miércoles, 11 de octubre de 2023

9 NOVENA A LA VIRGEN DEL PILAR

DÍA NOVENO :

Canto: Bendita y alabada sea la hora, en que María Santísima vino en carne mortal a Zaragoza. Por siempre sea bendita y alabada. 

+ En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo, Amen.

Director: Venid y honremos a la Santísima Virgen del Pilar

Todos: Ella es virgen Santa, luz hermosa, claro día, Ella se dignó visitar nuestra patria.

D: Cantemos himnos de honor y de alabanza

T: Ella es la gloria de nuestra raza, la alegría de nuestro pueblo, la esperanza del mundo.

D: Honremos su Pilar, faro resplandeciente, rico presente de amor.

T: Su pilar nos preside de día y de noche. En él tenemos puesta nuestra fortaleza y nuestra confianza.

D: Veneremos su santo nombre, el nombre glorioso del Pilar.

T: Ella escogió esta tierra y la santificó para vivir en ella siempre con nosotros.

D: Gloria al Padre...

T: Como era en el principio...

Rezo del Santo Rosario o la lectura propuesta para este día. Canto del Himno y petición personal.

Pueden hacerse las Preces y Oración que se propone cada día, o terminar con las siguientes aclamaciones y Oración del Pilar.


ACLAMACIONES:

D: Tenemos por guía la Columna que nunca faltó delante del pueblo.

T: Ni de día ni de noche.

D: Invocaban al Señor y Él los oía.

T: Desde la Columna de nube hablaba con ellos.

D: Me pondrá en el alto sobre una piedra y luego levantara mi cabeza sobre mis enemigos.

T: Yo estaré allí delante de Ti sobre la Piedra.

D: Corona De Oro sobre su cabeza, adornada con sello de Santidad.

T: Ornamento de gloria, obra primorosa qué cautiva las miradas.

D: Labraste con esmero un monumento en lugar elevado.

T: Una mansión para Ti en la roca.

ORACIÓN DEL PILAR:

D: Ruega por nosotros santa María del Pilar.

T: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

Oremos, Dios todopoderoso y eterno, que en la gloriosa Madre de tu Hijo has concedido una amparo celestial a cuántos la invocan con la secular advocación del Pilar, concédenos, por su intercesión, Fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor.

Por Jesucristo nuestro Señor.

Canto (himno)

LECTURA PARA EL DIA NOVENO:
Observa cuán adecuadamente brilló por toda la tierra, ya antes de la asunción, el admirable nombre de María y se difundió por todas partes su ilustre fama, antes de que fuera ensalzada su majestad sobre los cielos. Convenía, en efecto, que la Madre virgen, por el honor debido a su Hijo, reinase primero en la tierra y, así, penetrara luego gloriosa en el cielo; convenía que fuera engrandecida aquí abajo, para penetrar luego, llena de santidad, en las mansiones celestiales, yendo de virtud en virtud y de gloria en gloria por obra del Espíritu del Señor.

Así pues, durante su vida mortal, gustaba anticipadamente las primicias del reino futuro, ya sea elevándose hasta Dios con inefable sublimidad, como también descendiendo hacia sus prójimos con indescriptible caridad. Los ángeles la servían, los hombres le tributaban su veneración. Gabriel y los ángeles la asistían con sus servicios; también los apóstoles cuidaban de ella, especialmente san Juan, gozoso de que el Señor, en la cruz, le hubiese encomendado su Madre virgen, a él, también virgen. Aquéllos se alegraban de contemplar a su Reina, éstos a su Señora, y unos y otros se esforzaban en complacerla con sentimientos de piedad y devoción.

Y ella, situada en la altísima cumbre de sus virtudes, inundada como estaba por el mar inagotable de los carismas divinos, derramaba en abundancia sobre el pueblo creyente y sediento el abismo de sus gracias, que superaban a las de cualquiera otra criatura. Daba la salud a los cuerpos y el remedio para las almas, dotada como como estaba del poder de resucitar de la muerte corporal y espiritual. Nadie se apartó jamás triste o deprimido de su lado, o ignorante de los misterios celestiales. Todos volvían contentos a sus casas, habiendo alcanzado por la Madre del Señor lo que deseaban.

Plena hasta rebosar de tan grandes bienes, la Esposa, Madre del Esposo único, suave y agradable, llena de delicias, como una fuente de los jardines espirituales, como un pozo de agua viva y vivificante, que mana con fuerza del Líbano divino, desde el monte de Sión hasta las naciones extranjeras, hacía derivar ríos de paz y torrentes de gracia celestial. Por esto, cuando la Virgen de las vírgenes fue llevada al cielo por el que era su Dios y su Hijo; el Rey de reyes, en medio de la alegría y exultación de los ángeles y arcángeles y de la aclamación de todos los bienaventurados, entonces se cumplió la profecía del Salmista, que decía al Señor: De pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir.

(De las homilías de San Amadeo de Lausana, obispo)

PRECES:
Hermanos: En este día de la novena a la Virgen del Pilar,  alabemos a Dios e invoquemos su misericordia; ofrezcamos al Señor nuestras obras y digamos todos:

Escúchanos, Señor

- Tú elegiste a la Virgen Maria como santa morada para tu Hijo; haz de nosotros templos de tu Espíritu.

- Padre de Sabiduría, a ejemplo de María, que guardaba en su corazón los gestos y las palabras de Jesús, concédenos saber guardar tu palabra en un corazón puro.

- Rey de reyes y dueño del mundo, que has glorificado a Maria en cuerpo y alma,
inclina nuestros deseos hacia las realidades eternas.

- Tú nos has dado en la Virgen Maria una madre,
haz que, de palabra y de obra, vivamos como verdaderos hijos suyos.

ORACIÓN:
Dios todopoderoso y eterno, que en la gloriosa Madre de tu Hijo has concedido un amparo celestial a cuantos la invocan con la secular advocación del Pilar, concédenos, por su intercesión, fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén
.

martes, 10 de octubre de 2023

8 NOVENA A LA VIRGEN DEL PILAR

 DÍA OCTAVO :

Canto: Bendita y alabada sea la hora, en que María Santísima vino en carne mortal a Zaragoza. Por siempre sea bendita y alabada. 

+ En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo, Amen.

Director: Venid y honremos a la Santísima Virgen del Pilar

Todos: Ella es virgen Santa, luz hermosa, claro día, Ella se dignó visitar nuestra patria.

D: Cantemos himnos de honor y de alabanza

T: Ella es la gloria de nuestra raza, la alegría de nuestro pueblo, la esperanza del mundo.

D: Honremos su Pilar, faro resplandeciente, rico presente de amor.

T: Su pilar nos preside de día y de noche. En él tenemos puesta nuestra fortaleza y nuestra confianza.

D: Veneremos su santo nombre, el nombre glorioso del Pilar.

T: Ella escogió esta tierra y la santificó para vivir en ella siempre con nosotros.

D: Gloria al Padre...

T: Como era en el principio...

Rezo del Santo Rosario o la lectura propuesta para este día. Canto del Himno y petición personal.

Pueden hacerse las Preces y Oración que se propone cada día, o terminar con las siguientes aclamaciones y Oración del Pilar.


