viernes, 8 de septiembre de 2017

MES DE LA CRUCIFIXIÓN DE PADRE PÍO

ESTAMOS EN EL MES DE SEPTIEMBRE, MES DEL PADRE PÍO.

El próximo día 23 celebraremos con gozo la Fiesta litúrgica de san Pío de Pietrelcina, y la viviremos con gozo porque nuestro Grupo de Oración viajará en esa fecha a San Giovanni Rotondo y Pietrelcina. Podremos empaparnos en estos santos lugares de la espiritualidad y santidad de vida del único Sacerdote estigmatizado de la historia de la Iglesia. De esto último hablaremos en este artículo, de la crucifixión de Padre Pío.




Padre Pío fue ordenado Sacerdote el 10 de agosto de 1910 en la Catedral de Benevento. Desde entonces fue un Sacerdote que vivió en primera persona la Pasión de nuestro Señor en su propia carne, hasta el punto de llevar en su cuerpo impresas las llagas de la Crucifixión de Nuestro Señor, primero de forma invisible durante 10 años, cuando un 7 de septiembre de 1910 en Piana Romana, Pietrelcina, el Señor imprimió en su cuerpo los estigmas de la Pasión, que desaparecieron enseguida externamente por petición de Padre Pío y posteriormente le volvieron a aparecer ya de forma permanente durante 50 años estando rezando delante del crucifijo del Coro de la Iglesia de San Giovanni Rotondo, un 20 septiembre de 1918.


En una carta al Padre Benedetto, del 22 de octubre de 1918, el Padre Pío cuenta su "crucifixión": 


“¿Qué cosa os puedo decir a los que me han preguntado como es que ha ocurrido mi crucifixión? ¡Mi Dios que confusión y que humillación yo tengo el deber de manifestar lo que Tú has obrado en esta tu mezquina criatura! Fue la mañana del 20 del pasado mes (septiembre) en coro, después de la celebración de la Santa Misa, cuando fui sorprendido por el descanso en el espíritu, parecido a un dulce sueño. Todos los sentidos interiores y exteriores, además de las mismas facultades del alma, se encontraron en una quietud indescriptible. En todo esto hubo un total silencio alrededor de mí y dentro de mí; sentí enseguida una gran paz y un abandono en la completa privación de todo y una disposición en la misma rutina. 


Todo esto ocurrió en un instante. Y mientras esto se desarrolló; yo vi delante de mí un misterioso personaje parecido a aquél visto en la tarde del 5 de agosto. Éste era diferente del primero, porque tenía las manos, los pies y el costado que emanaban sangre. La visión me aterrorizaba; lo que sentí en aquel instante en mí; no sabría decirlo. Me sentí morir y habría muerto, si Dios no hubiera intervenido a sustentar mi corazón, el que me lo sentí saltar del pecho. 


La vista del personaje desapareció, y me percaté de que mis manos, pies y costado fueron horadados y chorreaban sangre. Imagináis el suplicio que experimenté entonces y que voy experimentando continuamente casi todos los días. La herida del corazón asiduamente sangra, comienza el jueves por la tarde hasta al sábado. Mi padre, yo muero de dolor por el suplicio y por la confusión que yo experimento en lo más íntimo del alma. Temo morir desangrado, si Dios no escucha los gemidos de mi pobre corazón, y tenga piedad para retirar de mí esta situación....”



Por años, de cada parte del mundo, los fieles acudían a él, para conseguir su potente intercesión cerca de Dios. 


Cincuenta años experimentados en la oración, en la humildad, en el sufrimiento y en el sacrificio, dónde para actuar su amor, el Padre Pío comenzó sus dos grandes obras: una vertical hacia Dios, con la fundación de los "Grupos de Oración" y la otra horizontal hacia los enfermos, con la construcción de un moderno hospital: "Casa Alivio del Sufrimiento." 

En septiembre los 1968 millares de devotos e hijos espirituales del Padre Pío se reunieron en un congreso en San Giovanni Rotondo para conmemorar juntos el 50° aniversario de los estigmas aparecidos en el Padre Pío y para celebrar el cuarto congreso internacional de los Grupos de Oración. Nadie habría imaginado que a las 02:30 de la madrugada del 23 de septiembre de 1968, sería el doloroso final de la vida terrena del Padre Pío de Pietrelcina. De este maravilloso fraile, escogido por Dios para derramar su Divina Misericordia de una manera tan especial.

Que San Pío de Pietrelcina nos bendiga desde el cielo a todos en este mes tan especial.