sábado, 28 de enero de 2017

HOY CELEBRAMOS SAN JULIÁN, OBISPO Y PATRÓN DE CUENCA

Hoy en Cuenca celebramos San Julián; 2º Obispo de la Diócesis, Patrón y Padre de Cuenca.
Nació en Burgos en el año 1.128, dice la tradición  que en su bautismo aparecieron unos ángeles en las alturas del templo y una voz dijo: "hoy ha nacido un niño, que en gracia no tiene igual" y a la pila bautismal descendió un joven que dijo: "se llamará Julián".
Realizó sus estudios primarios en Burgos y los superiores en Palencia. Su brillante expediente le llevó a ser nombrado, con solo 25 años, profesor de Filosofía y Teología de la Universidad de Palencia.

Mas tarde se ordena sacerdote, también es ordenado su criado Lesmes. Criado y señor se fueron a predicar por toda España.

En 1.191 es nombrado Arcediano de la Catedral de Toledo, y el 1.196 con 68 años, bajo el reinado de Alfonso VIII, es nombrado Obispo de Cuenca, sucediendo al que fue primer Obispo D. Juan Yáñez. La distancia entre Toledo y Cuenca, acompañado de su criado y capellán Lesmes, la recorre a pie en cinco jornadas, entrando en Cuenca durante la noche para evitar la multitud que le esperaba. Realizó una labor apostólica y misionera por toda la provincia,  preocupándose de los mas necesitados independientemente de su religión. Un día, que las paneras de sus limosnas estaban vacías ocurrió que fueron llenadas milagrosamente de trigo .

San Julián tenía por costumbre, retirarse a una cueva situada en el Cerro de la Majestad, lugar que el Santo llamaba "el lugar de mi tranquilo día" de donde recibe el nombre de "cueva de San Julián el Tranquilo". Con el agua que mana de la cueva el Santo mojaba las mimbres para hacer unas cestillas, que luego repartía entre los pobres. Este lugar se eleva una pequeña ermita en honor a San Julián en donde se puede oir misa los domingos a las 11 de la mañana, rodeada de una zona de recreo con  mesas, barbacoas y el apreciada agua del manantial. Se puede llegar subiendo por un empinado escalerón o por una agradable senda de preciosas vistas a la hoz del Júcar y parte antigua de Cuenca.

En la noche del 28 de enero de 1.208, murió San Julián. Desde entonces su sepulcro no ha dejado de ser visitado con frecuencia por sus numerosos devotos, encontrándose actualmente en la Catedral de Cuenca.

Himno a San Julián, Obispo y Patrón de Cuenca
(Letra del Ilmo. Sr. D. Pedro Cruz Ocaña)

Henchidos de alegría
Cantemos sin cesar:
¡Gloria al Padre de Cuenca!
¡Loor a San Julián!

En la indomable España
En la hidalga Castilla
Do más puro el sol brilla
Del cielo en el azul,
Nuestro Patrón excelso
Apareció fulgente
A la española gente
Bañando con su luz

De Dios por el reinado
Ardiendo en santo celo,
Por el hispano suelo
Como un ángel cruzó,
Y al paso del Apóstol
Valiente y fervoroso
Tembló el Islam medroso
Y España se asombró.

Aquí, en la noble Cuenca
Cual padre cariñoso
Pan dio al menesteroso
Prestó alivio al pesar,
Y ahora, desde el cielo
Del triste oye el gemido
Que nuestro Padre ha sido
Y siempre lo será.

lunes, 16 de enero de 2017

LOS GRUPOS DE ORACIÓN DE PADRE PÍO

Hoy hemos tenido la primera reunión del año de nuestro Grupo de Oración y ha sido una celebración muy hermosa donde la cercanía y presencia de Padre Pío se nota entre nosotros.
Ha sido una Celebración de acción de gracias
pues por fin, este mes hemos recibido el esperado Diploma de Adhesión a la Asociación Internacional de Grupos de Oración del Padre Pío con sede en la "Casa Sollievo della Sofferenza"
Los grupos de oración son el fruto del Ministerio del Padre Pío. A los fieles que hablaban con él, el Padre Pío les aconsejaba rezar. La oración constituye el tejido de su enseñanza cotidiana en el confesionario y con su ejemplo. Poco a poco las almas por él formadas sentían la necesidad de reunirse para rezar en común. En todas partes surgieron así núcleos de fieles relacionados con la Casa Alivio del Sufrimiento todavía en construcción.

