lunes, 1 de mayo de 2017

PADRE PÍO Y SU DEVOCIÓN A MARÍA

UNA DEVOCIÓN MARIANA DESDE SU INFANCIA
De niño, a Francisco le gustaba entrar en la iglesia de Pietrelcina a saludar a la Virgen de la “Libera”.

En 1901, cuando tenía 14 años, fue a visitar el santuario de nuestra Señora del Rosario de Pompeya con otros 7 compañeros de escuela y acompañados por el maestro Don Ángel. De mayor esta sería otra de sus advocaciones marianas preferidas. 

El 6 de mayo de 1913 escribe al P. Agustín, su director espiritual:
“Esta Madre tan tierna, en su gran misericordia, sabiduría y bondad ha querido verter en mi corazón tantas y tales gracias.
Que, cuando me hallo en su presencia y en la de Jesús, me siento estrechamente unido y ligado al Hijo por medio de esta Madre!”. 


El Padre Pío llamaba el mes de mayo: “el mes de la hermosa Mamita”.

El 1 de mayo de 1912, él escribía a su padre espiritual:
“¡oh el hermoso mes de mayo! El más bonito del año. Si, padre mío ¡este mes nos recuerda muy bien las dulzuras y la belleza de María!

Pensando en los muchos beneficios que me ha hecho esta querida Mamita, tengo vergüenza de mí mismo por no haberla amado y servido lo bastante: en cambio, a sus cuidados afectuosos he respuesto con ingratitudes”

“El mes de mayo para mí es el mes de las gracias y este año espero recibir dos: que me recoja consigo para no seguir viendo esas caras feas (demonios).

La otra, usted la conoce. Quisiera tener una voz poderosa para invitar a todos los pecadores del mundo a amar a la Virgen”

Para mostrar su devoción a la Virgen y obtener más fácilmente sus gracias, él le ofrece sus sacrificios.

El 21 de julio de 1913, escribe al padre espiritual: “Le pido el permiso de abstenerme de la fruta el miércoles en honor de la Virgen” .

Un día Cleonice Morcaldi, su hija espiritual, le preguntó a Padre Pío:
– Padre, ¿la Virgen viene uno que otro día a su celda?
–Mejor dime -contestó Padre Pío- si algún día no viene…

Su amor a la Virgen se expresaba en particular por el rezo del Santo Rosario que llevaba siempre enrollado en la mano o en el brazo, como si fuera un arma siempre empuñada.

Sus cohermanos llamaban a Padre Pío “El Rosario viviente”.

Una vez lo oyeron decir: “quisiera que los días tuvieran 48 horas para poder redoblar los Rosarios”. Todo los dones y prodigios para las almas los obtenía a través del Santo Rosario.

Un día le pidieron sus hijos espirituales les dejara su herencia espiritual. Padre Pío respondió inmediatamente sin pensar siquiera: “El Rosario”.

Y poco antes de la muerte a su amigo y hermano Fray Modestino le dijo: “¡Amen a la Virgen y háganla amar. Reciten siempre el Rosario!”.

Una joven enfermera de Bolonia fue hospitalizada en octubre de 1952 por una forma nefrítica muy grave, necesitando la operación. Una noche le apareció en sueño Padre Pío diciéndole.

”En nombre de la Virgen María tus riñones desde este momento, no sangrarán más” y la avisó que volvería.

La mañana siguiente los médicos la encontraron clínicamente curada y la dieron de alta. Sin embargo ella dijo que los médicos la habían curado.

Se le apreció nuevamente Padre Pío, muy serio, reprochándole su mentira.

“Ha sido la Virgen quien vino a curarte, recuérdate y repíteselo a todo el mundo, porque hay muchas jóvenes de tu edad que se están perdiendo, pero cuando sepan lo que te ocurrió, podrán rehabilitarse”.

Fuente: “Foros de la Virgen María”

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