DOMINGO DE RAMOS
ORACIÓN PARA COMENZAR TODOS LOS DÍAS:
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Poniéndonos en la presencia de Dios, adoremos su majestad infinita, y digamos con humildad:
“Omnipotente Dios y Señor y Padre mío amorisísimo, yo creo que por razón de tu inmensidad estás aquí presente en todo lugar, que estás aquí, dentro de mí, en medio de mi corazón, viendo los más ocultos pensamientos y afectos de mi alma, sin poder esconderme de tus divinos ojos. Te adoro con la más profunda humildad y reverencia, desde el abismo de mi miseria y de mi nada, y os pido perdón de todos mis pecados que detesto con toda mi alma, y os pido gracias para hacer con provecho esta meditación que ofrezco a vuestra mayor gloria… ¡Oh Padre eterno! Por Jesús, por María, por José y todos los santos enseñadme a orar para conocerme y conoceros, para amaros siempre y haceros siempre amar. Amén.”
Se meditan los tres puntos dispuestos para cada día.
DOMINGO DE RAMOS
LA CUARTA Y QUINTA PALABRA DE CRISTO
1.- Cerca de la hora de nona clamó Jesús con grande voz: Dios mío, ¿por qué me desamparaste? (1) San León dice: Esta voz no es queja, sino doctrina, con que nos enseña haber llegado a tal extremo los dolores de Cristo, que no quiso suavizarlos con la interna asistencia de Dios. Y tú cuántos consuelos mendigas no sólo de Dios, mas aún de las criaturas? Cosa grande es, y muy grande, dice Tomás de Kempis (2), poder carecer de consuelo, así humano como divino; y querer por la honra de Dios, sufrir con gusto la desolación del corazón y nada buscarse a sí.
2.- Para que se cumpliese la Escritura dijo: Sed tengo (3). Sabía que había cumplido ya con todo lo que de Él estaba dicho en la Escritura, y sólo le faltaba este lugar del salmo 68: En mi sed me dieron a beber vinagre. Éste, pues, lo quiso llenar ahora. Repara como atiende Cristo a cumplir el menor ápice de la obediencia. La grande efusión de sangre le causa una sed mortal. Pero mayor era la que tenía de padecer más y más. Blosio dice (4): Tuvo otra sed, esto es: de más padecer y de mostrarnos así con más evidencia su amor. ¡Oh, si le dieses tu alma con que se la refrigerases! Examina tu amor para con Dios y la salvación de los prójimos. ¿Qué deseas tolerar por ellos? ¿Qué haces? ¿Qué ejemplo les das? Mira si los llevas al bien, o si los incitas al mal.
3.- Estaba, pues prevenido allí un vaso lleno de vinagre. Ellos llenando de él una esponja poniendo alrededor la yerba del hisopo, se la aplicaron a la boca (5). Con un poco de vinagre e hisopo es refrigerado un Dios sediento y moribundo. Ejemplo tienes de mortificar tu apetito aún en medio de los trabajos. No juzgues tú que se te deben fomentos más deliciosos. En la escuela de Cristo menos se le debe en este mundo al que más trabaja. El siervo de Cristo nunca quiere que se le trate con exenciones y singularidades. Dan a Dios sediento, vinagre los que pasan su mocedad en placeres sensuales y mundanos; pero quieren dar a Dios la vejez, que es como las heces de la vida. El vaso lleno de vinagre son los corazones amargos, llenos de rencor e impaciencia. Desocupa este vaso y llénalo del vino suave de la caridad.
(1) Matth., 27. (2) Lib. 2, cap. 9. (3) Joan., 19. (4) In Expl. Pas. Cap. 18. (5) Joan.19.
ORACIÓN PARA FINALIZAR TODOS LOS DÍAS:
INVOCACIONES AL CORAZÓN DE JESÚS EN SU PASIÓN. Santa Margarita María de Alacoque:
Humildemente postrado al pie de tu Santa Cruz, te diré con frecuencia, divino Salvador mío, para mover las entrañas de tu misericordia a perdonarme.
- Jesús, desconocido y despreciado, R/. Ten piedad de mí.
- Jesús, calumniado y perseguido.
- Jesús, abandonado de los hombres y tentado.
- Jesús, entregado y vendido a vil precio.
- Jesús, vituperado, acusado y condenado injustamente.
- Jesús, vestido con una túnica de oprobio y de ignominia.
- Jesús, abofeteado y burlado.
- Jesús, arrastrado con la soga al cuello.
- Jesús, azotado hasta la sangre.
- Jesús, pospuesto a Barrabas.
- Jesús, coronado de espinas y saludado por irrisión.
- Jesús, cargado con la Cruz y las maldiciones del pueblo.
- Jesús, triste hasta la muerte.
- Jesús, pendiente de un infame leño en compañía de dos ladrones.
- Jesús, anonadado y confundido delante de los hombres.
- Jesús, abrumado de toda clase de dolores.
¡Oh Buen Jesús! que has querido sufrir una infinidad de oprobios y de humillaciones por mi amor, imprime poderosamente su estima en mi corazón, y hazme desear su práctica.
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