos en estos santos lugares de la espiritualidad y santidad de vida del único Sacerdote estigmatizado de la historia de la Iglesia. De esto último hablaremos en este artículo, de la crucifixión de Padre Pío.




Padre Pío fue ordenado Sacerdote el 10 de agosto de 1910 en la Catedral de Benevento. Desde entonces fue un Sacerdote que vivió en primera persona la Pasión de nuestro Señor en su propia carne, hasta el punto de llevar en su cuerpo impresas las llagas de la Crucifixión de Nuestro Señor, primero de forma invisible durante 10 años, cuando un 7 de septiembre de 1910 en Piana Romana, Pietrelcina, el Señor imprimió en su cuerpo los estigmas de la Pasión, que desaparecieron enseguida externamente por petición de Padre Pío y posteriormente le volvieron a aparecer ya de forma permanente durante 50 años estando rezando delante del crucifijo del Coro de la Iglesia de San Giovanni Rotondo, un 20 septiembre de 1918.


En una carta al Padre Benedetto, del 22 de octubre de 1918, el Padre Pío cuenta su "crucifixión": 


“¿Qué cosa os puedo decir a los que me han preguntado como es que ha ocurrido mi crucifixión? ¡Mi Dios que confusión y que humillación yo tengo el deber de manifestar lo que Tú has obrado en esta tu mezquina criatura! Fue la mañana del 20 del pasado mes (septiembre) en coro, después de la celebración de la Santa Misa, cuando fui sorprendido por el descanso en el espíritu, parecido a un dulce sueño. Todos los sentidos interiores y exteriores, además de las mismas facultades del alma, se encontraron en una quietud indescriptible. En todo esto hubo un total silencio alrededor de mí y dentro de mí; sentí enseguida una gran paz y un abandono en la completa privación de todo y una disposición en la misma rutina. 


Todo esto ocurrió en un instante. Y mientras esto se desarrolló; yo vi delante de mí un misterioso personaje parecido a aquél visto en la tarde del 5 de agosto. Éste era diferente del primero, porque tenía las manos, los pies y el costado que emanaban sangre. La visión me aterrorizaba; lo que sentí en aquel instante en mí; no sabría decirlo. Me sentí morir y habría muerto, si Dios no hubiera intervenido a sustentar mi corazón, el que me lo sentí saltar del pecho. 


La vista del personaje desapareció, y me percaté de que mis manos, pies y costado fueron horadados y chorreaban sangre. Imagináis el suplicio que experimenté entonces y que voy experimentando continuamente casi todos los días. La herida del corazón asiduamente sangra, comienza el jueves por la tarde hasta al sábado. Mi padre, yo muero de dolor por el suplicio y por la confusión que yo experimento en lo más íntimo del alma. Temo morir desangrado, si Dios no escucha los gemidos de mi pobre corazón, y tenga piedad para retirar de mí esta situación....”



Por años, de cada parte del mundo, los fieles acudían a él, para conseguir su potente intercesión cerca de Dios. 


Cincuenta años experimentados en la oración, en la humildad, en el sufrimiento y en el sacrificio, dónde para actuar su amor, el Padre Pío comenzó sus dos grandes obras: una vertical hacia Dios, con la fundación de los "Grupos de Oración" y la otra horizontal hacia los enfermos, con la construcción de un moderno hospital: "Casa Alivio del Sufrimiento." 

En septiembre los 1968 millares de devotos e hijos espirituales del Padre Pío se reunieron en un congreso en San Giovanni Rotondo para conmemorar juntos el 50° aniversario de los estigmas aparecidos en el Padre Pío y para celebrar el cuarto congreso internacional de los Grupos de Oración. Nadie habría imaginado que a las 02:30 de la madrugada del 23 de septiembre de 1968, sería el doloroso final de la vida terrena del Padre Pío de Pietrelcina. De este maravilloso fraile, escogido por Dios para derramar su Divina Misericordia de una manera tan especial.

Que San Pío de Pietrelcina nos bendiga desde el cielo a todos en este mes tan especial.
















































martes, 15 de agosto de 2017

SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN DE MARÍA AL CIELO

Hoy 15 de agosto, Solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María al cielo, vamos a hablar de Padre Pío y su tierna devoción mariana 

