domingo, 1 de enero de 2017

COMENZAMOS AÑO CON SANTA MARÍA Y SAN PÍO

Hoy 1 de enero de 2017 , comenzamos el año, en que celebraremos el centenario de las apariciones de Fátima, y lo comenzamos de mano de Nuestra Madre y bajo la intercesión de San Pío para que nos alcancen la Paz del corazón, la Paz en nuestras familias y la Paz del mundo. 


Padre Pío desde niño era gran devoto de María y un gran devoto del Santo Rosario.
Un día le pidieron sus hijos espirituales les dejara su herencia espiritual. Padre Pío respondió inmediatamente sin pensar siquiera: “El Rosario”.

Y poco antes de la muerte a su amigo y hermano Fray Modestino le dijo: “¡Amen a la Virgen y háganla amar. Reciten siempre el Rosario!”.



NO SE PUEDE IMAGINAR AL PADRE PÍO SIN LA MADRE DE DIOS Y LA VIRGEN DE FÁTIMA

El Padre Pio siempre siguió con atención la Historia de las Apariciones de Fatima.

Un hilo invisible unió Fatima con S.Giovanni Rotondo. La misma Armada Azul, movimiento internacional de ruego provocado por los mensajes Mariano de Fatima, se volvieron, junto a su fundador, parte de la familia espiritual de Padre Pio.

En el 1959 llega a Italia, por una Peregrinación Mariana organizada por el Comité Nacional Mariano, del que forman parte entre otros el cardenal Lercaro y don Gabriele Amorth, el famoso exorcista, ambos hijos espirituales de Padre Pio.

La estatua de la Virgen de Fatima llega directamente desde Cova de Iria y en Italia es llevada a visitar todas las capitales de provincia. S.Giovanni Rotondo parecía por lo tanto predestinada a ser excluida por esta visita privilegiada.

Pero justo la ciudad de Benevento renuncia a un día para permitirle a Padre Pio de saludar la imagen de la Virgen de Fatima.

Misteriosamente, como por una decisión divina, cuando la Bianca Señora de Fatima está sobre el suelo italiano, el Padre Pio cae enfermo, golpeado por una grave pleuresía que le prohíbe de celebrar la Santa Misa.

La tarde del 27 de julio, él anuncia el principio de la novena “por la visita de la Mamá Celeste”, y exhorta todos los fieles a prepararse a esta visita con cristiana renovación.

La tarde del 4 de agosto, Padre Pío anuncia que faltan pocas horas a la visita de la Madre de Dios.

Por fin, el día mismo de la llegada, expresa así su alegría incontenible:

“Dentro de pocos minutos la Madre de Dios estará en nuestra casa… abramos nuestros corazones.”

El 5 agosto del 1959 llega, a S.Giovanni Rotondo, la estatua de la Virgen de Fatima que es llevada en helicóptero en todas las capitales de provincia.

Durante la mañana del 6 de agosto el Padre consigue bajar a la iglesia, deteniéndose a veces y se sienta delante de la imagen de la Virgen de Fatima.

La estatua de la Virgen es bajada hasta la cara del Padre que pudo besarla por fin tiernamente.

Cerca de las 3 de la tarde, el helicóptero con la estatua de la Virgen de Fatima levanta en vuelo de la terraza de la Casa Alivio del Sufrimiento.

El Padre Pio se encuentraba asomado a la ventana del coro de la Iglesia; el helicóptero da tres vueltas alrededor de la plaza repleta de fieles y  luego se aleja en dirección a Sicilia.

En este momento, con los ojos humedecidos por la conmoción, el Padre Pio le dirige a Maria un breve quejido empapado de abandono filial:

“Virgen, Madre mía, llegaste a Italia y yo me enfermé; ahora te vas y todavía me dejas enfermo”.

En este mismo instante el Padre Pío advierte un escalofrío correr por todo su cuerpo y se cura milagrosamente del mal que los médicos le diagnosticaron: un tumor a la pleura.

Es el mismo Padre Agostino, amigo y director espiritual de Padre Pio desde los años de seminario, el que al confirmar la curación inmediata del fraile estigmatizado dijo:

“En un momento el Padre sintió como una fuerza misteriosa en su cuerpo y les dijo a los hermanos: ¡Estoy curado!”.


Nos encomendamos este nuevo año como hijos espirituales de San Pío, a Nuestra Madre bajo la advocación de Fátima y Nuestra Señora del Rosario, seguros de su protección y amparo, y lo hacemos comprometiéndonos en perseverar en el rezo del Santo Rosario pues con él venceremos en las batallas de cada día.

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