ACLAMACIONES:

D: Tenemos por guía la Columna que nunca faltó delante del pueblo.

T: Ni de día ni de noche.

D: Invocaban al Señor y Él los oía.

T: Desde la Columna de nube hablaba con ellos.

D: Me pondrá en el alto sobre una piedra y luego levantara mi cabeza sobre mis enemigos.

T: Yo estaré allí delante de Ti sobre la Piedra.

D: Corona De Oro sobre su cabeza, adornada con sello de Santidad.

T: Ornamento de gloria, obra primorosa qué cautiva las miradas.

D: Labraste con esmero un monumento en lugar elevado.

T: Una mansión para Ti en la roca.

ORACIÓN DEL PILAR:

D: Ruega por nosotros santa María del Pilar.

T: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

Oremos, Dios todopoderoso y eterno, que en la gloriosa Madre de tu Hijo has concedido una amparo celestial a cuántos la invocan con la secular advocación del Pilar, concédenos, por su intercesión, Fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor.

Por Jesucristo nuestro Señor.

Canto (himno)

LECTURA PARA EL DIA 
OCTAVO:
Un solo hijo dio a luz María, el cual, así como es Hijo único del Padre celestial, así también es el Hijo único de su Madre terrena. Y esta única Virgen y Madre, que tiene la gloria de haber dado a luz al Hijo único del Padre, abarca, en su único Hijo, a todos los que son miembros del mismo; y no se avergüenza de llamarse Madre de todos aquellos en los que ve formado o sabe que se va formando Cristo, su Hijo.

La antigua Eva, más que madre, madrastra, ya que dio a gustar a sus hijos la muerte antes que la luz del día, aunque fue llamada madre de todos los vivientes, no justificó este apelativo; María, en cambio, realizó plenamente su significado, ya que ella, como la Iglesia de la que es figura, es Madre de todos los que renacen a la vida. Es, en efecto, Madre de aquella Vida por la que todos viven, pues al dar a luz esta Vida, regeneró en cierto modo a todos los que habían de vivir por ella.

Esta santa Madre de Cristo, como sabe que, en virtud de este misterio, es Madre de los cristianos, se comporta con ellos con solicitud y afecto maternal, y en modo alguno trata con dureza a sus hijos, como si no fuesen suyos, ya que sus entrañas, una sola vez fecundadas, aunque nunca agotadas, no cesan de dar a luz el fruto de piedad.


Si el Apóstol de Cristo no deja de dar a luz a sus hijos, con su solicitud y deseo piadoso, hasta ver a Cristo formado en ellos, ¿cuánto más la Madre de Cristo? Y Pablo los engendró con la predicación de la palabra de verdad con que fueron regenerados; pero María de un modo mucho más santo y divino, al engendrar al que es la Palabra en persona. Es ciertamente digno de alabanza el ministerio de la predicación de Pablo; pero es más admirable y digno de veneración el misterio de la generación de María.

Por eso vemos cómo sus hijos la reconocen por Madre, y así, llevados por un natural impulso de piedad y de fe, cuando se hallan en alguna necesidad o peligro, lo primero que hacen es invocar su nombre y buscar refugio en ella, como el niño que se acoge al regazo de su madre. Por esto creo que no es un desatino el aplicar a estos hijos lo que el profeta había prometido: Tus hijos habitarán en ti; salvando, claro está, el sentido originario que la Iglesia da a esta profecía.

Y si ahora habitamos al amparo de la Madre del Altísimo, vivamos a su sombra, como quien está bajo sus alas, y así después reposaremos en su regazo, hechos partícipes de su gloria. Entonces resonará unánime la voz de los que se alegran y se congratulan con su Madre: Y cantarán mientras danzan: Todas mis fuentes están en ti, santa Madre de Dios.

(De los sermones del Beato Guerrico, abad)

PRECES:
Elevemos nuestras súplicas al Salvador, que quiso nacer de María Virgen, y digámosle:

Que tu santa Madre, Señor, interceda por nosotros.

¡Oh Sol de justicia, a quien María Virgen precedía cual aurora luciente!, 
Haz que 
vivamos siempre iluminados por la claridad de tu presencia.

Palabra eterna del Padre, que enseñaste a María a escoger la parte mejor,
ayúdanos a imitarla y a buscar el alimento que perdura hasta la vida eterna.

Salvador
 del mundo, tú que con la eficacia de tu redención preservaste a tu Madre de toda mancha de pecado, líbranos también a nosotros de toda culpa.

Redentor nuestro, tú que hiciste de la inmaculada Virgen María tabernáculo purísimo de tu presencia y sagrario del Espíritu Santo,
haz también de nosotros 
templos de tu Espíritu.

ORACIÓN:
Dios todopoderoso, tú que inspiraste a la Virgen María, cuando llevaba en su seno a tu Hijo, el deseo de visitar a su prima Isabel, concédenos, te rogamos, que dóciles al soplo del Espíritu, podamos, con María, cantar tus maravillas durante toda nuestra vida. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

lunes, 9 de octubre de 2023

7 NOVENA A LA VIRGEN DEL PILAR

 DÍA SÉPTIMO :

Canto: Bendita y alabada sea la hora, en que María Santísima vino en carne mortal a Zaragoza. Por siempre sea bendita y alabada. 

+ En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo, Amen.

Director: Venid y honremos a la Santísima Virgen del Pilar

Todos: Ella es virgen Santa, luz hermosa, claro día, Ella se dignó visitar nuestra patria.

D: Cantemos himnos de honor y de alabanza

T: Ella es la gloria de nuestra raza, la alegría de nuestro pueblo, la esperanza del mundo.

D: Honremos su Pilar, faro resplandeciente, rico presente de amor.

T: Su pilar nos preside de día y de noche. En él tenemos puesta nuestra fortaleza y nuestra confianza.

D: Veneremos su santo nombre, el nombre glorioso del Pilar.

T: Ella escogió esta tierra y la santificó para vivir en ella siempre con nosotros.

D: Gloria al Padre...

T: Como era en el principio...

Rezo del Santo Rosario o la lectura propuesta para este día. Canto del Himno y petición personal.

Pueden hacerse las Preces y Oración que se propone cada día, o terminar con las siguientes aclamaciones y Oración del Pilar.


ACLAMACIONES:

D: Tenemos por guía la Columna que nunca faltó delante del pueblo.

T: Ni de día ni de noche.

D: Invocaban al Señor y Él los oía.

T: Desde la Columna de nube hablaba con ellos.

D: Me pondrá en el alto sobre una piedra y luego levantara mi cabeza sobre mis enemigos.

T: Yo estaré allí delante de Ti sobre la Piedra.

D: Corona De Oro sobre su cabeza, adornada con sello de Santidad.

T: Ornamento de gloria, obra primorosa qué cautiva las miradas.

D: Labraste con esmero un monumento en lugar elevado.

T: Una mansión para Ti en la roca.

ORACIÓN DEL PILAR:

D: Ruega por nosotros santa María del Pilar.

T: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

Oremos, Dios todopoderoso y eterno, que en la gloriosa Madre de tu Hijo has concedido una amparo celestial a cuántos la invocan con la secular advocación del Pilar, concédenos, por su intercesión, Fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor.

Por Jesucristo nuestro Señor.