De niño, Francisco entraba en la iglesia de Pietrelcina para saludar a la Virgen de la “Libera”. En 1901, cuando tenía 14 años, fue a visitar el Santuario de nuestra Señora del Rosario de Pompeya, con otros 7 compañeros de escuela y acompañados por su maestro. El 6 de mayo de 1913 escribe al P. Agustín, su director espiritual: “Esta Madre tan tierna, en su gran misericordia, sabiduría y bondad ha querido verter en mi corazón tantas y tales gracias que, cuando me hallo en su presencia y en la de Jesús, me siento estrechamente unido y ligado al Hijo por medio de esta Madre!”.
Para mostrar su devoción a la Virgen y obtener más fácilmente sus gracias, él le ofrece sus sacrificios. El 21 de julio de 1913, escribe al padre espiritual: “Le pido el permiso de abstenerme de la fruta el miércoles en honor de la Virgen” y el 6 de enero de 1917 le pide el permiso de ayunar dos veces por mes, una vez en honor de la Virgen y la otra en honor de San Antonio.
Su amor a la Virgen era muy grande -cuenta un sacerdote-. Recuerdo que una vez le pedimos a Padre Pío, en la fiesta de la Asunción, un pensamiento sobre la Virgen para ese día. Se le iluminó el rostro y sollozando nos dijo:Hijos míos amemos a la Virgen. Ella (y aquí se emocionó) es nuestra Madre”. También nosotros nos pusimos a llorar, confundidos y humillados ante a tanto amor”.
Un día Cleonice Morcaldi, su hija espiritual, le preguntó a Padre Pío:
– Padre, ¿la Virgen viene uno que otro día a su celda?
-Mejor di -le contestó Padre Pío- si algún día no viene…
-¿Se le aparece como en Lourdes?- siguió preguntando atrevida Cleonice
-Eh, si. Allá se apareció ., pero aquí nada.
-¡Oh qué paraíso, Padre” Dígame un pensamiento sobre la grandeza de María para que me anime a amarla.
-¿No te basta saber que es Madre de Dios?¿Que todos los ángeles y santos no llegan a alabarla dignamente? Dios es el Padre del Verbo, María es la Madre del Verbo, hecho carne. Nada nos concede el Señor si no pasa por las manos de la Reina del Cielo. Si Dios es la fuente de agua viva, María es el acueducto que la lleva a nosotros. Ámala en la tierra y la contemplarás en el cielo.
Su Arma preferida:
Su amor a la Virgen se expresaba en particular por el rezo del Santo rosario que llevaba siempre enrollado en la mano o en el brazo, como si fuera un arma siempre empuñada.
Una tarde Padre Pío estaba en cama y lo asistía su sobrino Mario. El tío le dijo:
-Mario, tráeme el arma.
El sobrino buscó por aquí y por allá en la celda, sobre la mesa, en el cajón.
-Pero tío, no encuentro ninguna arma.
-Mira en el bolsillo de mi hábito.
El sobrino hurgó en el amplio bolsillo, y nada.
-Tío está sólo la corona del rosario.
-Tonto-, ¿no es esa el arma?
-“Toma esta arma”, le había dicho una vez en sueño la Virgen.
Sus cohermanos llamaban a Padre Pío “El rosario viviente” ¿hay oración mas bella -decía él- que aquella que nos enseñó Ella misma? Recen siempre el rosario”.
Y con el rosario en la mano, pronunciando dulcemente los nombres de Jesús y María, entregó su hermosa alma a Dios.
Le gustaba al Padre Pío contar ese sueño:
“Una noche soñé que estaba asomado a la ventana del coro y veía la plaza llena de gente. Les grité:
-¿Qué quieren?-La muerte de Padre Pío-contestaron
-Ah, entonces ustedes son comunistas! -les dije yo, y me metí al coro.
En aquel momento me viene al encuentro la Virgen y me dice:
-No le tengas miedo, aquí estoy yo. Toma esta arma, vuelve a la ventana y úsala.
Yo obedecí y todos se cayeron muertos.
“En nombre de la Virgen te curarás”
Una joven enfermera de Bolonia fue hospitalizada en octubre de 1952 por una forma nefrítica muy grave, necesitando la operación. Una noche le apareció en sueño Padre Pío diciéndole.”En nombre de la Virgen María tus riñones desde este momento, no sangrarán más” y la avisó que volvería. La mañana siguiente los médicos la encontraron clínicamente curada y la dieron de alta. Sin embargo ella dijo que los médicos la habían curado.
Se le apreció nuevamente Padre Pío, muy serio, reprochándole su mentira. “Ha sido la Virgen quien vino a curarte, recuérdate y repíteselo a todo el mundo, porque hay muchas jóvenes de tu edad que se están perdiendo, pero cuando sepan lo que te ocurrió, podrán rehabilitarse”.


“¿Quién no recuerda -escribe Curci- la oración de la “Visita de María Santísima” que Padre Pío rezaba todas la tardes, delante del Santísimo Sacramento? su corazón latía por Ella, y su alma se enternecía hasta las lágrimas cuando llegaba a aquella palabras “No me desampares mientras no me veas salvo en el cielo, bendiciéndote y cantando tus misericordias por toda la eternidad”.

jueves, 22 de junio de 2017

EL CORAZÓN DE JESÚS Y SAN PÍO DE PIETRELCINA

SAN PÍO DE PIETRELCINA EN EL MES DEL CORAZÓN DE JESÚS.

Grande fue durante toda su vida la devoción de San Pío de Pietrelcina al Sagrado Corazón de Jesús; no en balde quiso también Nuestro Señor obsequiarle un día del mes de junio con su glorificación, al ser Canonizado un 16 de junio de 2002 por su Santidad el Papa Juan Pablo II.



El Padre Pío de Pietrelcina que se llamó Francesco Forgione, nació en Pietrelcina, en un pequeño pueblo de la provincia de Benevento, el 25 de mayo de 1887.

Desde la tierna edad Francesco experimentó en sí el deseo de consagrarse totalmente a Dios. Cada mañana y cada tarde iba a la iglesia a visitar a Jesús y a la Virgen.

Del diario del Padre Agostino de San Marco in Lamis, quien fue uno de los directores espirituales del Padre Pío, se enteró de que el Padre Pío, desde el 1892, cuando apenas tenía cinco años, ya vivió sus primeras experiencias Místicas. Los Éxtasis y las apariciones de Jesús y la Santísima Virgen fueron tan frecuentes que al niño le pareció que eran absolutamente normales.

