jueves, 24 de octubre de 2019

NOVENA A LAS BENDITAS ALMAS DEL PURGATORIO


 ¡VACIEMOS EL PURGATORIO! (Santo Padre Pío)

Por la señal de la santa Cruz +

ACTO DE CONTRICIÓN: Señor mío Jesucristo... 

Ángel de Dios,
que eres mi custodio,
pues la bondad divina
me ha encomendado a ti,
ilumíname, guárdame, defiéndeme
y gobiérname. Amén


OFRECIMIENTO PARA TODOS LOS DÍAS:


¡Padre celestial! ¡Padre amorosísimo! que para salvar las almas quisisteis que vuestro Hijo unigénito, haciéndose hombre, se sujetase a la vida más pobre y mortificada y derramase su sangre en la cruz por nuestro amor! ¿Cómo dejarías sufrir largo tiempo en el purgatorio a unas almas que tanto costaron a Jesucristo y que son vuestras hijas amadísimas? ¿Cómo permitirías que fuese malograda sangre de tan gran valor? Compadeceos, pues, de estas pobrecitas almas y libradlas de sus penas y tormentos. Compadeceos también de la mía y libradla de la esclavitud del vicio. Y si vuestra justicia pide satisfacción por las culpas cometidas yo os ofrezco por las obras buenas que haga en este novenario. ¡Ah!, de ningún valor, son en verdad; pero las uno con los méritos infinitos de vuestro Hijo divino, con los dolores de su Madre Santísima y con las virtudes heroicas de cuantos han existido en la tierra. Miradnos a todos, vivos y difuntos, con ojos de compasión y haced que celebremos un día vuestras misericordias en el eterno descanso de la gloria. Amén.


ORACIÓN DÍA PRIMERO, 24 octubre:
(Reemplazar aquí las consideraciones para los siguientes días, Segundo día, Tercer día, etc...)
 
Muchas son las penas que sufren las benditas almas del Purgatorio pero la mayor de ellas consiste en pensar que por los pecados que cometieron en vida han sido ellas mismas la causa de sus propios sufrimientos.
¡Oh Jesús, Salvador mío!, yo que tantas veces he merecido el infierno, ¿cuánta pena no experimentaría ahora, si me viese condenado al pensar que yo mismo había sido la causa de mi condenación? Gracias os doy por la paciencia que conmigo habéis tenido, dadme gracia para apartarme de las ocasiones de ofenderos y tened piedad de las almas que sufren en aquel fuego por causa mía.
Y Vos, ¡Oh María, Madre de Dios! socorredlas con vuestros poderosos ruegos.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

pida cada uno lo que desea conseguir por medio de esta novena para sufragio de las almas del Purgatorio y por su intercesión.

LAMENTOS:

Oíd, mortales piadosos, y ayudadnos a alcanzar: Que Dios nos saque de penas y nos lleve a descansar.

¡Oh vosotros, caminantes, suspended, oíd, parad, bastará sólo el oírnos a mover vuestra piedad!
Hoy pide nuestra aflicción que queráis cooperar:

Que Dios nos saque de penas y nos lleve a descansar.

No hay dolor, tormento, pena, martirio, cruz ni aflicción,
que lleguen a ser pintura de nuestra menor pasión;
solo alivia nuestros males de vuestro amor esperar:
Que Dios nos saque de penas y nos lleve a descansar.

Aquí estoy en purgatorio de fuego en cama tendido,
siendo mi mayor tormento la ausencia de un Dios querido,
padezco sin merecer, por mí no basta alcanzar:
Que Dios nos saque de penas y nos lleve a descansar.

¡Ay de mí, ay, Dios severo, ay llama voraz, activa, ay bien merecido fuego, ay conciencia, siempre viva, ay justicia, que no cesa, ay cuándo se ha de acabar!
Que Dios nos saque de penas y nos lleve a descansar.

¡Ay culpa, lo que me cuestas, no imaginé tu fiereza, pues con tal tormento pago lo que juzgué ligereza! ¡Cielos, piedad, basta, cielos! ¿Cuándo el día ha de llegar?
Que Dios nos saque de penas y nos lleve a descansar.