Canto (himno)

LECTURA PARA EL DIA SÉPTIMO:

Acudamos a la esposa del Señor, acudamos a su Madre, acudamos a su más perfecta esclava. Pues todo esto es María.

¿Y qué es lo que le ofrecemos? ¿Con qué dones le obsequiaremos? ¡Ojalá pudiéramos presentarle lo que en justicia le debemos! Le debemos honor, porque es la Madre de nuestro Señor. Pues quien no honra a la Madre sin duda que deshonra al hijo. La Escritura, en efecto, afirma: Honra a tu padre y a tu madre.

¿Qué es lo qué le diremos, hermanos? ¿Acaso no es nuestra Madre? En verdad, hermanos, ella es nuestra Madre. Por ella hemos nacido no al mundo, sino a Dios.

Como sabéis y creéis, nos encontrábamos todos en el reino de la muerte, en el dominio de la caducidad, en las tinieblas, en la miseria. En el reino de la muerte, porque habíamos perdido al Señor; en el dominio de la caducidad, porque vivíamos en la corrupción; en las tinieblas, porque habíamos perdido la luz de la sabiduría, y, como consecuencia de todo esto, habíamos perecido completamente.

Pero por medio de María hemos nacido de una forma mucho más excelsa que por medio de Eva, ya que  por María ha nacido Cristo. En vez de la antigua caducidad, hemos recuperado la novedad de vida; en vez de corrupción, la incorrupción; en vez de las tinieblas, la luz.

María es nuestra Madre, la Madre de nuestra vida, la Madre de nuestra incorrupción, la Madre de nuestra luz. El Apóstol afirma de nuestro Señor: Dios lo ha hecho para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención.

Ella, pues, que es Madre de Cristo, es también Madre de nuestra sabiduría, Madre de nuestra justicia, Madre de nuestra santificación, Madre de nuestra redención. Por lo tanto, es para nosotros Madre en un sentido mucho más profundo aún que nuestra propia madre según la carne. Porque nuestro nacimiento de María es mucho mejor, pues de ella viene nuestra santidad, nuestra sabiduría, nuestra justicia, nuestra santificación, nuestra redención.

Afirma la Escritura: Alabad al Señor en sus santos. Si nuestro Señor debe ser alabado en sus santos, en los que hizo maravillas y prodigios, cuánto más debe ser alabado en María, en la que hizo la mayor de las maravillas, pues él mismo quiso nacer de Ella.

(De los sermones del Beato Elredo, abad)

PRECES:

Los que celebramos el principio de nuestra salvación en la Anunciación del Señor, oremos jubilosos:

¡Interceda por nosotros la santa Madre de Dios!

  • - Como la Virgen María recibió con gozo el anuncio del ángel, haz, oh Dios, que nosotros recibamos de buen grado a nuestro Salvador.
  • - Tú, que miraste la humillación de tu esclava, acuérdate y compadécete, Padre misericordioso, de todos nosotros.
  • - De igual manera que la nueva Eva se sometió a tu Palabra divina, así se haga en nosotros según tu voluntad.
  • - Que Santa María socorra a los pobres, ayude a los débiles, consuele a los tristes, ruegue por el pueblo, interceda por el clero y por las vírgenes consagradas al Señor.
ORACIÓN:
Concédenos, Señor, a tus hijos el don de tu gracia, para que cuantos hemos recibido las primicias de la salvación por la Maternidad de la Virgen María, consigamos aumento de paz al contemplar tan gran misterio. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

domingo, 8 de octubre de 2023

6 NOVENA A LA VIRGEN DEL PILAR

 DÍA SEXTO :

Canto: Bendita y alabada sea la hora, en que María Santísima vino en carne mortal a Zaragoza. Por siempre sea bendita y alabada. 

+ En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo, Amen.

Director: Venid y honremos a la Santísima Virgen del Pilar

Todos: Ella es virgen Santa, luz hermosa, claro día, Ella se dignó visitar nuestra patria.

D: Cantemos himnos de honor y de alabanza

T: Ella es la gloria de nuestra raza, la alegría de nuestro pueblo, la esperanza del mundo.

D: Honremos su Pilar, faro resplandeciente, rico presente de amor.

T: Su pilar nos preside de día y de noche. En él tenemos puesta nuestra fortaleza y nuestra confianza.

D: Veneremos su santo nombre, el nombre glorioso del Pilar.

T: Ella escogió esta tierra y la santificó para vivir en ella siempre con nosotros.

D: Gloria al Padre...

T: Como era en el principio...

Rezo del Santo Rosario o la lectura propuesta para este día. Canto del Himno y petición personal.

Pueden hacerse las Preces y Oración que se propone cada día, o terminar con las siguientes aclamaciones y Oración del Pilar.


ACLAMACIONES:

D: Tenemos por guía la Columna que nunca faltó delante del pueblo.

T: Ni de día ni de noche.

D: Invocaban al Señor y Él los oía.

T: Desde la Columna de nube hablaba con ellos.

D: Me pondrá en el alto sobre una piedra y luego levantara mi cabeza sobre mis enemigos.

T: Yo estaré allí delante de Ti sobre la Piedra.

D: Corona De Oro sobre su cabeza, adornada con sello de Santidad.

T: Ornamento de gloria, obra primorosa qué cautiva las miradas.

D: Labraste con esmero un monumento en lugar elevado.

T: Una mansión para Ti en la roca.

ORACIÓN DEL PILAR:

D: Ruega por nosotros santa María del Pilar.

T: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

Oremos, Dios todopoderoso y eterno, que en la gloriosa Madre de tu Hijo has concedido una amparo celestial a cuántos la invocan con la secular advocación del Pilar, concédenos, por su intercesión, Fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor.

Por Jesucristo nuestro Señor.

Canto (himno)

LECTURA PARA EL DIA SEXTO:
El martirio de la Virgen queda atestiguado por la profecía de Simeón y por la misma historia de la pasión del Señor. Éste –dice el santo anciano, refiriéndose al niño Jesús– está puesto como una bandera discutida; y a ti –añade, dirigiéndose a María– una espada te traspasará el alma.

En verdad, Madre santa, una espada traspasó tu alma. Por lo demás, esta espada no hubiera penetrado en la carne de tu Hijo sin atravesar tu alma. En efecto, después que aquel Jesús –que es de todos, pero que es tuyo de un modo especialísimo– hubo expirado, la cruel espada que abrió su costado, sin perdonarlo aun después de muerto, cuando ya no podía hacerle mal alguno, no llegó a tocar su alma, pero sí atravesó la tuya. Porque el alma de Jesús ya no estaba allí, en cambio la tuya no podía ser arrancada de aquel lugar. Por tanto, la punzada del dolor atravesó tu alma, y, por esto, con toda razón, te llamamos más que mártir, ya que tus sentimientos de compasión superaron las sensaciones del dolor corporal.

¿Por ventura no fueron peores que una espada aquellas palabras que atravesaron verdaderamente tu alma y penetraron hasta la separación del alma y del espíritu: Mujer, ahí tienes a tu hijo? ¡Vaya cambio! Se te entrega a Juan en sustitución de Jesús, al siervo en sustitución del Señor, al discípulo en lugar del Maestro, al hijo de Zebedeo en lugar del Hijo de Dios, a un simple hombre en sustitución del Dios verdadero. ¿Cómo no habían de atravesar tu alma, tan sensible, estas palabras, cuando aun nuestro pecho, duro como la piedra o el hierro, se parte con sólo recordarlas?