Ingresó en la Orden de los Capuchinos y fue ordenado sacerdote en la Catedral de Benevento, el 10 de agosto de 1910. Tuvo así inicio su vida sacerdotal que a causa de sus precarias condiciones de salud, se desarrollará primero en muchos conventos de la provincia de Benevento. A partir del 4 de septiembre de 1916 llegó al convento de San Giovanni Rotondo, sobre el Gargano, dónde se quedó hasta el 23 de septiembre de 1968, día de su sentida muerte.

En este largo período el Padre Pío iniciaba sus días despertándose por la noche, muy antes del alba, se dedicaba a la oración con gran fervor aprovechando la soledad y silencio de la noche. Visitaba diariamente por largas horas a Jesús Sacramentado, preparándose para la Santa Misa, y de allí siempre sacó las fuerzas necesarias, para su gran labor para con las almas, al acercarlas a Dios en el Sacramento Santo de la Confesión, confesaba por largas horas, hasta 14 horas diarias, y así salvó muchas almas.

Uno de los acontecimientos que señaló intensamente la vida del Padre Pío fue lo que se averiguó la mañana del 20 de septiembre de 1918, cuando, rogando delante del Crucifijo del coro de la vieja iglesia pequeña, el Padre Pío tuvo el maravilloso regalo de los estigmas. Los estigmas o las heridas fueron visibles y quedaron abiertas, frescas y sangrantes, por medio siglo. Este fenómeno extraordinario volvió a llamar, sobre el Padre Pío la atención de los médicos, de los estudiosos, de los periodistas pero sobre todo de la gente común que, en el curso de muchas décadas fueron a San Giovanni Rotondo para encontrar al santo fraile.

En una carta al Padre Benedetto, del 22 de octubre de 1918, el Padre Pío cuenta su “crucifixión”:


“¿Qué cosa os puedo decir a los que me han preguntado como es que ha ocurrido mi crucifixión? ¡Mi Dios que confusión y que humillación yo tengo el deber de manifestar lo que Tú has obrado en esta tu mezquina criatura!

Fue la mañana del 20 del pasado mes (septiembre) en coro, después de la celebración de la Santa Misa, cuando fui sorprendido por el descanso en el espíritu, parecido a un dulce sueño. Todos los sentidos interiores y exteriores, además de las mismas facultades del alma, se encontraron en una quietud indescriptible. En todo esto hubo un total silencio alrededor de mí y dentro de mí; sentí enseguida una gran paz y un abandono en la completa privación de todo y una disposición en la misma rutina.

Todo esto ocurrió en un instante. Y mientras esto se desarrolló; yo vi delante de mí un misterioso personaje parecido a aquél visto en la tarde del 5 de agosto. Éste era diferente del primero, porque tenía las manos, los pies y el costado que emanaban sangre. La visión me aterrorizaba; lo que sentí en aquel instante en mí; no sabría decirlo. Me sentí morir y habría muerto, si Dios no hubiera intervenido a sustentar mi corazón, el que me lo sentí saltar del pecho.

La vista del personaje desapareció, y me percaté de que mis manos, pies y costado fueron horadados y chorreaban sangre. Imagináis el suplicio que experimenté entonces y que voy experimentando continuamente casi todos los días. La herida del corazón asiduamente sangra, comienza el jueves por la tarde hasta al sábado. Mi padre, yo muero de dolor por el suplicio y por la confusión que yo experimento en lo más íntimo del alma. Temo morir desangrado, si Dios no escucha los gemidos de mi pobre corazón, y tenga piedad para retirar de mí esta situación….”


Por años, de cada parte del mundo, los fieles fueron a este sacerdote estigmatizado, para conseguir su potente intercesión cerca de Dios. Cincuenta años experimentados en la oración, en la humildad, en el sufrimiento y en el sacrificio, dónde para actuar su amor, el Padre Pío realizó dos iniciativas en dos direcciones: un vertical hacia Dios, con la fundación de los “Grupos de ruego”, hoy llamados “grupos de oración” y la otra horizontal hacia los hermanos, con la construcción de un moderno hospital: “Casa Alivio del Sufrimiento.”

En septiembre los 1968 millares de devotos e hijos espirituales del Padre Pío se reunieron en un congreso en San Giovanni Rotondo para conmemorar juntos el 50° aniversario de los estigmas aparecidos en el Padre Pío y para celebrar el cuarto congreso internacional de los Grupos de Oración. Nadie habría imaginado que a las 2.30 de la madrugada del 23 de septiembre de 1968, sería el doloroso final de la vida terrena del Padre Pío de Pietrelcina. De este maravilloso fraile, escogido por Dios para derramar su Divina Misericordia de una manera tan especial.

Muchas han sido las sanaciones y conversiones concedidas por la intercesión del Padre Pío e innumerables milagros han sido reportados a la Santa Sede.

Los preliminares de su Causa se iniciaron en noviembre de 1969. El 18 de diciembre de 1997, Su Santidad Juan Pablo II lo pronunció venerable. Este paso, aunque no tan ceremonioso como la beatificación, es ciertamente la parte más importante del proceso. El venerable Padre Pío fue beatificado el 2 de mayo de 1999. Tan grande fue la multitud en la Misa de beatificación, que desbordaron la Plaza de San Pedro y toda la Avenida de la Conciliación hasta el río Tiber sin ser estos lugares suficiente. Millones además lo contemplaron por la televisión en el mundo entero.

El día 16 de junio del 2002, su Santidad Juan Pablo II canonizó al Beato Padre Pío. Es el primer sacerdote canonizado que ha recibido los estigmas de nuestro Señor Jesucristo.

