sábado, 3 de junio de 2023

DEVOCIÓN DE LOS 5 PRIMEROS SÁBADOS DE MES AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA


En la aparición del 13 de Julio de 1917, Nuestra Señora les mostró a 3 niños en Fátima la terrible visión del lugar de penas eternas: "Habéis visto el infierno -les dijo la Virgen- a donde van las almas de los pobres pecadores; para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la Devoción a Mi Inmaculado Corazón."  Vendré a pedir la Comunión Reparadora de los primeros sábados”.

"Para impedir la guerra vendré a pedir la Consagración de Rusia a Mi Inmaculado Corazón y la Comunión Reparadora de los Primeros Sábados." (13 de Julio de 1917).

Sor Lucía desveló al Padre Fuentes que: "mis primos Francisco y Jacinta se sacrificaron porque vieron siempre a la Santísima Virgen muy triste en todas sus apariciones. Nunca se sonrió con nosotros, y esa tristeza y angustia que notábamos en la Santísima Virgen, a causa de las ofensas a Dios y de los castigos que amenazaban a los pecadores, nos llegaban al alma."

También aseguró Sor Lucía que: "el demonio está librando una batalla decisiva con la Virgen y una batalla decisiva, es una batalla final en donde se va a saber de qué partido es la victoria, de qué partido es la derrota. Así que ahora, o somos de Dios, o somos del demonio; no hay término medio."

El Padre Agustín Fuentes dijo que Sor Lucía le aclaró que la Virgen: "me dijo, tanto a mis primos como a mí, que dos eran los últimos remedios que Dios daba al mundo; el Santo Rosario y la devoción al Inmaculado Corazón de María. Y, al ser los últimos remedios, quiere decir que son los últimos, que ya no va a haber otros."

El 10 de diciembre de 1925, la Virgen María cumple la promesa hecha a Lucía, quien nos lo cuenta así:
“Ese día estando en mi habitación en Pontevedra, España, se me apareció la Santísima Virgen y, al lado, como suspendido en una nube luminosa, el Niño. La Santísima Virgen me ponía la mano sobre mi hombro derecho y, al mismo tiempo, me mostraba un Corazón cercado de espinas que tenía en la mano.” 
Entonces dijo el Niño: “Ten compasión del Corazón de tu Santísima Madre que está cubierto de espinas que los hombres ingratos le clavan continuamente sin que haya nadie que haga un acto de reparación para arrancárselas” y en seguida dijo la Santísima Virgen: “Mira, hija mía, mi Corazón cercado de espinas que los hombres ingratos me clavan continuamente con blasfemias e ingratitudes, tú, al menos, procura consolarme y di que: Todos aquellos que durante cinco meses seguidos, en el primer sábado, se confiesen y reciban la Santa Comunión, recen el Santo Rosario y me hagan 15 minutos de compañía meditando en los misterios del Rosario, con el fin de desagraviarme, yo prometo asistirlos en la hora de la muerte con todas las gracias necesarias para su salvación”.

¿Por qué son cinco los sábados?
Cuando Sor Lucía refería a su confesor la petición de la Virgen, éste le dijo: ¿Por qué 5 y no 9 como los primeros viernes, o 7 como los dolores de la Virgen?
Cuenta Lucía que estando en la Iglesia con el Señor en la noche del 29 al 30 de mayo de 1930 en Tuy (España), y hablando con Él de dicha pregunta, le fue revelado lo siguiente: “Hija mía, el motivo es el siguiente: son cinco las principales clases de blasfemias cometidas contra el Inmaculado Corazón de María:
1) Las blasfemias contra la Inmaculada Concepción
2) Las blasfemias contra su Virginidad
3) Las blasfemias contra su Maternidad Divina, negándose al mismo tiempo reconocerla como Madre de los hombres.
4) Las blasfemias de aquellos que públicamente tratan de infundir en los corazones de los niños la indiferencia, el desprecio y hasta el odio hacia esta Madre Inmaculada.
5) Las ofensas de aquellos que la ultrajan directamente en sus Sagradas Imágenes”.


Condiciones de la devoción de los cinco primeros sábados del mes
Durante 5 primeros sábados de mes seguidos hay que:

1- Confesarse (se puede hacer unos días antes o después)

2- Recibir la Santa Comunión en Gracia de Dios

3- Rezo del Santo Rosario. Misterios Gozosos.

4- Meditación durante 15 minutos de los misterios del Rosario (uno o más)

5- Hacer esto durante 5 sábados seguidos con la intención de honrar, consolar y desagraviar al Inmaculado Corazón de María.

OFRECIMIENTO:

Por la señal +
Señor mío Jesucristo...

Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo; yo Os adoro profundamente y Os ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Vuestro Santísimo Hijo, presente en todos los Sagrarios del mundo, en reparación de los ultrajes con que Él mismo es ofendido, y por los méritos infinitos de Su Santísimo Corazón, y por la intercesión del Inmaculado Corazón de María, Os pido la conversión de los pecadores.

Y Vos, oh Inmaculado Corazón de María, aceptad este tributo de amor y veneración que os ofrecemos, con la intención de consolaros y de reparar las blasfemias e ingratitudes con que Os hieren los malvados.
A este fin, aceptad la tercera parte del Rosario, tan recomendado por Vos misma, y que voy a rezar devotamente con la meditación de sus misterios, para que me asistáis, según Vuestra promesa en la hora de mi muerte, con las gracias necesarias para mi salvación.
Amén.

Ahora, puedes proceder a Rezar los Misterios Gozosos del Santísimo Rosario. Recuerda al final de cada decena, incluir la oración que la Virgen en Fátima nos enseñó:
“Oh Jesús mío, perdonadnos, libradnos del fuego del infierno, llevad al Cielo 
todas las almas , especialmente a las más necesitadas.”

ACTO DE REPARACIÓN AL INMACULADO CORAZÓN DE MARIA:

¡Oh Inmaculado Corazón de María, traspasado de dolor por las injurias con que los pecadores ultrajan Vuestro Santísimo nombre y Vuestras excelsas prerrogativas! Aquí tenéis, postrado a Vuestros pies, un indigno hijo Vuestro que, agobiado por el peso de sus propias culpas, viene arrepentido y lloroso, y con ánimo de resarcir las injurias que, a modo de penetrantes flechas, dirigen contra Vos hombres insolentes y malvados. Deseo reparar, con este acto de amor y rendimiento que hago delante de Vuestro amantísimo Corazón, todas las blasfemias que se lanzan contra Vuestro augusto nombre, todos los agravios que se infieren a Vuestras excelsas prerrogativas y todas las ingratitudes con que los hombres corresponden a Vuestro maternal amor e inagotable misericordia.

Aceptad, ¡oh Corazón Inmaculado!, esta pequeña demostración de mi filial cariño y justo reconocimiento, junto con el firme propósito que hago de seros fiel en adelante, de salir por Vuestra honra cuando la vea ultrajada y de propagar Vuestro culto y Vuestras glorias. Concededme, ¡oh Corazón amabilísimo! que viva y crezca incesantemente en Vuestro santo amor, hasta verlo consumado en la gloria. Amén.

¡Oh dulce Corazón de María, sed la salvación del alma mía!

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