Todo lo que aquí padezco, es justo, santo y debido, pues no se purga con menos, haber a un Dios ofendido, ¡Ay, que puede no ofenderle! ¡Ay, que no hay más que esperar!
Que Dios nos saque de penas, y nos lleve a descansar.

Padres, hermanos, amigos: ¿dónde está la caridad? ¿Favorecéis a un extraño. y para mí no hay piedad? ¡Ea, venga una limosna, siquiera sea el rogar!
Que Dios nos saque de penas y nos lleve a descansar.

Hijo ingrato que paseas tan ricamente vestido, y a costa de mis sudores descansas en tanto olvido: ¡mira a tu padre quemando, y lo puedes remediar!
Que Dios nos saque de penas y nos lleve a descansar.

Quizá en ti sería arbitrario, no obligación de justicia; pues no cumples testamento, aquí estoy por tu malicia; abre los ojos, despierta, paga, haciendo acelerar:
Que Dios nos saque de penas y nos lleve a descansar.

Hermanos en Jesucristo, los que oís estos suspiros, si queréis, podéis sacarnos de estos lóbregos retiros, a la Virgen y a los santos pedidles quieran mediar:
Que Dios nos saque de penas y nos lleve a descansar.

De Getsemaní en el Huerto sangre sudó el Redentor, contemplando de estas penas el gran tormento y rigor: al Padre Eterno se ofrece, no cesando allí de orar:
Que Dios nos saque de penas y nos lleve a descansar. 

En vista de tal piedad, no te olvides, oh mortal, de este pío camposanto, cementerio de hospital; sigue, pues, la cofradía que tierna te insta a clamar:
Que Dios nos saque de penas y nos lleve a descansar.

Atiende y mira, cristiano, aquí en este cementerio tal vez tus padres y deudos esperan de ti el remedio; sufragios y sacrificios te suplican sin cesar:
Que Dios nos saque de penas y nos lleve a descansar.

Fieles cristianos, amigos, dad crédito a estos lamentos, obrad bien, fuera culpas, para huir de estos tormentos.
¡Socorro, piedad, alivio! concluimos con gritar.
Oíd mortales piadosos y ayudadnos a alcanzar:
Que Dios nos saque de penas y nos lleve a descansar.

ORACIÓNES FINALES PARA CADA DÍA 

Recibid, Señor Dios mío, cuantos sacrificios os ha ofrecido y ofrece hoy por todo el mundo vuestra santa esposa, la santa Iglesia, y os suplico los apliquéis al alivio y descanso de las afligidas almas por quienes hago esta novena. Por los acerbos dolores de vuestra Madre Santísima en el día de vuestra dolorosa Pasión, dadles, Señor, refrigerio. Convertid a los pecadores, salvad a los agonizantes y a mí concededme la santificación en mi estado y la gracia particular que os pido, si es de vuestro beneplácito. Amén. 

ORACIÓN

¡Abrevia, oh Padre bondadoso! las angustias que sufren las almas queridas en el Purgatorio. No dilates, Señor, el término de sus penas, la sangre del Calvario satisfaga tu Justicia y dígnate admitirla en tu Santa Gloria, en donde nos veamos todos y podamos ensalzar tus misericordias eternamente. Amen.


ORACIONES PARA EL DíA SEGUNDO, 25 octubre:

La segunda pena que aflige en alto grado a estas benditas almas es el tiempo que en vida perdieron, durante el cual habrían podido adquirir mayores méritos para el cielo, y el pensamiento de que esta pérdida es para siempre irreparable terminando con la vida el tiempo de merecer.

¡Infeliz de mí, oh Señor, que por espacio de tantos años he vivido en la tierra no mereciendo sino los castigos del infierno!
Gracias os doy porque todavía me concedéis tiempo para remediar el mal que he hecho y el bien que he dejado de hacer.
Concededme vuestro socorro para que lo que me queda en vida, lo empleé únicamente en serviros y en amaros. Tened piedad de mí y de esas almas benditas que arden en el Purgatorio por no haber empleado como debían el tiempo que Vos les disteis para su santificación.
Y Vos, ¡oh María, Madre de Dios! socorredlas con vuestros poderosos ruegos.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

LAMENTOS Y ORACIONES FINALES...