No os admiréis, hermanos, de que María sea llamada mártir en el alma. Que se admire el que no recuerde haber oído cómo Pablo pone entre las peores culpas de los gentiles el carecer de piedad. Nada más lejos de las entrañas de María, y nada más lejos debe estar de sus humildes servidores.

Pero quizá alguien dirá: «¿Es que María no sabía que su Hijo había de morir?» Sí, y con toda certeza. «¿Es que no sabía que había de resucitar al cabo de muy poco tiempo?» Sí, y con toda seguridad. «¿Y, a pesar de ello, sufría por el Crucificado?» Sí, y con toda vehemencia. Y si no, ¿qué clase de hombre eres tú, hermano, o de dónde te viene esta sabiduría, que te extrañas más de la compasión de María que de la pasión del Hijo de María? Este murió en su cuerpo, ¿y ella no pudo morir en su corazón? Aquélla fue una muerte motivada por un amor superior al que pueda tener cualquier otro hombre; esta otra tuvo por motivo un amor que, después de aquél, no tiene semejante.

De lo sermones de san Bernardo,  Abad.

PRECES:

Proclamemos las grandezas de Dios Padre todopoderoso, que quiso que todas las generaciones felicitaran a María, la madre de su Hijo, y supliquémosle diciendo:

Que la llena de gracia interceda por nosotros.

Tú que nos diste a María por Madre, concede, por su mediación, salud a los enfermos, consuelo a los tristes, perdón a los pecadores
— y a todos abundancia de salud y de paz.

Haz, Señor, que tu Iglesia tenga un solo corazón y una sola alma por el amor,
— y que todos los fieles perseveren unánimes en la oración con María, la Madre de Jesús.

Tú que hiciste de María la Madre de misericordia,
— Haz que los que viven en peligro o están tentados sientan su protección maternal.

Tú que encomendaste a María la misión de madre de familia en el hogar de Jesús y de José,
— Haz que, por su intercesión, todas las madres fomenten en sus hogares el amor y la santidad.

Tú que coronaste a María como reina del cielo,
— haz que los difuntos puedan alcanzar, con todos los santos, la felicidad de tu reino.

ORACIÓN:
Señor, tú has querido que la Madre compartiera los dolores de tu Hijo al pie de la cruz; haz que la Iglesia, asociándose con María a la pasión de Cristo, merezca participar de su resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.


sábado, 7 de octubre de 2023

5 NOVENA A LA VIRGEN DEL PILAR

 DÍA QUINTO :

Canto: Bendita y alabada sea la hora, en que María Santísima vino en carne mortal a Zaragoza. Por siempre sea bendita y alabada. 

+ En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo, Amen.

Director: Venid y honremos a la Santísima Virgen del Pilar

Todos: Ella es virgen Santa, luz hermosa, claro día, Ella se dignó visitar nuestra patria.

D: Cantemos himnos de honor y de alabanza

T: Ella es la gloria de nuestra raza, la alegría de nuestro pueblo, la esperanza del mundo.

D: Honremos su Pilar, faro resplandeciente, rico presente de amor.

T: Su pilar nos preside de día y de noche. En él tenemos puesta nuestra fortaleza y nuestra confianza.

D: Veneremos su santo nombre, el nombre glorioso del Pilar.

T: Ella escogió esta tierra y la santificó para vivir en ella siempre con nosotros.

D: Gloria al Padre...

T: Como era en el principio...

Rezo del Santo Rosario o la lectura propuesta para este día. Canto del Himno y petición personal.

Pueden hacerse las Preces y Oración que se propone cada día, o terminar con las siguientes aclamaciones y Oración del Pilar.


ACLAMACIONES:

D: Tenemos por guía la Columna que nunca faltó delante del pueblo.

T: Ni de día ni de noche.

D: Invocaban al Señor y Él los oía.

T: Desde la Columna de nube hablaba con ellos.

D: Me pondrá en el alto sobre una piedra y luego levantara mi cabeza sobre mis enemigos.

T: Yo estaré allí delante de Ti sobre la Piedra.

D: Corona De Oro sobre su cabeza, adornada con sello de Santidad.

T: Ornamento de gloria, obra primorosa que cautiva las miradas.

D: Labraste con esmero un monumento en lugar elevado.

T: Una mansión para Ti en la roca.

ORACIÓN DEL PILAR:

D: Ruega por nosotros santa María del Pilar.

T: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

Oremos, Dios todopoderoso y eterno, que en la gloriosa Madre de tu Hijo has concedido una amparo celestial a cuántos la invocan con la secular advocación del Pilar, concédenos, por su intercesión, Fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor.

Por Jesucristo nuestro Señor.

Canto: (himno)

LECTURA PARA EL DIA QUINTO:

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador. Con estas palabras, María reconoce en primer lugar los dones singulares que le han sido concedidos, pero alude también a los beneficios comunes con que Dios no deja nunca de favorecer al género humano. Proclama la grandeza del Señor el alma de aquel que consagra todos sus afectos interiores a la alabanza y al servicio de Dios y, con la observancia de los preceptos divinos, demuestra que nunca echa en olvido las proezas de la majestad de Dios.

Se alegra en Dios, su salvador, el espíritu de aquel cuyo deleite consiste únicamente en el recuerdo de su creador, de quien espera la salvación eterna. Estas palabras, aunque son aplicables a todos los santos, hallan su lugar más adecuado en los labios de la Madre de Dios, ya que ella, por un privilegio único, ardía en amor espiritual hacia aquel que llevaba corporalmente en su seno. Ella con razón pudo alegrarse, más que cualquier otro santo, en Jesús, su salvador, ya que sabía que aquel mismo al que reconocía corno eterno autor de la salvación había de nacer de su carne, engendrado en el tiempo, y había de ser, en una misma y única persona, su verdadero hijo y Señor.

Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo. No se atribuye nada a sus méritos, sino que toda su grandeza la refiere a la libre donación de aquel que es por esencia poderoso y grande, y que tiene por norma levantar a sus fieles de su pequeñez y debilidad para hacerlos grandes y fuertes.

Muy acertadamente añade: Su nombre es santo, para que los que entonces la oían y todos aquellos a los que habían de llegar sus palabras comprendieran que la fe y el recurso a este nombre había de procurarles, también a ellos, una participación en la santidad eterna y en la verdadera salvación, conforme al oráculo profético que afirma: Todo el que invoque el nombre del Señor se salvará, ya que este nombre se identifica con aquel del que antes ha dicho: Se alegra mi espíritu en Dios mi salvador.

Por esto se introdujo en la Iglesia la hermosa y saludable costumbre de cantar diariamente este cántico de María en la salmodia de la alabanza vespertina, ya que así el recuerdo frecuente de la encarnación del Señor enardece la devoción de los fieles y la meditación repetida de los ejemplos de la Madre de Dios los corrobora en la solidez de la virtud.


