domingo, 4 de diciembre de 2016

SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO

Hoy el profeta Juan vuelve a hacer resonar su voz interpelándonos en nuestro interior: "conviértanse porque el Reino de Dios está cerca"

Tenemos que producir el fruto de una sincera conversión, porque si no como dice hoy el Evangelio: "el hacha ya está puesta a la raíz de los árboles, el árbol que no de buen fruto, será cortado y arrojado al fuego"

El Padre Pío, desde su llegada a San Giovanni Rotondo en 1916, dedicó la mayor parte de su tiempo y sus mejores energías al ministerio de la Confesión. Se le ha llamado con razón "El Padre que confiesa", "Mártir de la confesión"….

Llegó a estar hasta 15 o más horas diarias en el confesionario, algo inexplicable en un hombre afectado por enfermedades misteriosas, consumido por continuos achaques, que perdía sangre de continuo por las heridas de sus llagas y que se alimentaba con un poco de legumbres al mediodía y un poco de sopa a la noche.

Al administrar el Sacramento de la confesión, el Padre Pío usaba todos los medios a su alcance para arrancar a sus penitentes del pecado e inducirlos a Dios. Decía: "¡si supieras cuánto cuesta un alma!, ¡Las almas se compran a muy caro precio!" "Ustedes no saben lo que le costaron a Jesús"!


El Papa Francisco en la audiencia que tuvo el 6 de febrero de este año en Roma con los Grupos de Oración de Padre Pío, dijo lo siguiente:

"Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Les doy mi bienvenida –¡veo que son muchos!– y agradezco a Monseñor Castoro las palabras que me ha dirigido. Doy un saludo a todos ustedes que han venido de diferentes países y regiones, unidos por el afecto y el agradecimiento a san Pío de Pietrelcina. Están muy agradecidos, ya que les ayudó a descubrir el tesoro de la vida, que es el amor de Dios, y a experimentar la belleza del perdón y la Misericordia del Señor. Y esta es una ciencia que debemos aprender todos los días, porque es la belleza: la belleza del perdón y de la misericordia del Señor.

Realmente podemos decir que el padre Pío era un servidor de la Misericordia. Lo fue a tiempo completo con la práctica a veces hasta el agotamiento del ministerio de la escucha. Se convirtió a través del ministerio de la confesión en una acaricia viviente de Padre, que cura las heridas del pecado y conforta el corazón con la paz. San Pío no se cansó jamás de recibir a las personas y de escucharlas, de gastar tiempo y fuerzas para difundir el perfume de perdón del Señor. Podía hacerlo porque siempre estaba unido a la fuente: se saciaba continuamente de Jesús Crucificado, y así se convirtió en un canal de misericordia.
 ..." (Papa Francisco)

Decía San Gregorio Magno Papa y Doctor de la Iglesia:
"Los que creen en Él reciben la plenitud de la Gracia, mientras que los que rechazan creer en Él son allanados en su orgullo. Todo valle se elevará, porque los corazones humildes acogen la palabra de la santa doctrina, y se llenarán de la Gracia de las virtudes."(Homilía sobre el Evangelio, nº 20)

Aprovechemos esta segunda semana de Adviento preparándonos para recibir al Señor que ya llega, con un buen examen de conciencia y una buena confesión. San Pío de Pietrelcina que está a nuestro lado intercederá por nosotros.

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