ORACIONES PARA EL DÍA TERCERO, 26 octubre:

Otra de las mayores penas que afligen a esas benditas ánimas es la vista espantosa de los pecados que están expiando. En la vida presente no se conoce la fealdad del pecado, pero bien se conoce en la otra, y este conocimiento es uno de los más vivos dolores que sufren las almas en el Purgatorio.
¡Oh Dios mío!, os amo sobre todas las cosas porque sois infinita bondad; duélome con todo mi corazón de haberos ofendido; concededme la santa perseverancia; tened piedad de mí y de aquellas santas almas atormentadas con la vista de los pecados que no quisieron evitar y cometieron sin horror.
Y Vos ¡Oh María, Madre de Dios! socorredlas con vuestros ruegos poderosos y rogad también por nosotros que estamos aún en peligro de condenarnos.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria 

LAMENTOS Y ORACIONES FINALES...

ORACIONES PARA EL DÍA CUARTO, 27 octubre:

Una de las penas que más afligen a aquellas almas, esposas de Jesucristo, es el pensar que en vida, por sus culpas, disgustaron a aquel Dios a quien tanto aman. Se han visto penitentes morir de dolor al pensar que habían ofendido a un Dios tan bueno. Mucho mejor que nosotros conocen las almas del Purgatorio cuán amable es Dios y por consiguiente lo aman con todas sus fuerzas; por eso, al pensar que lo disgustaron en la vida, experimentan un dolor superior a todo otro dolor.
¡Oh, Dios mío!, y yo que os ofendo con tanta facilidad, sin que me mueva lo mucho que habéis hecho por mí, ni las penas que me esperan en el Purgatorio; tened piedad de mí y de aquellas santas almas que arden en ese fuego por el desprecio que hicieron de las faltas veniales y que ahora os aman de todo corazón.
Y Vos, oh María, protegednos a nosotros para que acertemos a llevar vida perfecta y socorredlas a ellas para que mitiguen sus dolores.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria 

LAMENTOS Y ORACIONES FINALES...

ORACIONES PARA EL DÍA QUINTO, 28 octubre:

Otra de las grandes penas que afligen a aquellas benditas almas es el sufrir aquel fuego sin saber cuándo tendrán fin sus tormentos. Es verdad que tienen la certidumbre de verse un día libres de ellos; pero la incertidumbre del tiempo en que se habrán de acabar, les causa un gravísimo tormento.
¡Oh, Señor, qué desgracia tan grande sería la mía si me hubieseis enviado al infierno, a esa cárcel de tormentos, teniendo la seguridad de no salir de ella jamás! Gracias os doy conmigo; perdonadme, que quisiera antes morir que volver a ofenderos. Tened piedad de mí y de las benditas almas que en la tierra no han temido bastante las penas del Purgatorio. Y Vos, oh Madre de Dios y Madre mía, socorredlas con vuestro poder y abreviad el tiempo que las espera de la eterna posesión de Dios.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria 

LAMENTOS Y ORACIONES FINALES...

ORACIONES PARA EL DÍA SEXTO, 29 octubre:

Cuanto mayor es el consuelo que aquellas benditas almas les causa el recuerdo de la Pasión de Jesucristo, por cuya virtud se salvaron, y del Santísimo Sacramento del Altar, que les proporcionó y aún les proporciona tantas gracias, por medio de misas y comuniones tanto más les atormenta el pensamiento de no haber correspondido en vida a estos dos grandes beneficios del amor de Jesucristo.
Òh Dios mío! Vos moristeis también por mí, y os habéis dado muchas veces a mí en la sagrada comunión, y yo siempre os he correspondido con negra ingratitud; más ahora os amo sobre todas las cosas, oh Supremo Bien mío! me arrepiento muy de todo corazón de haberos ofendido y con vuestra gracia propongo la enmienda. Dádmela Señor, y tened piedad de mí y de las almas que arden en el fuego del Purgatorio por la poca estima que hicieron de vuestra dolorosa pasión y por las comuniones omitidas por negligencia, o hechas con tibieza.
Y Vos, oh María, Madre de Dios y Madre nuestra, interceded por ellas para que obtengan el perdón.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

LAMENTOS Y ORACIONES FINALES...