(De las homilías de San Belda el Venerable, presbítero)

PRECES:
Oremos con confianza al eterno Padre, que, por medio del Ángel, anunció hoy a María nuestra salvación, y digámosle:
Derrama, Señor, tu gracia, sobre nosotros

Tú que elegiste a la Virgen Maria para ser Madre de tu Hijo, ten piedad de todos los que esperan su redención.

Tú que por boca de Gabriel anunciaste a Maria el gozo y la paz, otorga al mundo entero el gozo de la salvación y la paz verdadera.

Tú que, con la aceptación de tu esclava y con la acción del Espíritu Santo, hiciste que tu Palabra acampase entre nosotros, dispón nuestros corazones para que reciban a Cristo como la Virgen María lo recibió.

Tú que miras a los humildes y colmas de bienes a los hambrientos, da ánimo a los abatidos, socorre a los necesitados y ayuda a los moribundos.

Oh Dios, para quien nada hay imposible, el único que haces obras maravillosas, sálvanos, cuando resucites a los muertos en el último día.

ORACIÓN:
te rogamos Señor, que a cuantos hoy honramos la gloriosa memoria de la Santísima Virgen María, nos concedas por su intercesión, participar como ella, de la plenitud de tu gracia. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén. 

CONSAGRACIÓN A JESÚS POR MARÍA

CONSAGRACIÓN DE SÍ MISMO A JESUCRISTO, SABIDURÍA ENCARNADA, POR LAS MANOS DE MARÍA.

Ntra Sra. Del Rosario de San Nicolás

¡Oh Sabiduría eterna y encarnada! Amabilísimo y adorable Jesús, verdadero Dios y verdadero Hombre, Hijo único del Padre Eterno y de María siempre Virgen!

Te adoro profundamente en el seno y en los esplendores del Padre, durante la eternidad; y en el seno virginal de María, tu dignísima Madre, en el tiempo de la encarnación.

Te doy gracias por haberte anonadado, tomando la condición de esclavo, para liberarme de la cruel esclavitud del demonio.

Te alabo y glorifico por haberte sometido, libremente y en todo a María, tu Santísima Madre, para hacerme por ella tu esclavo fiel.

Pero, ¡Ay ingrato e infiel como soy!, no he cumplido contigo los votos y promesas que tan solemnemente te hice en el Bautismo. No he cumplido mis obligaciones. No merezco llamarme hijo ni esclavo tuyo;

y, como no hay nada en mí nada, que no merezca tu rechazo y tu cólera, no me atrevo a acercarme por mí mismo a tu santa y augusta Majestad.

Por ello acudo a la intercesión y misericordia de tu Santísima Madre. Tú me la has dado como mediadora ante Ti. Yo espero alcanzar de Ti, por mediación suya, la contrición y el perdón de mis pecados, y la adquisición y conservación de la Sabiduría.

Te saludo, pues, ¡María Inmaculada!, tabernáculo viviente de la divinidad, en donde la Sabiduría eterna escondida, quiere ser adorada por Ángeles y hombres.

Te saludo, ¡Reina del Cielo y de la tierra!, a cuyo imperio está sometido, cuanto está debajo de Dios.

Te saludo, ¡Refugio seguro de los pecadores!, todos experimentan tu gran misericordia.

Atiende, pues, mis deseos de alcanzar la Divina Sabiduría, y recibe para ello los votos y ofrendas que, en mi bajeza, te vengo a presentar.

Yo, (Nombre)…………………………………………………..

Pecador(a) infiel, renuevo y ratifico hoy en tus manos, las promesas de mi Bautismo: renuncio para siempre a Satanás, a sus pompas y a sus obras. Y me consagro totalmente a Jesucristo, la Sabiduría encarnada, para llevar mi cruz en su seguimiento, todos los días de mi vida, y a fin de serle más fiel de lo que he sido hasta ahora.

Te escojo hoy, en presencia de toda la Corte celestial, por mi Madre y Señora.

Te entrego y consagro, en calidad de esclavo: mi cuerpo y mi alma; mis bienes interiores y exteriores; y el valor de mis buenas acciones pasadas, presentes y futuras.

Te dejo un entero y pleno derecho, para que dispongas de mí y de cuanto me pertenece, sin excepción, según tu voluntad, para la mayor gloria de Dios en el tiempo y en la eternidad.

Recibe, ¡Virgen bondadosa!, esta humilde ofrenda de mi esclavitud, en honor y unión de la sumisión que la Sabiduría eterna ha querido tener para con tu maternidad, como homenaje al poder que ambos tienen sobre este pequeño gusano y miserable pecador, y en acción de gracias por los privilegios con los que la Santísima Trinidad ha querido favorecerte.

Declaro que, de hoy en adelante quiero, como verdadero esclavo tuyo, buscar tu honor y obedecerte en todo.

¡Madre admirable!, preséntame a tu querido Hijo, en calidad de eterno esclavo, a fin de que, habiéndome rescatado por tu mediación, me reciba ahora de tu mano.

¡Madre de misericordia!, concédeme la gracia de alcanzar la verdadera sabiduría de Dios, colocándome con ese fin, en el número de aquellos a quienes amas, enseñas, diriges, nutres y proteges; como a tus verdaderos hijos y esclavos.

¡Virgen fiel!, haz que yo sea en todo tan perfecto discípulo, imitador y esclavo de la Sabiduría encarnada, Jesucristo, tu Hijo, que logre llegar, por tu intercesión y a ejemplo tuyo, a la plenitud de su edad en la tierra y de su gloria en el Cielo. Amén.


Iglesia de San Nicolás de Cuenca, a 7 de octubre de 2023. Fiesta de Nuestra Señora del Rosario.


viernes, 6 de octubre de 2023

4 NOVENA A LA VIRGEN DEL PILAR

 DÍA CUARTO:

Canto: Bendita y alabada sea la hora, en que María Santísima vino en carne mortal a Zaragoza. Por siempre sea bendita y alabada. 

+ En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo, Amen.

Director: Venid y honremos a la Santísima Virgen del Pilar

Todos: Ella es virgen Santa, luz hermosa, claro día, Ella se dignó visitar nuestra patria.

D: Cantemos himnos de honor y de alabanza

T: Ella es la gloria de nuestra raza, la alegría de nuestro pueblo, la esperanza del mundo.

D: Honremos su Pilar, faro resplandeciente, rico presente de amor.

T: Su pilar nos preside de día y de noche. En él tenemos puesta nuestra fortaleza y nuestra confianza.

D: Veneremos su santo nombre, el nombre glorioso del Pilar.

T: Ella escogió esta tierra y la santificó para vivir en ella siempre con nosotros.

D: Gloria al Padre...

T: Como era en el principio...

Rezo del Santo Rosario o la lectura propuesta para este día. Canto del Himno y petición personal.

Pueden hacerse las Preces y Oración que se propone cada día, o terminar con las siguientes aclamaciones y Oración del Pilar.


ACLAMACIONES:

D: Tenemos por guía la Columna que nunca faltó delante del pueblo.

T: Ni de día ni de noche.

D: Invocaban al Señor y Él los oía.

T: Desde la Columna de nube hablaba con ellos.

D: Me pondrá en el alto sobre una piedra y luego levantara mi cabeza sobre mis enemigos.

