SEGÚN EL MÉTODO DE SAN LUIS MARÍA GRIGNION DE MONFORT
DÍA 31°
DE LA BONDAD Y CARIDAD DE DIOS QUE SE MANIFIESTA EN EL SANTÍSIMO SACRAMENTO A LOS HOMBRES
Imitación de Cristo. L4, Cap. 3
Señor, confiado en tu bondad y gran misericordia, vengo yo enfermo al Médico; hambriento y sediento, a la Fuente de la vida; pobre, al Rey del cielo; siervo, al Señor; criatura, al Creador; desconsolado, a mi piadoso Consolador.
Mas ¿de dónde a mí tanto bien, que Tú vengas a mí? ¿Quién soy yo para que te me des a Ti mismo? ¿Cómo se atreve el pecador a comparecer delante de Ti? y Tú ¿cómo te dignas de venir al pecador?
Tú conoces a tu siervo, y sabes que ningún bien tiene por donde pueda merecer que Tú le hagas este beneficio.
Yo te confieso pues, mi vileza, reconozco tu bondad, alabo tu piedad, y te doy gracias por tu extrema caridad.
Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen, núms. 243, 245 y 249
Los que toman esta santa esclavitud profesarán devoción singular al misterio de la Encarnación del Verbo, el 25 de marzo, que es el misterio propio de esta devoción que ha sido inspirada por el Espíritu Santo:
1º Para honrar e imitar la dependencia inefable que Dios Hijo ha querido tener respecto de María, para la gloria de Dios su Padre y para nuestra salvación, la cual dependencia se muestra particularmente en este misterio en que Jesús aparece cautivo y esclavo en el seno de la divina María, en donde depende totalmente de Ella para todas las cosas;
2º Para dar gracias a Dios por los favores incomparables que ha concedido a María y particularmente el de haberla escogido por su dignísima Madre, elección que ha sido hecha en este misterio.
Tales son los dos principales fines de la Esclavitud de Jesús en María.
Como vivimos en un siglo orgulloso, en que hay un gran número de sabios hinchados, espíritus fuertes y críticos que encuentran defectuosas las prácticas de piedad mejor fundadas y más sólidas, vale más, para no darles ocasión de crítica sin necesidad, decir: “La esclavitud de Jesús en María”, y llamarse “el esclavo de Jesucristo”, que es “esclavo de María”, tomando la denominación de esta devoción, más bien de su fin último, que es Jesucristo, que el camino y medio para llegar a este fin, que es María, por más que una y otra se pueden, a la verdad, usar sin escrúpulo.
Otra razón es, que el principal misterio que en esta devoción se celebre y se honra es el misterio de la Encarnación, en el cual no se puede ver a Jesucristo sino en María y encarnado en su seno, es más a propósito decir: “La esclavitud de Jesús en María”, según aquella hermosa plegaria de tan grandes almas. “Oh Jesús que vives en María ven a vivir y reinar en nosotros”. Los que adopten esta esclavitud dirán con gran devoción el Ave María o la Salutación Angélica, cuyo precio, mérito, excelencia y necesidad, pocos cristianos, aún los más ilustrados, conocen. Ha sido preciso que la Santísima Virgen se haya aparecido muchas veces a grandes santos muy esclavos suyos para mostrarles tan gran mérito.
Rezamos las oraciones del día de hoy: (Ave Maris Stella, Oración a Jesús de San Luis M. G. de Monfort, Oración Oh Jesús, Letanías al Espíritu Santo y Letanías al Santo Nombre de Jesús)
AVE MARIS STELLA:
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Salve, estrella del mar, Santa Madre de Dios, y siempre Virgen, puerta dichosa del cielo.
2. Al escuchar el Ave de boca de Gabriel, ciméntanos en la paz, trocando el nombre de Eva.
3. Desata las cadenas a los pecadores, procura a los ciegos la luz, ahuyenta nuestros males, y alcánzanos todo bien.
4. Muestra que eres nuestra Madre, y Aquel que por nosotros quiso ser Hijo tuyo, reciba, por tu mediación, nuestras súplicas.
