viernes, 30 de agosto de 2024

NOVENA A LA NATIVIDAD DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA



Por la señal de la Santa Cruz+

de nuestros enemigos +
líbranos, Señor, Dios nuestro +

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo +


Oración Inicial:
Concede, Señor, a tus hijos el don de tu gracia, para que, cuantos hemos recibido las primicias de la salvación por la Maternidad de la Virgen María, consigamos aumentar nuestra paz en la Fiesta de su Nacimiento.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Meditar la lectura bíblica de cada día de la novena.

Oración Final:
Gracias infinitas te damos amada Virgen María, por ser nuestra Madre y por ser nuestra intercesora.
Enséñanos a regocijarnos por tu nacimiento y por todo lo que te ha tocado hacer en el Reino de Dios. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén +

DIA 1.
Lectura Bíblica del primer día:

“Yo haré célebre tu nombre por todas las generaciones; por eso, los pueblos te alabarán eternamente” Salmo 45, 18

La historia de María comienza con sus padres, san Joaquín y santa Ana. A ellos se los menciona en el Protoevangelio de Santiago, un escrito apócrifo del siglo II que la tradición de la Iglesia, la Custodia de Tierra Santa y el Vaticano, usan como referencia. Cuenta el pequeño libro que Joaquín y Ana no podían concebir un hijo. Tan pura fue su oración de súplica, que el Señor los premió con un gran regalo; una bellísima niña a la que llamaron María.

Según la tradición, la Virgen nació en inmediaciones del templo de Jerusalén. Hoy, en ese lugar, se encuentra la Iglesia de santa Ana, donde hay una gruta subterránea como ícono del nacimiento de la Madre de Dios.

Pedir la gracia que se desea alcanzar en esta novena por la Natividad de la Santísima Virgen María...
(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)
Oración final...

DÍA 2.
Lectura bíblica del segundo día:

“¡Escucha, hija mía, mira y presta atención! Él es tu Señor: inclínate ante Él” Salmo 45, 11-12

Nace María. Nace una niña santa. Nada se nota en ella hasta que crece y comienza a hablar, a expresar sus sentimientos, a manifestar su vida interior. A través de sus palabras, se conoce el espíritu que la anima. Se dan cuenta sus padres que esta niña es una criatura especial. Es dulce, fiel, amable, respetuosa con su familia y amiga de todos. Además, como sus padres, ama a Dios sobre todas las cosas. Y Dios, que nos conoce a todos en nuestro interior, la creó tan pura y buena, que la reservó para la misión más importante: ser la Madre del Salvador y de todos los hombres.

Pedir la gracia que se desea alcanzar en esta novena por la Natividad de la Santísima Virgen María...
(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)
Oración final...

DÍA 3.
Lectura bíblica del tercer día:
“Corona de los ancianos son sus nietos, y la gloria de sus hijos son sus padres” Proverbios 17, 6

Joaquín y Ana son dos nombres llenos de grandeza a los ojos de Dios, grandeza que se esconde en la sencillez y la humildad. Dos nombres con un sentido maravilloso y providencial.

Dios escogió a Joaquín y Ana para una obra tan admirable. Grandes tuvieron que ser aquellos dos corazones. Debían criar y educar a la que Dios escogería como Madre de su Hijo. Cuánta dulzura, bondad y hermosura había en aquellas almas. Pues habían sido destinados por Dios para ser los padres de una niña, “la llena de gracia”, “la bendita entre todas las mujeres”. Ella, María: “lugar alto donde habita Dios”.

Pedir la gracia que se desea alcanzar en esta novena por la Natividad de la Santísima Virgen María...
(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)
Oración final...

DÍA 4.
Lectura bíblica del cuarto día:
“Y vestida de brocado, es llevada hasta el rey. Las vírgenes van detrás, sus compañeras la guían” Salmo 45, 15

Cuando María era una niña, sus padres la llevaron al templo de Jerusalén, para ser instruida respecto a la religión y a los deberes para con Dios. María recibió con alegría la perspectiva de dejar la casa paterna para irse a ese lugar austero y solemne, como si en ella, aún niña, palpitara la conciencia de cuál sería su destino. María vivió su infancia en el templo, entre oraciones, metida siempre en Dios. A su lado, todos se sentían a gusto. Su carácter era dulce y dócil, una anticipación de la espléndida joven que aceptaría sobre sí misma la misión que Dios le habría de proponer.

La presentación de María en el templo, expresa esa permanencia exclusiva de Nuestra Señora a Dios. La completa dedicación de su alma y su cuerpo al misterio de la salvación, que es el misterio del acercamiento del Creador a la creatura.