T: Yo estaré allí delante de Ti sobre la Piedra.

D: Corona De Oro sobre su cabeza, adornada con sello de Santidad.

T: Ornamento de gloria, obra primorosa qué cautiva las miradas.

D: Labraste con esmero un monumento en lugar elevado.

T: Una mansión para Ti en la roca.

ORACIÓN DEL PILAR:

D: Ruega por nosotros santa María del Pilar.

T: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

Oremos, Dios todopoderoso y eterno, que en la gloriosa Madre de tu Hijo has concedido una amparo celestial a cuántos la invocan con la secular advocación del Pilar, concédenos, por su intercesión, Fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor.

Por Jesucristo nuestro Señor.

Canto (himno)

LECTURA PARA EL DIA CUARTO:
María iba reflexionando sobre todas las cosas que había conocido leyendo, escuchando, mirando, y de este modo su fe iba en aumento constante, sus méritos crecían, su sabiduría se hacía más clara y su caridad era cada vez más ardiente. Su conocimiento y penetración, siempre renovados, de los misterios celestiales la llenaban de alegría, la hacían gozar de la fecundidad del Espíritu, atraían hacia Dios y la hacían perseverar en su propia humildad. Porque en esto consisten los progresos de la gracia divina, en elevar desde lo más humilde hasta lo más excelso y en ir transformando de resplandor en resplandor. Bienaventurada el alma de la Virgen que, guiada por el magisterio del Espíritu que habitaba en ella, se sometía siempre y en todo a las exigencias de la Palabra de Dios. Ella no se dejaba llevar por su propio instinto o juicio, sino que su actuación exterior correspondía siempre a las insinuaciones internas de la sabiduría que nace de la fe. Convenía, en efecto, que la sabiduría divina, que se iba edificando la casa de la Iglesia para habitar en ella, se valiera de María Santísima para lograr la observancia de la ley, la purificación de la mente, la justa medida de la humildad y el sacrificio espiritual. 
Imítala tú, alma fiel. Entra en el templo de tu corazón, si quieres alcanzar la purificación espiritual y la limpieza de todo contagio de pecado. Allí Dios atiende más a la intención que a la exterioridad de nuestras obras. Por esto, ya sea que por la contemplación salgamos de nosotros mismos para reposar en Dios, ya sea que nos ejercitemos en la práctica de las virtudes o que nos esforcemos en ser útiles a nuestro prójimo con nuestras buenas obras, hagámoslo de manera que la caridad de Cristo sea lo único que nos apremie. Este es el sacrificio de la purificación espiritual, agradable a Dios, que se ofrece no en un templo hecho por mano de hombres, sino en el templo del corazón, en el que Cristo, el Señor, entra de buen grado.

De los Sermones de san Lorenzo Justiniani, obispo. 

PRECES:

Elevemos nuestras súplicas al Salvador, que quiso nacer de María Virgen, y digámosle:

Que tu santa Madre, Señor, interceda por nosotros.

  • Sol de justicia, a quien María Virgen precedía cual aurora luciente,
    haz que vivamos siempre iluminados por la claridad de tu presencia.
     
  • Salvador del mundo, tú que con la eficacia de tu redención preservaste a tu Madre de toda mancha de pecado,
    líbranos también a nosotros de toda culpa.
     
  • Redentor nuestro, tú que hiciste de la inmaculada Virgen María tabernáculo purísimo de tu presencia y sagrario del Espíritu Santo,
    haz también de nosotros templos de tu Espíritu.
     
  • Rey de reyes, que elevaste contigo a tu Madre en cuerpo y alma al cielo,
    haz que aspiremos siempre a los bienes celestiales.
ORACIÓN:
Porque te has complacido, Señor, en la humildad de tu sierva, la Virgen María, has querido elevarla a la dignidad de Madre de tu Hijo y la has coronado de gloria y esplendor; por su intercesión, te pedimos que, a cuantos has salvado por el misterio de la redención, nos concedas también el premio de tu gloria. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

33° DÍA DE LA PREPARACIÓN A LA CONSAGRACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

SEGÚN EL MÉTODO DE SAN LUIS MARÍA GRIGNION DE MONFORT


DÍA 33°

EL CUERPO DE CRISTO Y LA SAGRADA ESCRITURA SON MUY NECESARIOS AL ALMA FIEL

Imitación de Cristo, L4, Cap. 12  

¡Oh, dulcísimo Señor Jesús! ¡Cuánta es la dulzura del alma devota que se regala contigo en el banquete, donde no se le presenta otro manjar que su único Amado, apetecible sobre todos los deseos de su corazón!  

Sería ciertamente muy dulce para mí derramar en tu presencia copiosas lágrimas afectuosas y regar con ellas tus pies, como la piadosa Magdalena, mas, ¿Dónde está ahora esta devoción? ¿Dónde el copioso derramamiento de lágrimas devotas?  

Por cierto, en Tu Presencia y en la de tus santos ángeles, todo mi corazón debería encenderse y llorar de gozo.  

Porque en el Sacramento te tengo verdaderamente presente, aunque encubierto bajo otra especie.  

Porque el mirarte en tu propia y divina claridad no podrían mis ojos resistirlo, ni el mundo entero subsistiría ante el resplandor de la gloria de tu majestad.  

Tienes, pues, consideración a mi debilidad cuando te ocultas bajo de este Sacramento.  

Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen, núms. 261-265

Es menester practicar estas acciones en María.

La Santísima Virgen es el verdadero paraíso terrenal del nuevo Adán, del cual el antiguo paraíso terrestre era sólo figura. Hay, pues, en este paraíso terrenal riquezas, bellezas, singularidades y dulzuras inexplicables que el nuevo Adán, Jesucristo, dejó en él. En este paraíso tuvo Él sus complacencias durante nueve meses, obró sus maravillas y ostentó sus riquezas con la magnificencia de Dios. En este paraíso terrestre es donde verdaderamente está el árbol de la vida, que es Jesucristo, fruto de la vida eterna; el árbol de la ciencia del bien y del mal que ha dado la luz del mundo. Hay en este lugar divino árboles plantados por la mano de Dios y rociados con su divina gracia, que han producido y todos los días dan frutos de un sabor exquisito.  

Solamente el Espíritu Santo puede hacer conocer la verdad escondida bajo las figuras de las cosas materiales. El Espíritu Santo, por boca de los Santos Padres, llama también a la Santísima Virgen: la puerta oriental, por la cual el gran sacerdote Jesucristo, entró en el mundo; por Ella entró la primera vez y por Ella vendrá la segunda.  

Por último, es necesario hacer todas nuestras acciones para María. No que la tomemos como el último fin de nuestras acciones que es sólo Jesucristo, sino por nuestro fin próximo, nuestro misterioso medio y manera segura para ir a Él.  

Es necesario emprender y hacer grandes cosas para esta Augusta Soberana, apoyados en su protección. Es necesario defender sus privilegios cuando se le disputan. Es necesario sostener su gloria cuando se le ataca, llevar todo el mundo, si se puede, a su servicio y a esta sólida y verdadera devoción. Es necesario no pretender de Ella, como recompensa de estos  pequeños  servicios,  más  que  el  honor de  pertenecer  a  una  tan  amable  Princesa  y la felicidad  de  estar  por  Ella  unidos  a  Jesús Hijo en  el  tiempo  y Para oraciones en del la día eternidad.