ORACIONES PARA EL DÍA SEPTIMO, 30 octubre:

Aumentan también las penas de aquellas benditas almas todos los beneficios particulares que recibieron de Dios, como el haber recibido el bautismo, el haber nacido en país católico, el haberles esperado Dios a penitencia y alcanzar el perdón de sus pecados tantas veces; porque todos esos favores les hacen conocer mejor la ingratitud con que han correspondido a Dios.
Pero, ¡Dios mío! ¿quién ha sido más ingrato que yo? Vos me habéis esperado con tanta paciencia, me habéis perdonado tantas veces con amor, y yo, después de tantas promesas, os he vuelto a ofender. No me arrojéis al infierno porque os quiero amar y en el infierno no podría hacerlo. Tened lástima de mi alma y piedad de las del Purgatorio, que por sus muchas culpas se han hecho menos acreedoras a vuestra misericordia.
Y Vos, oh Madre de misericordia, mitigad con vuestro poder sus sufrimientos.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria 

LAMENTOS Y ORACIONES FINALES...

ORACIONES PARA EL DÍA OCTAVO, 31 octubre:

Otra pena, en extremo amarga para aquellas benditas almas, es el pensar que durante su vida uso Dios con ellas de muchas misericordias especiales que no tuvo con los demás, y ellas con sus pecados le obligaron a que las condenara al infierno, aunque después por su misericordia las haya perdonado y salvado, viéndolas arrepentidas.
Vedme aquí, ¡oh Dios mío! Yo soy uno de aquellos ingratos que después de haber recibido de Vos tantas gracias, he despreciado vuestro amor y os he obligado a condenarme al infierno. Gracias os doy por la misericordia y paciencia que habéis tenido en esperarme, me arrepiento con toda mi alma de haberos ofendido, y propongo la enmienda con vuestra gracia. Tened piedad de mí y de aquellas benditas almas que habiendo podido llegar a un alto grado de perfección en la tierra, merecen ahora estar más tiempo en el Purgatorio por sus continuas infidelidades a los llamamientos a vuestra gracia.
Y Vos, Virgen fidelísima, interponed vuestros méritos en su favor.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

LAMENTOS Y ORACIONES FINALES...


ORACIONES PARA EL DÍA NOVENO, 1 noviembre:

Grandes son las penas que sufren aquellas santas almas: el fuego, el tedio, la oscuridad, la incertidumbre del tiempo en que han de verse libres de aquella cárcel; pero de todas, la mayor para esas santas esposas, es la de verse separadas de su divino Esposo y privadas de su vista y presencia.

¡Oh Dios mío! ¿cómo he podido yo vivir tantos años lejos de Vos, privado de vuestra gracia? ¡Oh Bondad infinita! os amo sobre todas las cosas, me arrepiento con todo mi corazón de haberos ofendido y quisiera antes morir que volver a ofenderos.
Concededme la santa perseverancia y no permitáis que vuelva a caer otra vez en vuestra desgracia. Os suplico tengáis piedad de las almas del Purgatorio, especialmente las de mis padres, mis hermanos, mis parientes, mis amigos... y de todos aquellos por quienes mi corazón y mi conciencia me obligan a pediros con más empeño; que no sea por mi indiferencia o por mis culpas por lo que ellas permanezcan allí alejadas de Vos. Abreviad el tiempo de su destierro y admitidlas cuanto antes a la dicha de amaros para siempre en el cielo.
Y Vos, ¡oh dulce Virgen María, consoladora de los afligidos, Madre de nuestro Salvador Jesús y de todos los fieles. Vos sois también la Madre de las pobres almas que sufren en el Purgatorio, yo imploro con confianza la inmensa bondad de vuestro Corazón y os ruego intercedáis con vuestro divino Hijo, para que por los méritos de su santo sacrificio en la cruz, obtengan el alivio y la libertad a que aspiran. Así sea.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria

LAMENTOS Y ORACIONES FINALES...







lunes, 7 de octubre de 2019

NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO


Bartolo Longo, devoto ferviente de María, una noche vio en sueños a un amigo muerto años atrás que le dijo “Salva a esta gente, Bartolo. Propaga el Rosario. Haz que lo recen. María prometió la salvación para quienes lo hagan”

En el año 79 ocurrió la famosa erupción del Volcán Vesubio que sepultó a la pagana ciudad de Pompeya (Sur de Italia). Allí la aristocracia Romana gustaba pasar tiempo de recreo y fue sorprendida por la súbita destrucción.