Pedir la gracia que se desea alcanzar en esta novena por la Natividad de la Santísima Virgen María
(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)
Oración final...

DÍA 5.
Lectura bíblica del quinto día:
“Yo te instruiré, te enseñaré el camino que debes seguir, con los ojos puestos en ti, seré tu consejero” Salmo 32, 8

María aprendía letras hebreas. Leía y meditaba con dulzura las divinas Escrituras, las cuales, con su alto y delicado ingenio, y con la luz soberana del cielo que el Señor le infundía, entendía perfectamente. Nunca estaba ociosa. Guardaba silencio; sus palabras era pocas y cuando eran necesarias, su humildad profundísima. La modestia, virginal, y todas las virtudes en su punto y perfección. Atraía los corazones de todos, porque más parecía una niña vestida de cielo, que criada acá en la tierra. Complemento con su formación espiritual, María aprendía los trabajos del hogar: preparación de alimentos, hilar y cuidado de la casa. Y las cualidades propias de las mujeres de su época: respeto, obediencia, ayuda y protección para con sus padres y familia, así como la solidaridad con sus conciudadanos.

Pedir la gracia que se desea alcanzar en esta novena por la Natividad de la Santísima Virgen María...
(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)
Oración final...

DÍA 6.
Lectura bíblica del sexto día:
“Vivan en armonía unos con otros, no quieran sobresalir, póngase a la altura de los más humildes. No presuman de sabios” Romanos 12, 16

Ya desde su infancia, Nuestra Señora nos invita a la humildad, a ese obrar tan solo por servir al prójimo, sin querer lucir, solo por amor. Eso hizo Ella desde que nació. Ninguno de sus contemporáneos se dio cuenta de lo que estaba sucediendo. Solo los ángeles del cielo hicieron fiesta.

En María, su piedad indica una clara pertenencia a Dios, en una intensa relación vivida desde lo más profundo de su corazón. En una permanente amistad con Dios, con una enorme capacidad para dirigirse a Él, con amor y sencillez. La piedad de María llenó su corazón de alegría, de entusiasmo, de generosidad.

Imaginarla una niña, del todo pura y sin pecado original, nos invita a un abandono y confianza en las manos de quién llegaría a ser Nuestra Madre y ser la Madre de Dios.

Pedir la gracia que se desea alcanzar en esta novena por la Natividad de la Santísima Virgen María...

(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)
Oración final...

DÍA 7.
Lectura bíblica del séptimo día:
“No me han elegido ustedes a mí, sino que yo los elegí a ustedes” Juan 15, 16

La Natividad de la Virgen es una excelente oportunidad para reflexionar sobre la propia vocación. Nos recuerda, sobre todo, que Dios nos ha elegido para una labor concreta desde toda la humanidad. Para conocer ese llamado personalísimo que Dios nos hace a cada uno, es indispensable fortalecer la vida interior. Sin oración, sin la fuerza de los sacramentos, será más difícil descubrir la vocación. Como María, nosotros debemos ser conscientes de que Dios quiere de cada uno algo en particular, y Ella nos recuerda que toda la vida es vocación y llamado.

La fiesta de la Natividad de Nuestra Señora es momento adecuado para revisar si estamos poniendo los medios necesarios para atender el llamado de Dios, si de verdad estamos haciendo su voluntad.

Pedir la gracia que se desea alcanzar en esta novena por la Natividad de la Santísima Virgen María...

(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)
Oración final...

DÍA 8.
Lectura bíblica del octavo día:
“La fe, por lo tanto, nace de la predicación y la predicación se realiza en virtud de la Palabra de Cristo” Romanos 10, 17

María es una bellísima hija del Espíritu Santo. Como Madre y modelo de la Iglesia, nos enseña a vivir de la fe, a ser discípulos de Jesús. La fe es una vida que se disfruta, es vivir como creatura, dejando que Dios sea Dios. Vivamos de la fe, como la vivió María desde el momento en que nació y durante toda su vida. Ella se dejó moldear, hacer, fue creatura nueva a los planes y proyectos de Dios. 
Vivió cada día una relación de comunión e intimidad con el Padre, escuchando y acogiendo confiadamente su palabra, obedeciendo y haciendo su voluntad. Contemplando la obra que el Espíritu Santo hacía en Ella, disfrutando de su presencia que lo hace todo nuevo, viviendo en la gratuidad, y expresándose en alabanzas.

Pedir la gracia que se desea alcanzar en esta novena por la Natividad de la Santísima Virgen María...

(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)
Oración final...

