viernes, 20 de diciembre de 2019

NOVENA AL NIÑO JESÚS 5


ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Al PADRE

Dios Padre de infinita caridad, que tanto amaste a los hombres, que les entregaste a vuestro Hijo amado, para que hecho hombre en las entrañas de la Virgen, naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio, os damos gracias por tan soberano beneficio. Agradecido, os ofrezco todas las virtudes de vuestro Hijo, suplicándoos por los divinos méritos de su nacimiento, por su pobreza, humildad y por las lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongas nuestros corazones como tu humilde morada para siempre. Que allí te recibamos limpios de pecados, con humildad profunda, con amor encendido y con despego de todo lo terreno. Amén (Se reza tres veces el Gloria)

A LA SANTÍSIMA VIRGEN

Soberana María que por vuestras grandes virtudes, y especialmente por vuestra humildad, Dios quiso escogerte para que seas su madre; os suplico que vos misma prepareis y dispongais mi alma y la de todos, para el nacimiento espiritual de vuestro adorado Hijo.
¡Oh dulcísima Madre! Comunicadme algo del profundo recogimiento y tierno amor con que le recibisteis vos, para que nos hagáis menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. - Rezar: Avemaría.

A SAN JOSÉ

¡Oh Santísimo José!, esposo de la Virgen María y padre putativo de Jesús. Gracias a Dios que te escogió y a ti por responder con tanta virtud. Dios te dotó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza; os ruego por el amor que tuviste al Divino Niño, me ayudes a tener el mismo fervor para recibirle en la Eucaristía. Amén. -Rezar: Padre Nuestro, Avemaría, Gloria.

ORACIÓN AL NIÑO JESÚS

Acordaos, ¡oh dulcísimo Niño Jesús!, que dijiste a la Venerable Margarita del Santísimo Sacramento: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los meritos de mi infancia y nada te será negado”. Llenos de confianza en Vos, ¡Oh Jesús, que sois la misma verdad, venimos reconociendo que somos pecadores. Ayúdanos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada. Nos entregamos a Vos, ¡oh Niño omnipotente! Seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza y de que en virtud de vuestra divina promesa, acogeréis nuestra súplica. Amen.

GOZOS:

Dulce Jesús mío,
Mi niño adorado.
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

¡Oh Sapiensa suma
Del Dios soberano,
Que al nivel de un niño Te hallas rebajado!
¡Oh Divino infante
Ven para enseñarnos
La prudencia que hace Verdaderos sabios!
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

¡Oh raíz sagrada
De José, que en lo alto Presentas al orbe Tu fragante nardo!
¡Dulcísimo Niño
Que has sido llamado
“Lirio de los Valles,
Bella flor del campo!”
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

¡Oh lumbre de Oriente
Sol de eternos rayos
Que entre las tinieblas
Tu esplendor veamos!
¡Niño tan precioso
Dicha del cristiano,
Luzca la sonrisa
De tus labios!
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

Rey de las naciones
Emmanuel preclaro.
De Israel anhelo
Pastor de rebano!
¡Niño que apacientas
Con suave cayado
Ya la oveja arisca
Ya el cordero manso!
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

Ábranse los cielos
Y llueva de lo alto
Bienhechor roció
Como riego santo!
¡Ven hermoso Niño!
¡Ven Dios humanado!
Luce, hermosa estrella,
Brota flor del campo!
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

Ven que ya Maria
Previene sus brazos
De su Niño vean
En tiempo cercano!
¡Ven que ya José
con anhelo sacro
se dispone a hacerse
de tu amor sagrario!
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

¡Del débil auxilio.
Del doliente amparo,
Consuelo del triste,
Luz del desterrado!
¡Vida de mi vida,
mi sueno adorado,
Mi constante amigo,
Mi divino hermano!
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

¡Ve ante mis ojos
De ti enamorados
Bese ya tus plantas!
Bese ya tus manos!
Prosternado en tierra
Te tiendo los brazos
Y aun más que mis frases
Te dice mi llanto!

Ven Salvador nuestro,
Por quien suspiramos,
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

CONSIDERACIÓN PARA CADA DIA:

Diciembre 20

Ya hemos visto la vida que llevaba el Niño Jesús en el seno de su purísima Madre; veamos hoy la vida que llevaba también María durante el mismo tiempo. María, llena de esperanza, deseaba contemplar la faz de Dios encarnado. Estaba a punto de ver aquella faz humana que debía iluminar el cielo durante toda la eternidad. Iba a verle en la ignorancia aparente de la infancia, en los encantos particulares de la juventud y en su revelación pública de la edad madura.

No hay comentarios:

Publicar un comentario