Su beatificación y su canonización fueron las de mayor asistencia en la historia. La plaza de San Pedro y sus alrededores no pudieron contener las multitudes.


NOVENA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS QUE SAN PÍO REZABA A DIARIO:

¡Oh, Jesús mío! que dijiste: "en verdad os digo, pedid y recibiréis, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá" He aquí que, confiado en tu Palabra divina llamo, busco y te pido la gracia...

Padre Nuestro, Ave María y Gloria

Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío


¡Oh, Jesús mío! que dijiste: "en verdad os digo, todo lo que pedireis a mi Padre en mi Nombre, El os lo concederá" He aquí que, confiado en tu Palabra divina, pido al Eterno Padre en tu Nombre la gracia...

Padre Nuestro, Ave María y Gloria

Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío

¡Oh, Jesús mío! que dijiste: "en verdad os digo, los cielos y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán." He aquí que, confiado en la infalibilidad de Tu Palabra divina, te pido la gracia...


Padre Nuestro, Ave María y Gloria

Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío

Oh, Sagrado Corazón de Jesús, infinitamente compasivo con los desgraciados, ten piedad de nosotros, pobres pecadores, y concédenos las gracias que te pedimos por medio del Inmaculado Corazón de María, nuestra tierna Madre.

San José, padre adoptivo del Sagrado Corazón de Jesús, ruega por nosotros.

sábado, 13 de mayo de 2017

LA VIRGEN DE FÁTIMA Y PADRE PÍO

Es bien conocida la devoción filial de Padre Pío a nuestra Madre Santísima en su advocación de la Virgen de Fátima.
El 6 de agosto de 1959, la imagen de la Virgen de Fátima, peregrina en Italia por las capitales de provincia, haciendo una excepción, fue llevada a San Giovanni Rotondo, en consideración al Padre Pío. 

La imagen fue acompañada solemnemente a la iglesia del convento. 

¿Qué es lo que sucedió? Dejamos la palabra a un testigo ocular, el padre Raffaele da Sant’Elia a Pianisi: 
«La iglesia permanece abierta día y noche y está siempre abarrotada de fieles que rezan. El Padre Pío está en cama y reza. Al día siguiente, 7 de agosto, lo bajan a la iglesia, sentado en una silla, y cada tanto se detienen para no cansarlo. Cuando está a los pies de la Virgen, conmovido y con lágrimas en los ojos, la besa con afecto y coloca en sus manos un Rosario bendecido por él; después se le sube porque está cansado y por miedo a un colapso... más de tres meses de enfermedad, de ayuno y de cama... Por la tarde, la Virgen es llevada a la Casa Alivio del Sufrimiento, donde recorre todas las secciones, y, por fin, es subida a la terraza, donde el helicóptero está preparado para partir. El Padre Pío manifiesta su deseo de querer saludarla de nuevo antes de que se marche, y, de nuevo sentado en una silla, es llevado al coro de la nueva iglesia y se asoma a la última ventana de la derecha de quien mira desde la plaza. Entre los “vivas” de una gran multitud de fieles, el helicóptero emprende el vuelo, pero, antes de enfilar la ruta prefijada, da tres vueltas sobre el convento y la iglesia para saludar al Padre Pío. Éste, al ver el helicóptero que se mueve con su Virgen, conmovido, con fe y lágrimas en sus ojos, dice: “Señora, Madre mía, llegaste a Italia y yo quedé enfermo; ahora te vas y ¡me dejas enfermo!”. Dicho esto, baja la cabeza, mientras un escalofrío lo sacude y recorre todo su cuerpo. El Padre Pío ha recibido la gracia y se siente bien. Al día siguiente, aunque casi todos se lo desaconsejan, puede celebrar en la iglesia. 

Por la tarde, llega de forma providencial el doctor Gasbarrini, que lo examina minuciosamente, lo encuentra clínicamente curado y dice a los frailes presentes, entre los que me encontraba yo: “El Padre Pío está bien y mañana puede sin reparo alguno celebrar en la iglesia”.

¡Cuál no fue el júbilo para nosotros y para todo el pueblo! Con rapidez se divulgó la noticia de que la Virgen de Fátima había devuelto la vida al Padre Pío, y desde aquel día él reemprendió todas sus actividades apostólicas: Misa y confesiones, como anteriormente. Hubo alguna voz disonante que quería negar el milagro, pero él decía: “Lo sé yo si estoy o no estoy curado y si ha sido un milagro de la Virgen; soy yo el que debo juzgarlo”

Cuando más adelante contaba este milagro, no podía nunca llegar al final porque comenzaba a llorar».
El Padre Agostino da San Marco in Lamis afirma, en su Diario, que el Padre Pío, encontrándose en su celda con un hermano en religión, «en su simplicidad infantil exclamó: “La Virgen ha venido aquí porque quería curar al Padre Pío”».

San Pío de Pietrelcina enseñaba la piedad mariana a sus hijos espirituales, no sólo de palabra, sino sobre todo con su conducta. De su modo de comportarse nos quedan dos ejemplos admirables.