DÍA 9.
Lectura bíblica del noveno día:
“Porque la gracia de Dios, que es fuente de salvación para los hombres, se ha manifestado” Tito 2, 11

Celebramos con alegría el nacimiento de María. De ella salió el Sol de Justicia, Cristo, nuestro Dios. 
Así como la aurora anuncia cada amanecer, la llegada de un nuevo día, así el nacimiento de la Madre de Dios es “esperanza y aurora de salvación”.

Desde el primer momento de su concepción, Dios la santificó de manera admirable, “llena de gracia”. Aunque ninguno de sus conciudadanos se diera cuenta, esta niña, todavía pequeña y frágil, era la mujer del primer anuncio de redención futura, la obra maestra de la creación, la más hermosa de sus creaturas, la puerta a través de la cual Dios hace entrada en esta tierra.

Pedir la gracia que se desea alcanzar en esta novena por la Natividad de la Santísima Virgen María...

(Padre Nuestro, Ave María y Gloria)
Oración final...

miércoles, 1 de mayo de 2024

LA DEVOCIÓN DE PADRE PÍO A SAN JOSÉ



El Padre Pío admiró siempre la altura espiritual de san José. Imitó sus virtudes y recurrió a él en los momentos más difíciles de su vida, obteniendo siempre gracias y favores celestiales.

Él, como san José, aún sin serlo en el orden natural, se sentía padre y era consciente de los derechos y deberes de su paternidad espiritual. Por este motivo, se dirigía con confianza a este santo, para suplicarle por sus hijos e hijas espirituales. «Ruego a san José que, con aquel amor y con la generosidad con que cuidó de Jesús, custodie tu alma, y, como lo defendió de Herodes, así proteja tu alma de un Herodes más feroz: ¡el demonio!». «El patriarca san José cuide de ti con el mismo cuidado que tuvo de Jesús: te asista siempre con su benévolo patrocinio y te libre de la persecución del impío y soberbio Herodes, y no permita jamás que Jesús se aleje de tu corazón».

Y san José correspondió al Padre Pío con una asistencia singular y con visiones extraordinarias. En efecto, el Siervo de Dios, en enero de 1912, confió al padre Agustín de San Marco in Lamis: «Barbazul no se quiere dar por vencido. Se ha disfrazado de casi todas las formas. Hace ya días que viene a visitarme con otros de sus satélites, armados con bastones e instrumentos de hierro, y lo que es peor bajo su propia forma. ¡Quién sabe cuántas veces me ha tirado de la cama arrastrándome por la habitación! Pero, ¡paciencia! Casi siempre están conmigo Jesús, la Mamita, el Angelito, San José y el padre San Francisco» (Epist. I,252).

Al mismo padre Agustín escribe el Padre Pío, el 20 de marzo de 1921: «Ayer, festividad de San José, sólo Dios sabe las dulzuras que experimenté, sobre todo después de la misa, tan intensas que las siento todavía en mí. La cabeza y el corazón me ardían, pero era un fuego que me hacía bien» (Epist. I,265).

El padre Honorato Marcucci, uno de los asistentes del Padre Pío en los últimos años de su existencia terrena, contaba este episodio.

Una tarde del mes anterior al de la muerte del venerado Padre, se encontraba con él en la terraza contigua a la celda n. 1, esperando para acompañarle a la sacristía para la función vespertina. Era un miércoles, día consagrado a san José, y el Padre Pío no se decidía a moverse. De pie ante un cuadro del glorioso Patriarca, apoyado en la pared, el venerado Padre parecía en éxtasis. Pasado un poco de tiempo, el padre Honorato le dijo: Padre, ¿debo esperar todavía?; ¿nos hemos de ir?; vamos con retraso». Pero sus preguntas quedaron sin respuesta. El Padre Pío seguía contemplando al glorioso Patriarca.
Al fin, después de que el padre Honorato le arrastrara del brazo y le repitiera por enésima vez la pregunta, el Padre Pío exclamó: «Mira, mira, ¡qué bello es San José!».

Se dirigieron a la sacristía. En la sala «San Francisco» encontraron al padre sacristán, que les preguntó: «¿Cómo con tanto retraso?».
El padre Honorato respondió: «Hoy el Padre Pío no quería separarse del cuadro de San José».

El Padre Pío no dejaba pasar una sola oportunidad sin invitar a sus hijos espirituales a cultivar una sincera y profunda devoción a san José, fuente siempre rica de enseñanzas, de consuelo y de favores.
Parece escucharse todavía hoy su voz: «Ite ad Joseph! (Gn 41,55). Id a José con confianza absoluta, porque también yo, como santa Teresa de Ávila, “no recuerdo haber pedido cosa alguna a San José, sin haberla obtenido de inmediato”».

(Autor: Padre Gerardo Di Flumeri; traducción del italiano: Hno. Elías Cabodevilla)