A comienzos del siglo XIX se instalaron en la cercanía familias de campesinos que erigieron una humilde capilla. En 1872 llegó el abogado Bartolo Longo (beatificado el 26 de octubre de 1980), quien trabajaba para la Condesa Fusco, dueña de ésas tierras. Longo descubrió que, después de la muerte del sacerdote, ya no habían misas en la capilla y pocos seguían firmes en la fe.
Salva a esta gente Bartolo. Propaga el Rosario

Una noche Longo vio en sueños a un amigo muerto años atrás que le dijo “Salva a esta gente, Bartolo. Propaga el Rosario. Haz que lo recen. María prometió la salvación para quienes lo hagan”. Longo trajo de Nápoles muchos Rosarios para repartir.

Bartolo también animó a varios vecinos para que le ayuden a reparar la capilla. La gente comenzó a venir a rezar allí el rosario, cada vez en mayor número.

En 1878, Longo obtuvo de un convento de Nápoles un cuadro de Nuestra Señora entregando el Santo Rosario a Santo Domingo y Santa Rosa de Lima. Estaba deteriorado así que un pintor lo restauró. Este cambió la figura de la Santa Rosa por la de Santa Catalina de Siena. Puesta sobre el altar del Templo, aún inconclusa, la Sagrada imagen comenzó a obrar milagros.

El 8 de mayo de 1887, el Cardenal Mónaco de la Valleta colocó a la venerada imagen una diadema de brillantes bendecida por el Papa León XIII y el 8 de mayo de 1891, se llevó a cabo la Solemne Consagración del nuevo Santuario de Pompeya, que existe actualmente.

NOVENA A LA VIRGEN DE POMPEYA:
El Santo Padre Pío tenía gran devoción a la Santísima Virgen María bajo esta advocación y recomendaba rezar esta novena a sus hijas espirituales para alcanzar cualquier favor.

Oraciones para todos los días:

¡Oh Santa Catalina de Siena, mi protectora y maestra! Tú que proteges a tus devotos cuando rezan el Rosario de María, asísteme en este instante, y dígnate rezar conmigo la Novena en honor de la Reina del Rosario, que ha colocado el trono de sus favores en el Valle de Pompeya, para que por tu intercesión obtenga yo la gracia que deseo. Así sea.

V. Dios, venid en mi ayuda.
R. Señor apresuraos a socorrerme.
V. Gloria al Padre y al hijo y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre y por todos los siglos de los siglos. Así sea.

I. ¡Oh Virgen Inmaculada y Reina del Santo Rosario! en estos tiempos en que, apagada la fe en las almas, domina la impiedad, has querido levantar tu trono de Reina y Madre sobre la antigua Pompeya, morada de muertos paganos y desde aquel lugar, donde eran adorados los ídolos y demonios, Tú hoy, cual Madre de la Divina Gracia, derramas por doquiera los tesoros de las celestiales misericordias; ¡ah! desde aquel trono donde reinas vuelve, también a mí, oh María, esos tus ojos benignos, y ten piedad de mi, que tanto necesito de tu socorro. Muéstrate también conmigo cual te mostraste con tantos otros, verdadera Madre de misericordia, "Monstra te esse Matrem", mientras de todo corazón Te saludo e invoco por mi Soberana y por Reina del Santísimo Rosario. Dios Te salve, Reina, Madre de misericordia…

II. Mi alma rendida al pie de tu trono, oh grande y gloriosa Señora, te venera entre los gemidos y angustias que sobremanera la oprimen. En medio de las penas y agitaciones en que me hallo, levanto confiado los ojos hacia Ti, que te dignaste elegir para tu morada las campiñas de pobres y desamparados labriegos; y que frente a la ciudad y anfiteatro de deleites paganos, en donde reinan el silencio y las ruinas, cual Señora de las Victorias elevaste tu poderosa voz llamando de todas partes de Italia y del mundo católico a tus devotos hijos para que te levantasen un templo. ¡Oh! apiádate finalmente de está alma que yace aletargada bajo el polvo y las sombras de la muerte! Ten piedad de mi, ¡oh! Señora; ten piedad de mí que me hallo abrumado de miserias y humillaciones. Tú que eres exterminio de los demonios defiéndeme de los enemigos que me asedian. Tú que eres el Auxilio de los cristianos, sácame de las tribulaciones en que me hallo sumido. Tú que eres nuestra vida, triunfa de la muerte que amenaza mi alma en los peligros a que se halla expuesta. Devuélveme la paz, la tranquilidad, el amor, la salud. Así sea. Dios Te salve, Reina, Madre de misericordia…