El primero es el tiempo, desde las 11 a las 12, que pasaba cada día en oración en el matroneo de la iglesia. Con el Rosario en la mano, sentado y con los brazos apoyados en el respaldo del reclinatorio, dirigía miradas llenas de amor a Jesús Sacramentado y a Nuestra Señora de las Gracias, representada en el espléndido mosaico. Los fieles, que abarrotaban el templo, seguían cada movimiento del Padre Pío y quedaban impactados por su fervor y su piedad. A las 12 en punto rezaba el “Ángelus Domini” con los fieles, impartía la bendición y bajaba al refectorio para encontrarse con los otros religiosos. Todos los que lo habían acompañado en el rezo, abandonaban el templo como enjambres de abejas, felices y contentos por haber rezado con un “santo” y haber recibido su bendición. Se sentían más ligeros y se daban prisa para otra cita del día, a fin de estar de nuevo con el “santo” y orar con él.

Esta segunda cita era la función vespertina, oficiada casi siempre por el Padre Pío. Arrodillado en las gradas del altar, delante de Jesús Sacramentado y a los pies de la imagen de Nuestra Señora de las Gracias, recitaba en primer lugar la “Visita a Jesús Sacramentado” y después la “Visita a María Santísima”. ¿Quién no recuerda la conmoción de su voz? ¿Cómo olvidar el “pathos” espiritual y místico que llegaba a crearse en todos los que seguían cada una de sus palabras? 

El punto culminante de la conmoción, en él y en los fieles, tenía lugar cuando el Padre, con un sollozo en la garganta, suplicaba: «Te venero, oh gran Reina, y te doy las gracias por todos los favores que me has concedido hasta el presente, especialmente por haberme liberado del infierno, tantas veces merecido por mí».


Fuente: " La presencia materna de Marìa Santìsima en la vida de Padre Pio" de Fr. GERARDO DI FLUMERI

lunes, 1 de mayo de 2017

PADRE PÍO Y SU DEVOCIÓN A MARÍA

UNA DEVOCIÓN MARIANA DESDE SU INFANCIA
De niño, a Francisco le gustaba entrar en la iglesia de Pietrelcina a saludar a la Virgen de la “Libera”.

En 1901, cuando tenía 14 años, fue a visitar el santuario de nuestra Señora del Rosario de Pompeya con otros 7 compañeros de escuela y acompañados por el maestro Don Ángel. De mayor esta sería otra de sus advocaciones marianas preferidas. 

El 6 de mayo de 1913 escribe al P. Agustín, su director espiritual:
“Esta Madre tan tierna, en su gran misericordia, sabiduría y bondad ha querido verter en mi corazón tantas y tales gracias.
Que, cuando me hallo en su presencia y en la de Jesús, me siento estrechamente unido y ligado al Hijo por medio de esta Madre!”. 


El Padre Pío llamaba el mes de mayo: “el mes de la hermosa Mamita”.

El 1 de mayo de 1912, él escribía a su padre espiritual:
“¡oh el hermoso mes de mayo! El más bonito del año. Si, padre mío ¡este mes nos recuerda muy bien las dulzuras y la belleza de María!

Pensando en los muchos beneficios que me ha hecho esta querida Mamita, tengo vergüenza de mí mismo por no haberla amado y servido lo bastante: en cambio, a sus cuidados afectuosos he respuesto con ingratitudes”

“El mes de mayo para mí es el mes de las gracias y este año espero recibir dos: que me recoja consigo para no seguir viendo esas caras feas (demonios).

La otra, usted la conoce. Quisiera tener una voz poderosa para invitar a todos los pecadores del mundo a amar a la Virgen”

Para mostrar su devoción a la Virgen y obtener más fácilmente sus gracias, él le ofrece sus sacrificios.

El 21 de julio de 1913, escribe al padre espiritual: “Le pido el permiso de abstenerme de la fruta el miércoles en honor de la Virgen” .

Un día Cleonice Morcaldi, su hija espiritual, le preguntó a Padre Pío:
– Padre, ¿la Virgen viene uno que otro día a su celda?
–Mejor dime -contestó Padre Pío- si algún día no viene…

Su amor a la Virgen se expresaba en particular por el rezo del Santo Rosario que llevaba siempre enrollado en la mano o en el brazo, como si fuera un arma siempre empuñada.

Sus cohermanos llamaban a Padre Pío “El Rosario viviente”.

Una vez lo oyeron decir: “quisiera que los días tuvieran 48 horas para poder redoblar los Rosarios”. Todo los dones y prodigios para las almas los obtenía a través del Santo Rosario.

Un día le pidieron sus hijos espirituales les dejara su herencia espiritual. Padre Pío respondió inmediatamente sin pensar siquiera: “El Rosario”.

Y poco antes de la muerte a su amigo y hermano Fray Modestino le dijo: “¡Amen a la Virgen y háganla amar. Reciten siempre el Rosario!”.

Una joven enfermera de Bolonia fue hospitalizada en octubre de 1952 por una forma nefrítica muy grave, necesitando la operación. Una noche le apareció en sueño Padre Pío diciéndole.

”En nombre de la Virgen María tus riñones desde este momento, no sangrarán más” y la avisó que volvería.

La mañana siguiente los médicos la encontraron clínicamente curada y la dieron de alta. Sin embargo ella dijo que los médicos la habían curado.

Se le apreció nuevamente Padre Pío, muy serio, reprochándole su mentira.

“Ha sido la Virgen quien vino a curarte, recuérdate y repíteselo a todo el mundo, porque hay muchas jóvenes de tu edad que se están perdiendo, pero cuando sepan lo que te ocurrió, podrán rehabilitarse”.

Fuente: “Foros de la Virgen María”

domingo, 16 de abril de 2017

¡CRISTO VIVE! FELIZ PASCUA

CRISTO HA RESUCITADO
Exulten por fin los coros de los ángeles,
exulten las jerarquías del cielo,
y por la victoria de Rey tan poderoso
que las trompetas anuncien la salvación.

