viernes, 2 de noviembre de 2018

PADRE PÍO Y LAS ALMAS DEL PURGATORIO

LAS ALMAS DEL PURGATORIO 

Muchos difuntos se le aparecían para pedirle ayuda y él oraba mucho por las almas del purgatorio.
Cuando el padre Pío estaba en su pueblo de Pietrelcina por razón de enfermedad, el sacerdote que había sucedido al arcipreste Caporaso había notado en diferentes días que su predecesor ya difunto, estaba arrodillado detrás del altar. Lo mismo observó la mujer del sacristán, cuando por la mañana iba a la iglesia, pues veía un sacerdote celebrar la misa. El padre Pío también lo vio, pero no le dio importancia, pensando que era un sacerdote que había ido a rezar. Después de un mes, apenas terminada la misa, el difunto le dice al arcipreste: Ahora puedes estar tranquilo, pues ya no vendré más. Pero qué caro cuesta hacer la procesión del Corpus después de la Misa, sin hacer la acción de gracias. El arcipreste le contó al padre Pío que, cuando vivía el padre Caporaso, con frecuencia, apenas terminada la Misa, se iba a la farmacia que estaba junto a la Iglesia sin hacer la acción de gracias. 

En otoño de 1917, una tarde el padre Pío se sentó junto al fuego, porque estaba cansado y empezó a rezar el rosario. Se adormeció y, al despertarse, encontró un anciano junto al fuego envuelto en un capote. El padre Pío le preguntó: 
 - Tú ¿quién eres y qué haces? 
- Yo soy tal y tal, que murió quemado en este convento y estoy aquí para descontar mi purgatorio. 
 El padre Pío le prometió celebrar la Misa del día siguiente por él y le pidió que no se hiciera ver más. Un día refirió este suceso al padre Paolino. El padre Paolino fue a la alcaldía y encontró que, ciertamente, había muerto quemado en el convento un anciano de nombre N.N. todo tal como lo había contado el padre Pío. Se refería a Pietro Di Mauro, que había muerto quemado el 8 de setiembre de 1908. 

El padre Marcelino cuenta que oyó más de una vez al mismo padre Pío lo siguiente: Una noche me quedé a orar en el coro y, en cierto momento, oí ruido de candeleros proveniente del altar mayor. Pensé que algún hermano estaba en la iglesia, pero, continuando aquellos ruidos, pregunté: 
 - ¿Quién es? 
- Soy un novicio que descuento mi purgatorio, haciendo la limpieza del altar mayor, porque la descuidé cuando debí hacerla. Ore por mí. 
Después de unos momentos, salí del coro para acompañar a los hermanos que estaban calentándose en el fuego común, pero, apenas comencé a bajar las escaleras, encontré un joven desconocido. Sentí que era el novicio que me había hablado. Me dijo solamente: “Gracias”. Y desapareció. 

El 29 de diciembre de 1936 moría el padre Giuseppantonio. El padre Pío sabía que estaba muy grave. El día 30 el padre Pío lo vio en su habitación y le preguntó: 
 - ¿Cómo? ¿Me han dicho que estás gravemente enfermo y estás aquí? 
- Ya se me han pasado todas las enfermedades. Y desapareció. 

En diciembre de 1937, una semana después de la muerte del provincial Bernardo 
D´Alpicella, por tres tardes consecutivas se le apareció al padre Pío que estaba en el coro. Vio que del altar de la Inmaculada de la Iglesia de san Giovanni Rotondo regresaba a la sacristía. 

El padre Pío hablaba también de otras almas que se le aparecían para pedirle sufragios o para decirle que ya habían sido liberadas del purgatorio.

Fray Modestino declaró en el Proceso de canonización: El padre Pío me habló sobre la muerte de mi padre y me dijo: “Tu padre está en el purgatorio y tiene necesidad sufragios”. 

Sobre la suerte del padre Guido afirmó: “Ni siquiera ha estado en el purgatorio, está ya en el paraíso”. Este padre había sufrido dos meses sin lamentarse de un dolorosísimo tumor al pulmón. 

El padre Pierino Galeone certificó en el Proceso, que un día se le presentó una madre cuyo hijo había desaparecido en Rusia, pidiéndole que le preguntara al padre Pío si su hijo estaba vivo. El padre Pío con lágrimas en los ojos respondió: Dile a la madre que yo mismo lo he acompañado al paraíso. Ella explotó en llanto, pero poco a poco se serenó y esperó a que pasase el padre Pío para agradecerle y besar su mano. 

El mismo padre Pierino refiere: En 1948 alguien me preguntó sobre su hermana difunta. El año anterior el padre Pío había dicho que estaba todavía en el purgatorio, pero en esta oportunidad me respondió que ya estaba en el cielo. 

El padre Nazareno certificó: Una vez una persona muy cercana al convento me pidió que le preguntara al padre Pío sobre la suerte de un hijo que estaba en la guerra. El padre Pío respondió que ya se encontraba en la gloria de Dios. 

Pero no todo eran buenas noticias. A una viuda de san Severo, que había mandado preguntar al padre Pío sobre la suerte eterna de su esposo, que se había suicidado, respondió: No hay ninguna esperanza. 

Positio III/1, p. 864. 220 Positio III/1, p. 805. 
Positio III/1, p. 803. 222 Positio II, p. 347. 223 Positio III/1, p. 802. 

224 Positio III/1, p. 803. 225 Positio II, p. 133. 226 Positio II, p. 1105. 227 Positio II, p. 1105. 228 Positio I/1, p. 556. 229 Positio II, p. 96.

Del libro: Padre Pío estigmatizado del siglo XX. Padre Ángel Peña O.A.R. Lima, Perú.

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