lunes, 19 de febrero de 2024

6° MEDITACIÓN DE CUARESMA

 LUNES DE LA PRIMERA SEMANA DE CUARESMA 

ORACIÓN PARA COMENZAR  TODOS LOS DÍAS: 

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. 

Poniéndonos en la presencia de Dios, adoremos su majestad infinita, y digamos con humildad:  

“Omnipotente Dios y Señor y Padre mío amorisísimo, yo creo que por razón de tu inmensidad estás aquí presente en todo lugar, que estás aquí, dentro de mí, en medio de mi corazón, viendo los más ocultos pensamientos y afectos de mi alma, sin poder esconderme de tus divinos ojos.  Te adoro con la más profunda humildad y reverencia, desde el abismo de mi miseria y de mi nada, y os pido perdón de todos mis pecados que detesto con toda mi alma, y os pido gracias para hacer con provecho esta meditación que ofrezco a vuestra mayor gloria… ¡Oh Padre eterno! Por Jesús, por María, por José y todos los santos enseñadme a orar para conocerme y conoceros, para amaros siempre y haceros siempre amar. Amén.”  

Se meditan los tres puntos dispuestos para cada día. 

LUNES DE LA PRIMERA SEMANA DE CUARESMA.

LA ORACION DE CRISTO EN EL HUERTO. 

1.- Padre, si es posible, pase de Mí este cáliz (1). Es la es la primera parte de la oración. Ora como hombre, confesando el horror de tan acerba muerte. Y por ventura también por el deseo de acabar cuanto antes su pasión, como le fue revelado a Santa Catalina de Siena. Acaso no pide que pase de Él solo aquel cáliz, sino, como dice San Hilario (2): Que el cáliz que se acerca a Él, pase a otros también, para que, como Él le bebe, así le beban otros. Juzga, pues, que Cristo te le ofrece. Di confiadamente: Recibiré el cáliz de la salud. Y porque, aunque el espíritu esta pronto, la carne es flaca, añade: E invocaré el nombre del Señor (3). 

2.-Pero no sea como Yo quiero, sino como Tú (4). Esta es otra parte de la oración. Si pidió como hombre ser libre de la muerte, lo pidió ineficazmente; y ahora por la voluntad racional, sometida a la voluntad divina, corrige la natural. Si pidió por el amor de padecer cuanto antes, aún en esto se resigna. Si, finalmente, para que otros también gusten de aquel cáliz, remite al Padre los que hayan de ser, y la medida de lo que Él les ha de dar. Aprende a corregir con la razón la inclinación natural de tu apetito. Aprende a dejarte en todas cosas en la voluntad divina. 3.-Retirose otra vez, y oro la tercera, diciendo las mismas palabras (5). Interrumpe dos veces la oración por el cuidado de los Discípulos, que dormían a vista de su peligro, para exhortarlos a la oración, y a buscar el remedio de la pusilanimidad que habían de tener. Alterna el ejercicio de la oración y de la caridad. Así lo has de hacer tú. Luego que tratares con los hombres, ¡vuelve a Dios! Alguna vez se ha de dejar la oración, para socorrer al prójimo.  Las obras de caridad son más excelentes que las de piedad. Ora, diciendo lo mismo tercera vez. No es inútil ni estéril la oración en que repites muchas veces los mismos afectos. 

(1) Matth., 26.  (2) Cap. 31 in Matth.  (3) Psalm, 115.  (4) Matth., 26.  (5) Ibib. 

ORACIÓN PARA FINALIZAR  TODOS LOS DÍAS: 

INVOCACIONES AL CORAZÓN DE JESÚS  EN SU PASIÓN. Santa Margarita María de Alacoque:

Humildemente postrado al pie de tu Santa Cruz, te diré con frecuencia, divino Salvador mío, para mover las entrañas de tu misericordia a perdonarme. 

  • Jesús, desconocido y despreciado, R/. Ten piedad de mí. 
  • Jesús, calumniado y perseguido. 
  • Jesús, abandonado de los hombres y tentado. 
  • Jesús, entregado y vendido a vil precio. 
  • Jesús, vituperado, acusado y condenado injustamente. 
  • Jesús, vestido con una túnica de oprobio y de ignominia. 
  • Jesús, abofeteado y burlado. 
  • Jesús, arrastrado con la soga al cuello. 
  • Jesús, azotado hasta la sangre. 
  • Jesús, pospuesto a Barrabas. 
  • Jesús, coronado de espinas y saludado por irrisión. 
  • Jesús, cargado con la Cruz y las maldiciones del pueblo. 
  • Jesús, triste hasta la muerte. 
  • Jesús, pendiente de un infame leño en compañía de dos ladrones. 
  • Jesús, anonadado y confundido delante de los hombres. 
  • Jesús, abrumado de toda clase de dolores. 

¡Oh Buen Jesús! que has querido sufrir una infinidad de oprobios y de humillaciones por mi amor, imprime poderosamente su estima en mi corazón, y hazme desear su práctica. 

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