Goce también la tierra,
inundada de tanta claridad,
y que, radiante con el fulgor del Rey eterno,
se sienta libre de la tiniebla
que cubría el orbe entero.

Alégrese también nuestra madre la Iglesia,
revestida de luz tan brillante;
resuene este templo con las aclamaciones del pueblo.

En verdad es justo y necesario
aclamar con nuestras voces
y con todo el afecto del corazón
a Dios invisible, el Padre todopoderoso,
y a su único Hijo, nuestro Señor Jesucristo.

Porque él ha pagado por nosotros al eterno Padre
la deuda de Adán
y, derramando su sangre,
canceló el recibo del antiguo pecado.

Porque éstas son las fiestas de Pascua,
en las que se inmola el verdadero Cordero,
cuya sangre consagra las puertas de los fieles.

Ésta es la noche
en que sacaste de Egipto
a los israelitas, nuestros padres,
y los hiciste pasar a pie el mar Rojo.

Ésta es la noche
en que la columna de fuego
esclareció las tinieblas del pecado.

Ésta es la noche
en que, por toda la tierra,
los que confiesan su fe en Cristo
son arrancados de los vicios del mundo
y de la oscuridad del pecado,
son restituidos a la gracia
y son agregados a los santos.

Ésta es la noche
en que, rotas las cadenas de la muerte,
Cristo asciende victorioso del abismo.
¿De qué nos serviría haber nacido
si no hubiéramos sido rescatados?

¡Qué asombroso beneficio de tu amor por nosotros!
¡Qué incomparable ternura y caridad!
¡Para rescatar al esclavo, entregaste al Hijo!

Necesario fue el pecado de Adán,
que ha sido borrado por la muerte de Cristo.
¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor!

¡Qué noche tan dichosa!
Sólo ella conoció el momento
en que Cristo resucitó de entre los muertos.

Ésta es la noche
de la que estaba escrito:
«Será la noche clara como el día,
la noche iluminada por mí gozo.»

Y así, esta noche santa
ahuyenta los pecados,
lava las culpas,
devuelve la inocencia a los caídos,
la alegría a los tristes,
expulsa el odio,
trae la concordia,
doblega a los poderosos.

En esta noche de gracia,
acepta, Padre santo,
este sacrificio vespertino de alabanza
que la santa Iglesia te ofrece
por rnedio de sus ministros
en la solemne ofrenda de este cirio,
hecho con cera de abejas.

Sabernos ya lo que anuncia esta columna de fuego,
ardiendo en llama viva para gloria de Dios.
Y aunque distribuye su luz,
no mengua al repartirla,
porque se alimenta de esta cera fundida,
que elaboró la abeja fecunda
para hacer esta lámpara preciosa.

¡Que noche tan dichosa
en que se une el cielo con la tierra,
lo humano y lo divino!

Te rogarnos, Señor, que este cirio,
consagrado a tu nombre,
arda sin apagarse
para destruir la oscuridad de esta noche,
y, como ofrenda agradable,
se asocie a las lumbreras del cielo.
Que el lucero matinal lo encuentre ardiendo,
ese lucero que no conoce ocaso
y es Cristo, tu Hijo resucitado,
que al salir del sepulcro,
brilla sereno para el linaje humano,
y vive y reina glorioso
por los siglos de los siglos.
Amén

martes, 11 de abril de 2017

XIV ESTACIÓN. JESÚS ES PUESTO EN EL SEPULCRO

XIV – ESTACIÓN: Jesús es depositado en el sepulcro Te adoramos Cristo y te bendecimos porque con tu Santa Cruz has redimido al mundo 
José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y lo puso en su sepulcro nuevo que había hecho excavar en la roca; luego hizo rodar una gran piedra hasta la entrada del sepulcro y se fue, (Mt 27, 59, 60). Mientras José cierra el sepulcro de Jesús, el desciende a los infiernos y se abre internamente la puerta. Aquella que la Iglesia Occidental llama “descenso a los infiernos” y la Iglesia Oriental la celebra como Anastasi, que es “Resurrección”. Las Iglesias hermanas comunican también al hombre la plena verdad de este único Misterio
“He aquí, yo abro aquí vuestros sepulcros, los hago salir de las tumbas, oh pueblo mío haré entrar en vosotros mi espíritu y viviréis (Ez 37, 12-14) 
Tu Iglesia, Señor, cada mañana canta: “gracias a la ternura y misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que surge en lo alto, para resplandecer sobre aquellos que están en tinieblas y en sombra de muerte” (Lc 1, 78-79)
El hombre, ofuscado de la luz que tienen el color de la tiniebla, empujado por la fuerza del mal, ha rodado una gran piedra y te ha encerrado en el sepulcro. Pero nosotros sabíamos que tu, Dios humilde, en el silencio en el cual te ha puesto nuestra libertad, estás trabajando para generar una nueva gracia en el hombre que amas. Entra pues en nuestro sepulcro; reaviva la chispa de tu amor en el corazón de cada hombre, en el útero de cada familia, en el camino de todo pueblo.

Oh Cristo Jesús! Todos caminamos hacia nuestra muerte y a nuestra tumba. Permítenos cerrarnos en espíritu junto a tu sepulcro. Que la potencia de Vida que en ella se ha manifestado perfore nuestro corazón, que esta Vida se convierta en la luz de nuestra peregrinación en la tierra. Amén. San Juan Pablo II.
Por aquellos que en el mundo mueren en la desesperación.

