sábado, 7 de octubre de 2023

5 NOVENA A LA VIRGEN DEL PILAR

 DÍA QUINTO :

Canto: Bendita y alabada sea la hora, en que María Santísima vino en carne mortal a Zaragoza. Por siempre sea bendita y alabada. 

+ En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo, Amen.

Director: Venid y honremos a la Santísima Virgen del Pilar

Todos: Ella es virgen Santa, luz hermosa, claro día, Ella se dignó visitar nuestra patria.

D: Cantemos himnos de honor y de alabanza

T: Ella es la gloria de nuestra raza, la alegría de nuestro pueblo, la esperanza del mundo.

D: Honremos su Pilar, faro resplandeciente, rico presente de amor.

T: Su pilar nos preside de día y de noche. En él tenemos puesta nuestra fortaleza y nuestra confianza.

D: Veneremos su santo nombre, el nombre glorioso del Pilar.

T: Ella escogió esta tierra y la santificó para vivir en ella siempre con nosotros.

D: Gloria al Padre...

T: Como era en el principio...

Rezo del Santo Rosario o la lectura propuesta para este día. Canto del Himno y petición personal.

Pueden hacerse las Preces y Oración que se propone cada día, o terminar con las siguientes aclamaciones y Oración del Pilar.


ACLAMACIONES:

D: Tenemos por guía la Columna que nunca faltó delante del pueblo.

T: Ni de día ni de noche.

D: Invocaban al Señor y Él los oía.

T: Desde la Columna de nube hablaba con ellos.

D: Me pondrá en el alto sobre una piedra y luego levantara mi cabeza sobre mis enemigos.

T: Yo estaré allí delante de Ti sobre la Piedra.

D: Corona De Oro sobre su cabeza, adornada con sello de Santidad.

T: Ornamento de gloria, obra primorosa que cautiva las miradas.

D: Labraste con esmero un monumento en lugar elevado.

T: Una mansión para Ti en la roca.

ORACIÓN DEL PILAR:

D: Ruega por nosotros santa María del Pilar.

T: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

Oremos, Dios todopoderoso y eterno, que en la gloriosa Madre de tu Hijo has concedido una amparo celestial a cuántos la invocan con la secular advocación del Pilar, concédenos, por su intercesión, Fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor.

Por Jesucristo nuestro Señor.

Canto: (himno)

LECTURA PARA EL DIA QUINTO:

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador. Con estas palabras, María reconoce en primer lugar los dones singulares que le han sido concedidos, pero alude también a los beneficios comunes con que Dios no deja nunca de favorecer al género humano. Proclama la grandeza del Señor el alma de aquel que consagra todos sus afectos interiores a la alabanza y al servicio de Dios y, con la observancia de los preceptos divinos, demuestra que nunca echa en olvido las proezas de la majestad de Dios.

Se alegra en Dios, su salvador, el espíritu de aquel cuyo deleite consiste únicamente en el recuerdo de su creador, de quien espera la salvación eterna. Estas palabras, aunque son aplicables a todos los santos, hallan su lugar más adecuado en los labios de la Madre de Dios, ya que ella, por un privilegio único, ardía en amor espiritual hacia aquel que llevaba corporalmente en su seno. Ella con razón pudo alegrarse, más que cualquier otro santo, en Jesús, su salvador, ya que sabía que aquel mismo al que reconocía corno eterno autor de la salvación había de nacer de su carne, engendrado en el tiempo, y había de ser, en una misma y única persona, su verdadero hijo y Señor.

Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo. No se atribuye nada a sus méritos, sino que toda su grandeza la refiere a la libre donación de aquel que es por esencia poderoso y grande, y que tiene por norma levantar a sus fieles de su pequeñez y debilidad para hacerlos grandes y fuertes.

Muy acertadamente añade: Su nombre es santo, para que los que entonces la oían y todos aquellos a los que habían de llegar sus palabras comprendieran que la fe y el recurso a este nombre había de procurarles, también a ellos, una participación en la santidad eterna y en la verdadera salvación, conforme al oráculo profético que afirma: Todo el que invoque el nombre del Señor se salvará, ya que este nombre se identifica con aquel del que antes ha dicho: Se alegra mi espíritu en Dios mi salvador.

Por esto se introdujo en la Iglesia la hermosa y saludable costumbre de cantar diariamente este cántico de María en la salmodia de la alabanza vespertina, ya que así el recuerdo frecuente de la encarnación del Señor enardece la devoción de los fieles y la meditación repetida de los ejemplos de la Madre de Dios los corrobora en la solidez de la virtud.


(De las homilías de San Belda el Venerable, presbítero)

PRECES:
Oremos con confianza al eterno Padre, que, por medio del Ángel, anunció hoy a María nuestra salvación, y digámosle:
Derrama, Señor, tu gracia, sobre nosotros

Tú que elegiste a la Virgen Maria para ser Madre de tu Hijo, ten piedad de todos los que esperan su redención.

Tú que por boca de Gabriel anunciaste a Maria el gozo y la paz, otorga al mundo entero el gozo de la salvación y la paz verdadera.

Tú que, con la aceptación de tu esclava y con la acción del Espíritu Santo, hiciste que tu Palabra acampase entre nosotros, dispón nuestros corazones para que reciban a Cristo como la Virgen María lo recibió.

Tú que miras a los humildes y colmas de bienes a los hambrientos, da ánimo a los abatidos, socorre a los necesitados y ayuda a los moribundos.

Oh Dios, para quien nada hay imposible, el único que haces obras maravillosas, sálvanos, cuando resucites a los muertos en el último día.

ORACIÓN:
te rogamos Señor, que a cuantos hoy honramos la gloriosa memoria de la Santísima Virgen María, nos concedas por su intercesión, participar como ella, de la plenitud de tu gracia. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén. 

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