Rezamos las oraciones del día de hoy: (Ave Maris Stella,  Oración a Jesús de San Luis M. G. de Monfort, Oración Oh Jesús, Letanías al Espíritu Santo y Letanías al Santo Nombre de Jesús)

AVE MARIS STELLA:

https://www.verbumgloriae.es/project/ave-maris-stella/

Salve, estrella del mar, Santa Madre de Dios, y siempre Virgen, puerta dichosa del cielo.

2. Al escuchar el Ave de boca de Gabriel, ciméntanos en la paz, trocando el nombre de Eva.

3. Desata las cadenas a los pecadores, procura a los ciegos la luz, ahuyenta nuestros males, y alcánzanos todo bien.

4. Muestra que eres nuestra Madre, y Aquel que por nosotros quiso ser Hijo tuyo, reciba, por tu mediación, nuestras súplicas.

5. ¡Oh, Virgen sin igual, más pura que todas!, haznos, libres ya de las culpas, mansos y puros.

6. Haz que sea casta nuestra vida, prepáranos un camino seguro, para que, viendo a Jesús, gocemos contigo eternamente.

7. Alabanza sea dada a Dios Padre, gloria a Cristo Rey, y al Espíritu Santo, honor igual a los tres.

Amén.

ORACIÓN A JESÚS DE SAN LUIS MARIA GRIGNION DE MONTFORT

Dejadme, Amabilísimo Jesús mío, que me dirija a Vos, para atestiguaros mi reconocimiento por la merced que me habéis hecho con la devoción de la Esclavitud, dándome a vuestra Santísima Madre para que sea Ella mi abogada delante de vuestra Majestad, y en mi grandísima miseria mi universal suplemento. ¡Ay, Señor! tan miserable soy, que, sin esta buena Madre, infaliblemente me hubiera perdido.  

Sí, que a mí me hace falta María, delante de Vos y en todas partes; me hace falta para calmar vuestra justa cólera, pues tanto os he ofendido y todos los días os ofendo; me hace falta para detener los eternos y merecidos castigos con que vuestra justicia me amenaza, para pediros, para acercarme a Vos y para daros gusto; me hace falta para salvar mi alma y la de otros; me hace falta, en una palabra, para hacer siempre vuestra voluntad, buscar en todo vuestra mayor gloria.  

¡Ah, si pudiera yo publicar por todo el universo esta misericordia que habéis tenido conmigo! ¡Si pudiera hacer que conociera todo el mundo que si no fuera por María estaría yo condenado! ¡Si yo pudiera dignamente daros las gracias por tan grande beneficio! María está en mí. Haec facta est mihi (esto me pasó a mi).  

¡Oh, mi tesoro! ¡Oh, qué consuelo! Y, de ahora en adelante, ¿no seré todo para Ella? ¡Oh, qué ingratitud! Antes la muerte. Salvador mío queridísimo, que permitas tal desgracia, que mejor quiero morir que vivir sin ser todo de María. Mil y mil veces, como San Juan Evangelista al pie de la cruz, la he tomado en vez de todas mis cosas. ¡Cuántas veces me he entregado a Ella! Pero si todavía no he hecho esta entrega a vuestro gusto, la hago ahora, mi Jesús querido, como vos queréis que la haga. Y si en mi alma o en mi cuerpo veis alguna cosa que no pertenezca a esta Princesa augusta, arrancadla, os ruego arrojadla lejos de mí; que no siendo de María, indigna es de Vos.  

¡Oh, Espíritu Santo! Concédeme todas las gracias, plantad, regad y cultivad en mi alma el árbol de la vida verdadera, que es la amabilísima María, para que crezca y florezca y dé con abundancia el fruto de vida.  

¡Oh, Espíritu Santo! Dadme mucha devoción y mucha afición a María; que me apoye mucho en su seno maternal, y recurra de continuo a su misericordia, para que en ella forméis dentro de mí a Jesucristo, al natural, crecido y vigoroso hasta la plenitud de su edad perfecta. Amén. 
 
OH, JESÚS QUE VIVES EN MARÍA  

Ven, ¡Oh, Jesús!, que vives en María; ven a vivir y reinar en nosotros, que tu vida se exprese en nuestra vida para vivir tan sólo para Ti. Forja en nuestra alma, ¡oh, Cristo!, tus virtudes, tu Espíritu divino y tu santidad, tus máximas perfectas, tus normas y el ardor de tu eterna caridad. Danos parte, Señor, en tus misterios para que te podamos imitar; tú que eres Luz de Luz, danos tus luces, y en pos de ti podremos caminar. Reina, Cristo, en nosotros por tu Madre, sobre el demonio y la naturaleza, en virtud de tu nombre soberano, para la gloria del Padre Celestial. Amén. 

LETANÍAS AL ESPÍRITU SANTO:

Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.

Dios Padre Celestial, ten misericordia de nosotros.


Dios, Hijo, Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros.

Dios, Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros.

Trinidad Santa, un solo Dios, ten misericordia de nosotros.

Espíritu que procede del Padre y del Hijo, ilumínanos y santifícanos.

Espíritu del Señor, que al comienzo de la creación planeando sobre las aguas las fecundaste, ilumínanos y santifícanos.

Espíritu por inspiración del cual han hablado los profetas, ilumínanos y santifícanos.

Espíritu cuya unción nos enseña todas las cosas. ilumínanos y santifícanos.

Espíritu que das testimonio de Cristo, ilumínanos y santifícanos.

Espíritu de verdad que nos instruyes sobre todas las cosas, ilumínanos y santifícanos.

Espíritu que sobreviene a María, ilumínanos y santifícanos.

Espíritu del Señor que llena todo el orbe, ilumínanos y santifícanos.

Espíritu de Dios que habita en nosotros, ilumínanos y santifícanos.

Espíritu de sabiduría y de entendimiento , ilumínanos y santifícanos.

Espíritu de consejo y de fortaleza, ilumínanos y santifícanos.

Espíritu de ciencia y de piedad, ilumínanos y santifícanos.

Espíritu de temor del Señor, ilumínanos y santifícanos.

Espíritu de gracia y de misericordia, ilumínanos y santifícanos.

Espíritu de fuerza, de dilección y de sobriedad, ilumínanos y santifícanos.

Espíritu de fe, de esperanza, de amor y de paz, ilumínanos y santifícanos.

Espíritu de humildad y de castidad, ilumínanos y santifícanos.

Espíritu de benignidad y de mansedumbre, ilumínanos y santifícanos.

Espíritu de multiforme gracia, ilumínanos y santifícanos.

Espíritu que escrutas los secretos de Dios, ilumínanos y santifícanos.

Espíritu que ruegas por nosotros con gemidos inenarrables, ilumínanos y santifícanos.

Espíritu que descendiste sobre Cristo en forma de paloma, ilumínanos y santifícanos.

Espíritu en el cual renacemos, ilumínanos y santifícanos.

Espíritu por el cual se difunde la caridad en nuestros corazones, ilumínanos y santifícanos.

Espíritu de adopción de los hijos de Dios, ilumínanos y santifícanos.