Ave María.

Oh Señor, Al término del camino de la Via crucis, no nos puedes dejar. Aunque retornemos a nuestra actividad, tu quedas dentro nuestro, habitándonos y haciendo de nosotros tu casa. Nosotros estamos destinados a mirar desde tus ojos moribundos, mientras contemplamos tu corazón atravesado. Por esto te damos gracias, porque en la oscuridad de tu pasión has hecho surgir la aurora de la esperanza; En el abandono y en la soledad de los hombres de todo el mundo has revelado tu infinito amor por nosotros. Concédenos poder ser hombres y mujeres alegres en las fiestas pascuales, en los días luminosos como en aquellos sombríos, en camino hacia tu Reino. (G. Ransenigo) 

XIII ESTACIÓN. JESÚS ES PUESTO EN BRAZOS DE SU MADRE

XIII- ESTACION: Jesús es bajado de la cruz 
Te adoramos Cristo y te bendecimos porque por  tu Santa Cruz has redimido al mundo 
Y ya al atardecer, como era la preparación es decir, la víspera del sábado, vino José de Arimatea, miembro respetado del Consejo, que esperaba también el Reino de Dios, y tuvo la valentía de entrar donde Pilato y pedirle el cuerpo de Jesús. Él comprando una sábana, lo descolgó de la cruz. (Mc 15, 42-43, 46) José de Arimatea acoge a Jesús aún antes de haber visto su gloria. Lo acoge derrotado, de malhechor, desecho. Solicita el cuerpo a Pilato para no permitir que fuera puesto en la fosa común. José pone en riesgo su reputación y quizás, como Tobías, también su vida (cfr Tb1, 15-20). Pero el coraje de José no es la audacia del héroe en la batalla. El coraje de José es la fuerza de la fe. Una fe que se vuelve bienvenida, gratuidad y amor. En una palabra: caridad. ¡Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni en la senda de los pecadores se detiene, ni en el banco de los burlones se sienta, mas se complace en la ley del Señor, su ley susurra día y noche, es como un árbol plantado junto a corrientes de agua que da a su tiempo el fruto y jamás se amustia su follaje, todo lo que hace sale bien.( Sal1, 1-3) 
Por aquellos que han muerto a causa de la violencia o de la guerra.
Padre Nuestro

XII ESTACIÓN. JESÚS MUERE EN LA CRUZ

XII – ESTACIÓN: Jesús muere en la cruz 
Te adoramos Cristo y te bendecimos porque con tu Santa Cruz has redimido al mundo 
Llegada la hora sexta, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona. A la hora nona gritó Jesús con fuerte voz: Eloi, Eloi, lema sabactàni?” que quiere decir: “¡Dios mío, Dios mío ¿porqué me has abandonado?. Al oír esto algunos de los presentes decían “mira, llama a Elías”. Entonces uno fue corriendo a empapar una esponja en vinagre y sujetándola a una caña le ofrecía de beber diciendo: “Dejad, vamos a ver si viene Elías a descolgarle”. Pero Jesús lanzando un fuerte grito, expiró. Y el velo del Santuario se rajó en dos, de arriba abajo. Al ver el centurión, que estaba frente al él, que había expirado de esa manera dijo: “Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios.(Mc 15, 33-39). 
Jesús se dirige al Padre gritando la primera palabra del Salmo 22. El grito de Jesús es el grito de cada crucificado de la historia, del abandonado, del humillado, del mártir y del profeta, de quien es calumniado y condenado injustamente, de quien está en el exilio o la cárcel. Es el grito de la desesperación humana que se desahoga, pero es la victoria de la fe que transforma la muerte en vida eterna. “Anunciaré tu nombre a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré (Sal 22, 23). 
Jesús muere en la cruz. ¿Es la muerte de Dios?. No, es la celebración más alta del testimonio de la fe. 
Señor Dios del corazón, solo vos conoces a fondo mi pena, solo vos sabes que toda mi angustia proviene en mi del temor que tengo de perderte, de ofenderte, del temor que tengo en mi de no amarte cuanto mereces y que yo debo y deseo; Dame  la fuerza para que yo combata y obtenga el premio de las almas fuertes. (Ep II, lett 57, p 370) 
Por todos aquellos que en el mundo mueren solos y abandonados. 
Ave Maria

XI ESTACIÓN. JESÚS ES CRUCIFICADO

XI – ESTACIÓN: Jesús es crucificado Te adoramos Cristo y te bendecimos porque con tu Santa Cruz has redimido al mundo 
Uno de los malhechores colgados le insultaba: ¿no eres tú el Cristo?, pues sálvate a ti y a nosotros. Pero el otro le respondió diciendo: ¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Y nosotros con razón porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio éste nada malo ha hecho. Y decía: Jesús, acuérdate de mi cuando entres en tu Reino. Jesús le dijo: Yo te aseguro, hoy estarás conmigo en el Paraíso (Lc 23, 39-43) 
A derecha e izquierda de Jesús hay dos malhechores, probablemente dos homicidas. Aquellos dos malhechores hablaron al corazón de cada hombre porque indican dos modos diferentes de estar en la cruz; el primero maldice a Dios, el segundo reconoce a Dios en aquella cruz. El primer malhechor propone la solución más cómoda para todos, propone una salvación humana y mira hacia abajo. La salvación para él significa escapar de la cruz y eliminar el sufrimiento. El segundo malhechor, por lo contrario propone una salvación divina y tiene la mirada vuelta hacia el cielo. La salvación para él significa aceptar la voluntad de Dios aún en las peores condiciones. El triunfo del amor y del perdón. 
De los escritos del padre Pío: 
Alzad siempre vuestra cruz al cielo también en aquel momento, en el cual la desolación toma vuestro espíritu; gritad fuerte con la paciencia de Job, el cual puesto por el Señor en el estado en que vosotros estáis al presente, gritaba al Señor: “Aunque tú me mates, o Señor, en ti espero”  (Ep II, lett 55,p 361) 