Los grupos como organización nacieron en la «Casa Alivio del Sufrimiento». desde el principio de ésta, desde sus primeros pasos. 
Cuando estaban todavía construyéndola, cuando era un edificio encerrado en la jaula de los andamios y completamente rústico, ya existía desde hacía años la idea, el pensamiento del Padre Pío sobre el alivio del sufrimiento, que sus hijos espirituales divulgaban, transmitían con la palabra, con los escritos, con los panfletos. 
La obra como misión, como apostolado, ya existía, basada en la oración que se estaba esparciendo través de los grupos espontáneos, unidos por el afecto que sentían por el Padre Pío.
La Casa Alivio del Sufrimiento recogió estas palpitaciones, estos entusiasmos, esta agregación espontánea de espíritus, de corazones, que sentía en torno a si. Y comenzó a guiar, tutelar, instruir a los Grupos, solicitando al Padre Pío todo lo referente a los criterios con los cuales debían desarrollar sus actividades, criterios muy claros y precisos que debían ser aceptados por aquellos que deseaban ser llamados Grupos de Oración.
Los grupos están en todas partes: en las parroquias, en los conventos, en los monasterios, en los hospitales, bajo la guía de directores espirituales de toda Orden y hábito. Mancomunados por el amor al Padre Pío.
Esta universalidad, este respiro amplio, en sintonía con el de la Iglesia, constituyen el mérito y el honor de la Obra del Padre Pío

Nuestro agradecimiento a Padre Pío que ha permitido, al fijarse en nosotros, que en nuestra pequeña ciudad se haya creado por su intercesión y con ayuda de la Providencia, este Grupo de Oración de Padre Pío, uno más que se une a los cientos de grupos que hay por todo el mundo.

viernes, 6 de enero de 2017

LOS NIÑOS SALVARÁN AL MUNDO

El Padre Pío de Pietrelcina dijo: «Los niños...los niños salvarán al mundo»

El deseo que Padre Pío tenía, de formar nidos de oración de niños deriva directamente del corazón de Jesús: «Dejen que los niños vengan a mí, no se los impidan, porque quien es como ellos pertenece al Reino de los cielos» (Lc 18,16)



Es el mismo concepto que expresó la Virgen en Fátima a tres niños, invitándoles a ofrecer la propia vida y a rezar el Rosario para obtener la paz en el mundo. La espiritualidad de Padre Pío es totalmente como la espiritualidad de Fátima: ofrecer la propia vida a Dios, Eucaristía y rezo del rosario.
Era natural, entonces, que conjuntamente a los grupos de oración de adultos, pidiera sus estrechos colaboradores los nidos de oración de niños.

En los primeros números de «La Casa Sollievo della Sofferenza», se encontraran trazas de estos esfuerzos en varias partes de Italia. La iniciativa del Dr. Guillermo Sanguinetti, se apagó junto con el en 1954.

En los años 60 el Siervo de Dios Padre Pío Dellepiane de los frailes menores, alma gemela de San Pío de Pietrelcina, con apoyo de la Marquesa Degli Oddi, comenzó a llevar grupos de niños de San Giovanni Rotondo al templo de los capuchinos, pero no pudo hacer mas debido a su precario estado de salud y a sus numerosos compromisos.
En 1972, le pidió al Padre Andrea D’Ascanio llevar a cabo este proyecto, y le dijo: «Es urgente….con expresión de dolor…. y demasiado tarde».

Padre Andrea recibió esa invitación de su Padre espiritual y nacieron así los primeros Nidos de Oración de la Armada Blanca, ahora difundidos en todo el mundo.


del Padre Andrea D’Ascanio OFM cap:

Fue la noche mas amarga y larga de mi vida, aquella del 24 de septiembre de 1968 transcurrida en San Giovanni Rotondo al lado del cuerpo de Padre Pío de Pietrelcina. Solo entonces comprendí lo vívidamente que el había entrado en mi existencia y sentí el sentimiento de pérdida de quien queda privado de su padre, de aquel padre.
Al final de la vigilia me encontré al lado de un religioso anciano, de mirada límpida y dulce casi frágil en el hábito oscuro de los frailes menores. Muy humilde en todos sus modos, podía esconder su fortísima personalidad tras de un porte de gentil señorío, mas allá de la cual era difícil penetrar. Solo el raro brillo de sus bellos ojos azules dejaba ver la osada mirada del águila en la humilde mirada de la paloma.
Cuando me dijo su nombre me recordé que me habían hablado de él. Y recordé la opinión que Padre Pío había dado sobre esta persona: «Padre Pío Dellepiane (de las llanuras)? ...¡no Padre Pio delle vette! (de las cimas mas altas)».
Solo después entendí que Padre Pio me había hecho el último regalo, el mas grande, no dejándome huérfano, sino dejándome en manos de otro Padre Pío, de otro como el.