5. ¡Oh, Virgen sin igual, más pura que todas!, haznos, libres ya de las culpas, mansos y puros.
6. Haz que sea casta nuestra vida, prepáranos un camino seguro, para que, viendo a Jesús, gocemos contigo eternamente.
7. Alabanza sea dada a Dios Padre, gloria a Cristo Rey, y al Espíritu Santo, honor igual a los tres.
Amén.
LETANÍAS AL ESPÍRITU SANTO:
Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios Padre Celestial, ten misericordia de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros.
Dios, Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros.
Trinidad Santa, un solo Dios, ten misericordia de nosotros.
Espíritu que procede del Padre y del Hijo, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu del Señor, que al comienzo de la creación planeando sobre las aguas las fecundaste, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu por inspiración del cual han hablado los profetas, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu cuya unción nos enseña todas las cosas. ilumínanos y santifícanos.
Espíritu que das testimonio de Cristo, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu de verdad que nos instruyes sobre todas las cosas, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu que sobreviene a María, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu del Señor que llena todo el orbe, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu de Dios que habita en nosotros, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu de sabiduría y de entendimiento , ilumínanos y santifícanos.
Espíritu de consejo y de fortaleza, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu de ciencia y de piedad, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu de temor del Señor, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu de gracia y de misericordia, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu de fuerza, de dilección y de sobriedad, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu de fe, de esperanza, de amor y de paz, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu de humildad y de castidad, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu de benignidad y de mansedumbre, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu de multiforme gracia, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu que escrutas los secretos de Dios, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu que ruegas por nosotros con gemidos inenarrables, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu que descendiste sobre Cristo en forma de paloma, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu en el cual renacemos, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu por el cual se difunde la caridad en nuestros corazones, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu de adopción de los hijos de Dios, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu que en lenguas de fuego sobre los apóstoles apareciste, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu con el cual fueron los apóstoles henchidos, ilumínanos y santifícanos.
Espíritu que distribuyes tus dones a cada uno como quieres, ilumínanos y santifícanos.
Sednos propicio, perdónanos,Señor.
Sednos propicio, escúchanos,Señor.
De todo mal, líbranos, Señor.
De todo pecado, líbranos, Señor.
De tentaciones e insidias del demonio, líbranos, Señor.
De la presunción y desesperación, líbranos, Señor.
De la resistencia a la verdad conocida, líbranos, Señor.
De la obstinación y de la impenitencia, líbranos, Señor.
De la impureza de la mente y del cuerpo, líbranos, Señor.
Del espíritu de fornicación, líbranos, Señor.
De todo espíritu del mal, líbranos, Señor.
Por tu eterna procesión del Padre y del Hijo, te rogamos óyenos.
Por Tu descenso sobre Cristo en el Jordán, te rogamos óyenos.
Por Tu advenimiento sobre los discípulos, te rogamos óyenos.
En el día del juicio, nosotros pecadores, te rogamos óyenos.
Para que así como vivimos del Espíritu, obremos también por Él, te rogamos óyenos.
Para que recordando que somos templo del Espíritu Santo, no lo profanemos, te rogamos óyenos.
Para que viviendo según el Espíritu, no cumplamos los deseos de la carne, te rogamos óyenos.
A fin de que por el Espíritu mortifiquemos las obras de la carne, te rogamos óyenos.
Para que no te contristemos a Ti, Espíritu Santo de Dios, te rogamos óyenos.
Para que seamos solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz, te rogamos óyenos.
Para que no creamos a todo espíritu, te rogamos óyenos.
Para que probemos a los espíritus si son de Dios, te rogamos óyenos.
Para que te dignes renovar en nosotros el espíritu de rectitud, te rogamos óyenos.
Para que nos confirmes por tu Espíritu Soberano, te rogamos óyenos.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Oración:
Asístanos, te pedimos Señor, la virtud del Espíritu Santo, que purifique clemente nuestros corazones y nos preserve de todo mal. Te lo pedimos por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
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