Dame, oh crucificado por amor, aquel tu perdón que olvida y aquella tu Misericordia que recrea. Hazme experimentar, en cada Confesión, la gracia que me ha creado a tu imagen y semejanza y que me recrea cada vez que yo pongo mi vida, con toda su miseria, en las manos piadosas del Padre. Que tu perdón resuene para mi como certeza del amor que me salva, me hace nuevo y me hace estar contigo para siempre. Entonces yo seré un criminal indultado y todo perdón suyo será como una prueba del paraiso desde hoy.
Por los enfermos, especialmente los terminales de todo el mundo.
Padre Nuestro 

X ESTACIÓN. JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS

X – ESTACION: Jesús es despojado de sus vestiduras 
Te adoramos Cristo y te bendecimos porque con tu Santa Cruz has redimido al mundo 
Le crucifican y se reparten sus vestidos, echando a suerte a ver que se llevaba cada uno (Mc 15,24) Es enorme la distancia que separa al Crucificado de sus verdugos. El mezquino interés por sus vestidos no les permite conocer el significado del cuerpo inerme, despreciado, escarnecido y atormentado en el cual está la divina voluntad de salvación de la humanidad entera. Aquel cuerpo que el Padre ha “preparado” para el Hijo (cfr Sal 40,7) ahora expresa el amor del Hijo hacia el Padre y el regalo  total de Jesús a la humanidad. Aquel cuerpo despojado de todo, salvo del amor encierra en si el dolor inmenso de la humanidad y narra toda su herida, sobre todo los más dolorosos: las heridas de los niños profanados en su intimidad. Aquel cuerpo mudo y sangrante, flagelado y humillado, indica el camino de la justicia. La justicia de Dios que transforma el sufrimiento más atroz en la luz de la resurrección. 
Señor Jesús, quiero presentarte a toda la humanidad sufriente. Los cuerpos de hombres y mujeres, de niños y ancianos, de enfermos y de incapacitados no respetados en su dignidad. Cuanta violencia a lo largo de la historia de esta humanidad han golpeado aquello que el hombre posee más suyo, algo sagrado y bendito porque viene de Dios. Te rogamos, Señor, por el que ha sido violado en su intimidad, por el que no comprende el misterio de su cuerpo, por cualquier persona que no acepta o desfigura la belleza, por el que no respeta la debilidad y la sacralidad del cuerpo que envejece y muere.  Y que un día nuevamente se levantará. 
Por todos los niños.
Ave María

IX ESTACIÓN. JESÚS CAE POR TERCERA VEZ

IX –ESTACIÓN: Jesús cae por tercera vez 
Te adoramos Cristo y te bendecimos porque por tu Santa Cruz has redimido al mundo 

Él, siendo de condición divina no retuvo el privilegio de ser igual a Dios, sino que se despojó de si mismo tomando la condición de siervo, haciéndose semejante a los hombres. (Fil 2, 67) 
Jesús cae por tercera vez. El hijo de Dios llega casi hasta al fondo de la condición humana. En esta caída entra aún mas establemente en la historia de la humanidad y acompaña en todo momento a la humanidad sufriente. “Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (Mt, 28.20). 
Cuantas veces hombres y mujeres caen a tierra. Cuantas veces los hombres, las mujeres y los niños sufren por una familia rota. Cuantas veces los hombres y las mujeres piensan que no tienen más dignidad porque no tienen trabajo. Cuantas veces los jóvenes están obligados a vivir una vida precaria y pierden la esperanza en el futuro, y por Misericordia de Dios descienden hasta el punto de yacer en el polvo de la calle, polvo bañado con el sudor de Adán y con la sangre de Jesús y de todos los mártires de la historia, polvo bendecido con las lagrimas de tantos hermanos caídos por la violencia y el agotamiento del hombre por el hombre. A este polvo bendecido, ultrajado y violado por el egoísmo humano, el Señor ha reservado su último abrazo.
De los escritos del Padre Pío 
Conservemos siempre una voluntad que no busque a otro sino a Dios y su gloria.  Si nos esforzamos en ir siempre adelante en esta bella virtud  aquel que nos la enseñó se enriquecerá siempre de nueva luz y mayores favores celestes (Ep I, 268, 607) 
Señor Jesús, Postrado sobre esta tierra reseca, mantente cercano a todos los hombres que sufren e infunde en sus corazones la fuerza de levantarse. Te ruego, Dios de la Misericordia, por todos aquellos que están en tierra por tantos motivos: pecados personales, matrimonios fallidos, soledad, pérdida del trabajo, dramas familiares, angustia del futuro. Haz sentir que Tú no estás distante de cada uno de ellos, porque el más cercano a Ti, que eres la Misericordia encarnada, es el hombre que advierte más la necesidad del perdón y continúa esperando contra toda esperanza
Para que en la dificultad los jóvenes encuentren el confort del Maestro 
Padre Nuestro