Cuando de Rimini, Padre Pio Dellepiane fue transferido a Roma, como superior del convento de la Virgen de la Luz, tuve la oportunidad de encontrarme con el muy seguido. Queria que fuera su casa cada vez que estuviera en Roma y resultaba difícil negarse a su amable hospitalidad.
Casi en todos los encuentros se recordaba de los niños de Fátima y de lo que les había pedido la Virgen y volvía a hablar de la necesidad de que los niños rezaran y que formaran nidos de oración. Quiso que fuera con él a Fátima en Julio de 1972 a participar en la semana de espiritualidad organizada por algunos hijos espirituales de San Pío de Pietrelcina. Durante el viaje tomó el micrófono para pedirles a todos que hicieran rezar a los niños, aun siendo una persona esquiva.
Me invitó después a participar a una peregrinación con su grupo de oración de la Virgen de la Luz en Colevalenza al Santuario de Jesús Misericordioso realizado por Madre Esperanza. Ya en el autobús, tomó el micrófono y empezó nuevamente a hablar de la necesidad de formar nidos de oración, pero esta vez agregó una cosa nueva: «Los sacerdotes dijo, deben de poner a rezar a los niños». El único sacerdote era yo, y en son de broma le pregunté si no tenía algo contra mí, si no quería por curiosidad que yo me dedicara a este apostolado entre los pequeños, respondió con tono serio, decidido pero con una buena carga de amargura: «Es urgente, es necesario y es ya demasiado tarde».
Intuí en esas pocas palabras que resultaba inútil detenerme a preocuparme, a la incomodidad del profeta que no es escuchado, del santo que no es entendido.
Regresando a la localidad de Bagnella de Omegna, provincia de Novara en Italia, empecé a revisar todos los conocimientos bíblicos desde el punto de vista de esta nueva Luz. Me documenté sobre las últimas apariciones marianas en donde noté que los protagonistas son siempre los niños. Empecé a acercarme a algunos niños de primaria y a contarles sobre los acontecimientos de Fátima.
El entusiasmo con que los niños de cuarto de primaria de la hermana Stefania de Borgomanero, provincia de Novara, en Italia, aceptaron el mensaje de Fátima me acicateó a repetir el experimento donde quiera que se presentara la ocasión: en Táranto, en L’Aquila, Sulmona, Mafalda, Ischia, Torre de Passeri, Manduria. Donde quiera que los niños se adherían con su “si” generoso a la invitación de la Virgen, consagrándose a ella y rezando el Rosario.

La Virgen, siempre y en todos lados, La Virgen. Cuando le pregunté en los últimos momentos de su vida que nos dejara un pensamiento suyo, como un testamento dijo solo esta palabra: «La Virgen ... ».La misma herencia de Jesús agonizante, la misma de Padre Pío de Pietrelcina.
En la última misa que celebramos juntos el día de la Inmaculada, cuatro días antes de su muerte, en el momento del ofertorio le prometí que habría hecho todo lo posible por transmitir el mensaje de la Virgen a todos los niños del mundo, pero puse la condición de que él guiara, en mí, los pasos de la Armada Blanca de la Virgen. Los ojos se le iluminaron y en una sonrisa conmovida asintió con la cabeza varias veces. Sonrió también cundo le dijimos que en ese momento el Padre Victorio se encontraba en Giulianova (TE) para consagrar a 50 niños al corazón inmaculado de María y que poníamos en sus manos esos ”sí” para que los presentara a la Virgen en el momento de su entrada al cielo los llevase consigo. Todos los niños de “Los Nidos de Oración “ estaban allí alrededor de él, en ese cojín lleno de cándidos lirios y rosas blancas que un pequeño de cinco años le había traído desde Pescara, Italia. Expresión de su candor y de su amor.
Fue tan dulce esa última noche de vela, en que el pequeño Christian se había adormecido en los brazos de su madre al lado de su gran amigo. Vi en Chris a todos los niños del mundo que habrían acogido el regalo de Amor de Padre Pío: «La Virgen…amen a la Virgen…conságrense a la Virgen».