Espíritu que en lenguas de fuego sobre los apóstoles apareciste, ilumínanos y santifícanos.

Espíritu con el cual fueron los apóstoles henchidos, ilumínanos y santifícanos.

Espíritu que distribuyes tus dones a cada uno como quieres, ilumínanos y santifícanos.

Sednos propicio, perdónanos,Señor.

Sednos propicio, escúchanos,Señor.

De todo mal, líbranos, Señor.

De todo pecado, líbranos, Señor.

De tentaciones e insidias del demonio, líbranos, Señor.

De la presunción y desesperación, líbranos, Señor.

De la resistencia a la verdad conocida, líbranos, Señor.

De la obstinación y de la impenitencia, líbranos, Señor.

De la impureza de la mente y del cuerpo, líbranos, Señor.

Del espíritu de fornicación, líbranos, Señor.

De todo espíritu del mal, líbranos, Señor.

Por tu eterna procesión del Padre y del Hijo, te rogamos óyenos.

Por Tu descenso sobre Cristo en el Jordán, te rogamos óyenos.

Por Tu advenimiento sobre los discípulos, te rogamos óyenos.

En el día del juicio, nosotros pecadores, te rogamos óyenos.

Para que así como vivimos del Espíritu, obremos también por Él, te rogamos óyenos.

Para que recordando que somos templo del Espíritu Santo, no lo profanemos, te rogamos óyenos.

Para que viviendo según el Espíritu, no cumplamos los deseos de la carne, te rogamos óyenos.

A fin de que por el Espíritu mortifiquemos las obras de la carne, te rogamos óyenos.

Para que no te contristemos a Ti, Espíritu Santo de Dios, te rogamos óyenos.

Para que seamos solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz, te rogamos óyenos.

Para que no creamos a todo espíritu, te rogamos óyenos.

Para que probemos a los espíritus si son de Dios, te rogamos óyenos.

Para que te dignes renovar en nosotros el espíritu de rectitud, te rogamos óyenos.

Para que nos confirmes por tu Espíritu Soberano, te rogamos óyenos.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.

Oración:
Asístanos, te pedimos Señor, la virtud del Espíritu Santo, que purifique clemente nuestros corazones y nos preserve de todo mal. Te lo pedimos por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

LETANÍAS DEL SANTO NOMBRE DE JESÚS

Señor, ten piedad. 
Cristo ten piedad. 
Señor, ten piedad. 
Jesús, óyenos. 
Jesús, escúchanos. 

Dios Padre Celestial, ten piedad de nosotros.

Dios, Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros. 

Dios, Espíritu Santo, ten piedad de nosotros. 

Trinidad Santa, un solo Dios, ten piedad de nosotros.  

Jesús hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros. 

Jesús, resplandor del Padre, ten piedad de nosotros. 

Jesús, candor de la luz eterna, ten piedad de nosotros

Jesús, rey de la gloria, ten piedad de nosotros. 

Jesús, sol de la justicia, ten piedad de nosotros. 

Jesús, Hijo de la Virgen María, ten piedad de nosotros. 

Jesús, amable, ten piedad de nosotros. 

Jesús, admirable, ten piedad de nosotros. 

Jesús, Dios fuerte, ten piedad de nosotros. 

Jesús, Padre del siglo futuro, ten piedad de nosotros. 

Jesús, ángel del gran consejo, ten piedad de nosotros. 

Jesús, poderosísimo, ten piedad de nosotros. 

Jesús, obedientísimo, ten piedad de nosotros. 

Jesús, manso y humilde de corazón, ten piedad de nosotros. 

Jesús, amador de la castidad, ten piedad de nosotros. 

Jesús, amador nuestro, ten piedad de nosotros. 

Jesús, Dios de paz, ten piedad de nosotros. 

Jesús, autor de la vida, ten piedad de nosotros. 

Jesús, modelo de virtudes, ten piedad de nosotros. 

Jesús, celador de las almas, ten piedad de nosotros. 

Jesús, Dios nuestro, ten piedad de nosotros. 

Jesús, refugio nuestro, ten piedad de nosotros. 

Jesús, padre de los pobres, ten piedad de nosotros. 

Jesús, tesoro de los fieles, ten piedad de nosotros. 

Jesús, buen pastor, ten piedad de nosotros. 

Jesús, luz verdadera, ten piedad de nosotros. 

Jesús, sabiduría eterna, ten piedad de nosotros.

Jesús, bondad infinita, ten piedad de nosotros. 

Jesús, camino y vida nuestra, ten piedad de nosotros. 

Jesús, gozo de los ángeles, ten piedad de nosotros. 

Jesús, rey de los patriarcas, ten piedad de nosotros. 

Jesús, maestro de los apóstoles, ten piedad de nosotros.
 
Jesús, doctor de los evangelistas, ten piedad de nosotros.

Jesús, fortaleza de los mártires, ten piedad de nosotros.
 
Jesús, luz de los confesores, ten piedad de nosotros.
 
Jesús, pureza de las vírgenes, ten piedad de nosotros.
 
Jesús, corona de todos los santos, ten piedad de nosotros.  

Sednos propicio, perdónanos, Jesús. 

Sednos propicio, escúchanos, Jesús. 

De todo mal, líbranos, Jesús. 

De todo pecado, líbranos, Jesús. 

De tu ira, líbranos, Jesús. 

De los lazos del demonio, líbranos, Jesús. 

Del espíritu de fornicación, líbranos, Jesús. 

De la muerte eterna, líbranos, Jesús. 

Del desprecio de tus inspiraciones, líbranos, Jesús. 

Por el misterio de tu santa encarnación, líbranos, Jesús. 

Por tu nacimiento, líbranos, Jesús. 

Por tu infancia, líbranos, Jesús. 

Por tu vida divina, líbranos, Jesús. 

Por tus trabajos, líbranos, Jesús. 

Por tu pasión y gloria, líbranos, Jesús. 

Por tu cruz y desamparo, líbranos, Jesús. 

Por tus angustias, líbranos, Jesús. 

Por tu muerte y sepultura, líbranos, Jesús. 

Por tu resurrección, líbranos, Jesús. 

Por tu ascensión, líbranos, Jesús. 

Por tus gozos, líbranos, Jesús. 

Por tu gloria, líbranos, Jesús.  

Cordero de Dios, que borras los pecados del mundo, Jesús, perdónanos. 

Cordero de Dios, que borras los pecados del mundo, Jesús, escúchanos. 

Cordero de Dios, que borras los pecados del mundo, Jesús, ten piedad de nosotros. 

Jesús, óyenos. 
Jesús, escúchanos. 
Bendito sea el nombre del Señor. 
Ahora y siempre, por los siglos de los siglos.  

Oración: 
Señor Jesucristo, que dijiste: Pedid y recibiréis, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; te suplicamos derrames sobre nosotros la ternura de tu divino amor, a fin de que, amándote de todo corazón, con palabra y con obras, nunca cesemos de alabarte. Haz, Señor, que temamos y amemos también perpetuamente tu santo Nombre, porque jamás abandona tu providencia a los que proteges con la fortaleza de tu amor. Que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. 

Agrega el REZO DEL SANTO ROSARIO a tus oraciones a la hora que puedas.