III. ¡Ay!... el oír que tantos han sido colmados de favores sólo porque a Ti acudieron con fe, me infunde nuevo aliento y valor para llamarte en mi socorro. Tú prometiste a Santo Domingo que el que deseara gracias las obtendría con tu Rosario; y yo con el Rosario en la mano, te llamo, oh Madre, al cumplimiento de tus maternales promesas. Aún más: Tú misma, oh Madre, has obrado continuos prodigios para excitar a tus hijos a que te levantaran un templo en Pompeya. Tú, pues, quieres enjugar nuestras lágrimas y aliviar nuestros afanes; y yo con el corazón en los labios, con fe viva te llamo e invoco: ¡Madre mía! ¡Madre querida! ¡Madre bella!... ¡Madre dulcísima, ayúdame! Madre y Reina del Santo Rosario, no tardes más en tender hacía mí tu poderosa mano y salvarme; porque la tardanza, como ves, me llevaría a la ruina. Dios te salve, Reina y Madre de misericordia...

IV. ¿Y a quién he de acudir yo sino a Ti, que eres el alivio de los miserables, el refugio de los desamparados, el consuelo de los afligidos? ¡Ah, si; lo confieso: abrumada miserablemente mi alma bajo el enorme peso de las culpas, no merece más que el infierno y es indigna de recibir tus favores! Mas, ¿no eres Tú la esperanza de quién desespera, la poderosa Medianera entre Dios y el hombre, la Abogada ante el trono del Altísimo, el Refugio de los pecadores? ¡Ah, basta que digas una sola palabra en mi favor a tu Divino Hijo, para que Él te escuche! Pídele, pues, oh Madre, la gracia que tanto necesito… (se pide la gracia que se desea). Sólo Tú puedes obtenérmela. Tú que eres mi única esperanza, mi consuelo, mi alegría, mi vida. Así lo espero, así sea. Dios Te salve, Reina, Madre de misericordia…

V. ¡Oh Virgen y Reina del Santo Rosario! Tú que eres la Hija del Padre celestial, la Madre del Hijo divino, la Esposa del Espíritu Santo; Tú que todo lo puedes ante la Trinidad Santísima, debes obtenerme esta gracia para mi tan necesaria, a no ser que sea de obstáculo para mi eterna salvación... (aquí se especifica la gracia que se desea). Te la pido por la Concepción Inmaculada, por tu divina Maternidad, por tus gozos, por tus dolores, por tus triunfos. Te la pido por el Corazón de tu amoroso Jesús, por aquellos nueve meses que lo llevaste en tu seno, por los trabajos y sinsabores de su vida, por su acerba Pasión y Muerte de Cruz, por su santísimo Nombre y por su Sangre preciosísima. Te la pido, finalmente, por tu dulcísimo Corazón, por tu glorioso Nombre, ¡oh María! que eres Estrella del mar, Señora poderosísima, Puerta del paraíso y Madre de todas las gracias. En Ti confío.., todo lo espero de Ti: Tú me has de salvar. Así sea. Dios Te salve, Reina, Madre de misericordia…

V. Hazme digno de alabarte, oh Virgen Sagrada.
R. Dame fortaleza contra tus enemigos.
V. Ruega por nosotros, Reina del Santísimo Rosario.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

ORACIÓN: 
Oh Dios, cuyo Hijo Unigénito con su vida, muerte y resurrección nos adquirió el premio de la salvación eterna, concedenos, os suplicamos, que meditando estos misterios en el Santísimo Rosario de la bienaventurada Virgen María, imitemos las virtudes que contienen y alcancemos los bienes que prometen. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Así sea.

CONCLUIMOS CADA DÍA CON EL REZO DEL SANTO ROSARIO