martes, 10 de octubre de 2023

8 NOVENA A LA VIRGEN DEL PILAR

 DÍA OCTAVO :

Canto: Bendita y alabada sea la hora, en que María Santísima vino en carne mortal a Zaragoza. Por siempre sea bendita y alabada. 

+ En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo, Amen.

Director: Venid y honremos a la Santísima Virgen del Pilar

Todos: Ella es virgen Santa, luz hermosa, claro día, Ella se dignó visitar nuestra patria.

D: Cantemos himnos de honor y de alabanza

T: Ella es la gloria de nuestra raza, la alegría de nuestro pueblo, la esperanza del mundo.

D: Honremos su Pilar, faro resplandeciente, rico presente de amor.

T: Su pilar nos preside de día y de noche. En él tenemos puesta nuestra fortaleza y nuestra confianza.

D: Veneremos su santo nombre, el nombre glorioso del Pilar.

T: Ella escogió esta tierra y la santificó para vivir en ella siempre con nosotros.

D: Gloria al Padre...

T: Como era en el principio...

Rezo del Santo Rosario o la lectura propuesta para este día. Canto del Himno y petición personal.

Pueden hacerse las Preces y Oración que se propone cada día, o terminar con las siguientes aclamaciones y Oración del Pilar.


ACLAMACIONES:

D: Tenemos por guía la Columna que nunca faltó delante del pueblo.

T: Ni de día ni de noche.

D: Invocaban al Señor y Él los oía.

T: Desde la Columna de nube hablaba con ellos.

D: Me pondrá en el alto sobre una piedra y luego levantara mi cabeza sobre mis enemigos.

T: Yo estaré allí delante de Ti sobre la Piedra.

D: Corona De Oro sobre su cabeza, adornada con sello de Santidad.

T: Ornamento de gloria, obra primorosa qué cautiva las miradas.

D: Labraste con esmero un monumento en lugar elevado.

T: Una mansión para Ti en la roca.

ORACIÓN DEL PILAR:

D: Ruega por nosotros santa María del Pilar.

T: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

Oremos, Dios todopoderoso y eterno, que en la gloriosa Madre de tu Hijo has concedido una amparo celestial a cuántos la invocan con la secular advocación del Pilar, concédenos, por su intercesión, Fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor.

Por Jesucristo nuestro Señor.

Canto (himno)

LECTURA PARA EL DIA 
OCTAVO:
Un solo hijo dio a luz María, el cual, así como es Hijo único del Padre celestial, así también es el Hijo único de su Madre terrena. Y esta única Virgen y Madre, que tiene la gloria de haber dado a luz al Hijo único del Padre, abarca, en su único Hijo, a todos los que son miembros del mismo; y no se avergüenza de llamarse Madre de todos aquellos en los que ve formado o sabe que se va formando Cristo, su Hijo.

La antigua Eva, más que madre, madrastra, ya que dio a gustar a sus hijos la muerte antes que la luz del día, aunque fue llamada madre de todos los vivientes, no justificó este apelativo; María, en cambio, realizó plenamente su significado, ya que ella, como la Iglesia de la que es figura, es Madre de todos los que renacen a la vida. Es, en efecto, Madre de aquella Vida por la que todos viven, pues al dar a luz esta Vida, regeneró en cierto modo a todos los que habían de vivir por ella.

Esta santa Madre de Cristo, como sabe que, en virtud de este misterio, es Madre de los cristianos, se comporta con ellos con solicitud y afecto maternal, y en modo alguno trata con dureza a sus hijos, como si no fuesen suyos, ya que sus entrañas, una sola vez fecundadas, aunque nunca agotadas, no cesan de dar a luz el fruto de piedad.


Si el Apóstol de Cristo no deja de dar a luz a sus hijos, con su solicitud y deseo piadoso, hasta ver a Cristo formado en ellos, ¿cuánto más la Madre de Cristo? Y Pablo los engendró con la predicación de la palabra de verdad con que fueron regenerados; pero María de un modo mucho más santo y divino, al engendrar al que es la Palabra en persona. Es ciertamente digno de alabanza el ministerio de la predicación de Pablo; pero es más admirable y digno de veneración el misterio de la generación de María.

Por eso vemos cómo sus hijos la reconocen por Madre, y así, llevados por un natural impulso de piedad y de fe, cuando se hallan en alguna necesidad o peligro, lo primero que hacen es invocar su nombre y buscar refugio en ella, como el niño que se acoge al regazo de su madre. Por esto creo que no es un desatino el aplicar a estos hijos lo que el profeta había prometido: Tus hijos habitarán en ti; salvando, claro está, el sentido originario que la Iglesia da a esta profecía.

Y si ahora habitamos al amparo de la Madre del Altísimo, vivamos a su sombra, como quien está bajo sus alas, y así después reposaremos en su regazo, hechos partícipes de su gloria. Entonces resonará unánime la voz de los que se alegran y se congratulan con su Madre: Y cantarán mientras danzan: Todas mis fuentes están en ti, santa Madre de Dios.

(De los sermones del Beato Guerrico, abad)

PRECES:
Elevemos nuestras súplicas al Salvador, que quiso nacer de María Virgen, y digámosle:

Que tu santa Madre, Señor, interceda por nosotros.

¡Oh Sol de justicia, a quien María Virgen precedía cual aurora luciente!, 
Haz que 
vivamos siempre iluminados por la claridad de tu presencia.

Palabra eterna del Padre, que enseñaste a María a escoger la parte mejor,
ayúdanos a imitarla y a buscar el alimento que perdura hasta la vida eterna.

Salvador
 del mundo, tú que con la eficacia de tu redención preservaste a tu Madre de toda mancha de pecado, líbranos también a nosotros de toda culpa.

Redentor nuestro, tú que hiciste de la inmaculada Virgen María tabernáculo purísimo de tu presencia y sagrario del Espíritu Santo,
haz también de nosotros 
templos de tu Espíritu.

ORACIÓN:
Dios todopoderoso, tú que inspiraste a la Virgen María, cuando llevaba en su seno a tu Hijo, el deseo de visitar a su prima Isabel, concédenos, te rogamos, que dóciles al soplo del Espíritu, podamos, con María, cantar tus maravillas durante toda nuestra vida. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

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