(De www.armatabianca.org)

domingo, 1 de enero de 2017

COMENZAMOS AÑO CON SANTA MARÍA Y SAN PÍO

Hoy 1 de enero de 2017 , comenzamos el año, en que celebraremos el centenario de las apariciones de Fátima, y lo comenzamos de mano de Nuestra Madre y bajo la intercesión de San Pío para que nos alcancen la Paz del corazón, la Paz en nuestras familias y la Paz del mundo. 


Padre Pío desde niño era gran devoto de María y un gran devoto del Santo Rosario.
Un día le pidieron sus hijos espirituales les dejara su herencia espiritual. Padre Pío respondió inmediatamente sin pensar siquiera: “El Rosario”.

Y poco antes de la muerte a su amigo y hermano Fray Modestino le dijo: “¡Amen a la Virgen y háganla amar. Reciten siempre el Rosario!”.



NO SE PUEDE IMAGINAR AL PADRE PÍO SIN LA MADRE DE DIOS Y LA VIRGEN DE FÁTIMA

El Padre Pio siempre siguió con atención la Historia de las Apariciones de Fatima.

Un hilo invisible unió Fatima con S.Giovanni Rotondo. La misma Armada Azul, movimiento internacional de ruego provocado por los mensajes Mariano de Fatima, se volvieron, junto a su fundador, parte de la familia espiritual de Padre Pio.

En el 1959 llega a Italia, por una Peregrinación Mariana organizada por el Comité Nacional Mariano, del que forman parte entre otros el cardenal Lercaro y don Gabriele Amorth, el famoso exorcista, ambos hijos espirituales de Padre Pio.

La estatua de la Virgen de Fatima llega directamente desde Cova de Iria y en Italia es llevada a visitar todas las capitales de provincia. S.Giovanni Rotondo parecía por lo tanto predestinada a ser excluida por esta visita privilegiada.

Pero justo la ciudad de Benevento renuncia a un día para permitirle a Padre Pio de saludar la imagen de la Virgen de Fatima.

Misteriosamente, como por una decisión divina, cuando la Bianca Señora de Fatima está sobre el suelo italiano, el Padre Pio cae enfermo, golpeado por una grave pleuresía que le prohíbe de celebrar la Santa Misa.

La tarde del 27 de julio, él anuncia el principio de la novena “por la visita de la Mamá Celeste”, y exhorta todos los fieles a prepararse a esta visita con cristiana renovación.

La tarde del 4 de agosto, Padre Pío anuncia que faltan pocas horas a la visita de la Madre de Dios.

Por fin, el día mismo de la llegada, expresa así su alegría incontenible:

“Dentro de pocos minutos la Madre de Dios estará en nuestra casa… abramos nuestros corazones.”

El 5 agosto del 1959 llega, a S.Giovanni Rotondo, la estatua de la Virgen de Fatima que es llevada en helicóptero en todas las capitales de provincia.

Durante la mañana del 6 de agosto el Padre consigue bajar a la iglesia, deteniéndose a veces y se sienta delante de la imagen de la Virgen de Fatima.

La estatua de la Virgen es bajada hasta la cara del Padre que pudo besarla por fin tiernamente.

Cerca de las 3 de la tarde, el helicóptero con la estatua de la Virgen de Fatima levanta en vuelo de la terraza de la Casa Alivio del Sufrimiento.

El Padre Pio se encuentraba asomado a la ventana del coro de la Iglesia; el helicóptero da tres vueltas alrededor de la plaza repleta de fieles y  luego se aleja en dirección a Sicilia.

En este momento, con los ojos humedecidos por la conmoción, el Padre Pio le dirige a Maria un breve quejido empapado de abandono filial:

“Virgen, Madre mía, llegaste a Italia y yo me enfermé; ahora te vas y todavía me dejas enfermo”.

En este mismo instante el Padre Pío advierte un escalofrío correr por todo su cuerpo y se cura milagrosamente del mal que los médicos le diagnosticaron: un tumor a la pleura.

Es el mismo Padre Agostino, amigo y director espiritual de Padre Pio desde los años de seminario, el que al confirmar la curación inmediata del fraile estigmatizado dijo:

“En un momento el Padre sintió como una fuerza misteriosa en su cuerpo y les dijo a los hermanos: ¡Estoy curado!”.


Nos encomendamos este nuevo año como hijos espirituales de San Pío, a Nuestra Madre bajo la advocación de Fátima y Nuestra Señora del Rosario, seguros de su protección y amparo, y lo hacemos comprometiéndonos en perseverar en el rezo del Santo Rosario pues con él venceremos en las batallas de cada día.