“Ese día estando en mi habitación en Pontevedra, España, se me apareció la Santísima Virgen y, al lado, como suspendido en una nube luminosa, el Niño. La Santísima Virgen me ponía la mano sobre mi hombro derecho y, al mismo tiempo, me mostraba un Corazón cercado de espinas que tenía en la mano.”
¿Por qué son cinco los sábados?
Cuando Sor Lucía refería a su confesor la petición de la Virgen, éste le dijo: ¿Por qué 5 y no 9 como los primeros viernes, o 7 como los dolores de la Virgen?
Cuenta Lucía que estando en la Iglesia con el Señor en la noche del 29 al 30 de mayo de 1930 en Tuy (España), y hablando con Él de dicha pregunta, le fue revelado lo siguiente: “Hija mía, el motivo es el siguiente: son cinco las principales clases de blasfemias cometidas contra el Inmaculado Corazón de María:
1) Las blasfemias contra la Inmaculada Concepción
2) Las blasfemias contra su Virginidad
3) Las blasfemias contra su Maternidad Divina, negándose al mismo tiempo reconocerla como Madre de los hombres.
4) Las blasfemias de aquellos que públicamente tratan de infundir en los corazones de los niños la indiferencia, el desprecio y hasta el odio hacia esta Madre Inmaculada.
5) Las ofensas de aquellos que la ultrajan directamente en sus Sagradas Imágenes”.
Condiciones de la devoción de los cinco primeros sábados del mes
Durante 5 primeros sábados de mes seguidos hay que:
1- Confesarse (se puede hacer unos días antes o después)
2- Recibir la Santa Comunión en Gracia de Dios
3- Rezo del Santo Rosario. Misterios Gozosos.
4- Meditación durante 15 minutos de los misterios del Rosario (uno o más)
5- Hacer esto durante 5 sábados seguidos con la intención de honrar, consolar y desagraviar al Inmaculado Corazón de María.
OFRECIMIENTO:
Por la señal +
Señor mío Jesucristo...
Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo; yo Os adoro profundamente y Os ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Vuestro Santísimo Hijo, presente en todos los Sagrarios del mundo, en reparación de los ultrajes con que Él mismo es ofendido, y por los méritos infinitos de Su Santísimo Corazón, y por la intercesión del Inmaculado Corazón de María, Os pido la conversión de los pecadores.
Y Vos, oh Inmaculado Corazón de María, aceptad este tributo de amor y veneración que os ofrecemos, con la intención de consolaros y de reparar las blasfemias e ingratitudes con que Os hieren los malvados.
A este fin, aceptad la tercera parte del Rosario, tan recomendado por Vos misma, y que voy a rezar devotamente con la meditación de sus misterios, para que me asistáis, según Vuestra promesa en la hora de mi muerte, con las gracias necesarias para mi salvación.
Amén.
Ahora, puedes proceder a Rezar los Misterios Gozosos del Santísimo Rosario. Recuerda al final de cada decena, incluir la oración que la Virgen en Fátima nos enseñó:
“Oh Jesús mío, perdonadnos, libradnos del fuego del infierno, llevad al Cielo todas las almas , especialmente a las más necesitadas.”
ACTO DE REPARACIÓN AL INMACULADO CORAZÓN DE MARIA:
¡Oh Inmaculado Corazón de María, traspasado de dolor por las injurias con que los pecadores ultrajan Vuestro Santísimo nombre y Vuestras excelsas prerrogativas! Aquí tenéis, postrado a Vuestros pies, un indigno hijo Vuestro que, agobiado por el peso de sus propias culpas, viene arrepentido y lloroso, y con ánimo de resarcir las injurias que, a modo de penetrantes flechas, dirigen contra Vos hombres insolentes y malvados. Deseo reparar, con este acto de amor y rendimiento que hago delante de Vuestro amantísimo Corazón, todas las blasfemias que se lanzan contra Vuestro augusto nombre, todos los agravios que se infieren a Vuestras excelsas prerrogativas y todas las ingratitudes con que los hombres corresponden a Vuestro maternal amor e inagotable misericordia.
Aceptad, ¡oh Corazón Inmaculado!, esta pequeña demostración de mi filial cariño y justo reconocimiento, junto con el firme propósito que hago de seros fiel en adelante, de salir por Vuestra honra cuando la vea ultrajada y de propagar Vuestro culto y Vuestras glorias. Concededme, ¡oh Corazón amabilísimo! que viva y crezca incesantemente en Vuestro santo amor, hasta verlo consumado en la gloria. Amén.
¡Oh dulce Corazón de María, sed la salvación del alma mía!
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