La tarde del 5 de agosto de 1918, el Padre Pío, estando en el confesionario confesando a los muchachos, recibió la gracia de la transverberación.
El 21 de agosto de ese mismo año le relataba por obediencia a su director espiritual lo siguiente:
"No soy capaz de describirle lo que tuvo lugar en este período de tan intenso martirio. Estaba confesando a nuestros muchachos la tarde del cinco, cuando de golpe me aterrorizó la vista de un personaje celeste, que se me presenta ante los ojos de la inteligencia. Tenía en la mano una especie de arnés, semejante a una larguísima lámina de hierro con una punta bien afilada, y parecía que de esa punta saliera fuego.
Ver todo esto y observar que dicho personaje arrojaba con toda violencia el dicho arnés en el alma, fue todo uno. Emití con dificultad un lamento, me sentía morir. Le dije al muchacho que se retirara porque me sentía mal y no tenía fuerzas para continuar.
Este martirio duró, sin interrupción, hasta la mañana del día siete. Lo que yo sufrí en este luctuoso período no sabría expresarlo. Veía que hasta las entrañas quedaban desgarradas y estiradas tras aquel arnés, y que todo era pasado a hierro y fuego. Desde aquel día yo estoy herido de muerte. Siento en lo más íntimo del alma una herida que está siempre abierta y que me tiene en ansias continuamente.
¿No es éste un nuevo castigo que me inflige la justicia divina? Juzgue usted cuánta verdad hay en esta afirmación y si no tengo todos los motivos para temer y vivir en una angustia extrema."
(21 de agosto de 1918, al P. Benedicto de San Marco in Lamis – Ep. I, p. 1061)
El Padre Pío pensó que era un castigo divino, pero la respuesta de su director fue contundente: "Todo lo que ocurre en ti es efecto del amor, es prueba, es vocación a corredimir y, por tanto, es fuente de gloria."
A través de la transverberación del 5 de agosto de 1918 y días después en septiembre de ese mismo año, recibiendo los estigmas visibles, el Señor quiso asociar al Padre Pío a su Pasión, hasta el último día de su vida terrena.
Él siempre correspondió a estas gracias por medio del misterio insondable de vida que fue su respuesta a la santidad, como cantamos en nuestro Himno cada mes.
Transverberación (del latín: transverberatĭo, que significa "traspasar") es una experiencia mística que ha sido descrito como un fenómeno en el cual la persona que logra una unión íntima con Dios, siente traspasado el corazón por un fuego sobrenatural. El ejemplo más conocido es de Santa Teresa de Jesús.
San Juan de la Cruz en Llama de amor viva, canción 2ª, habla de la merced del dardo, y todos los estudiosos coinciden que está hablando de Santa Teresa de Jesús, de cuyos labios puede haber escuchado esa gracia sufrida por ella. Reproducimos aquí el texto seleccionado:
"¡Oh cauterio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado,
que a vida eterna sabe,
y toda deuda paga!
Matando, muerte en vida la has trocado."
Pocas almas llegan a tanto como esto, dice San Juan de la Cruz, "mas algunas han llegado, mayormente las de aquellos cuya virtud y espíritu se había de difundir en la sucesión de sus hijos, dando Dios la riqueza y valor a las cabezas en las primicias del espíritu según la mayor o menor sucesión que había de tener su doctrina y espíritu"
Padre Pío pasó ese 5 de agosto de 1918 a formar parte de esos otros muchos santos a los que Dios bendijo con este fenómeno místico, como: San Francisco de Asís, Santa Catalina de Siena, Santa Teresa de Jesús, Santa Teresita de Lisieux, San Felipe Neri, San Francisco de sales, entre otros.
Damos gracias a Dios por esta bendición para la Iglesia y pedimos a San Pio de Pietrelcina que ruegue por nosotros y por todos sus Grupos de Oración.
Transverberación (del latín: transverberatĭo, que significa "traspasar") es una experiencia mística que ha sido descrito como un fenómeno en el cual la persona que logra una unión íntima con Dios, siente traspasado el corazón por un fuego sobrenatural. El ejemplo más conocido es de Santa Teresa de Jesús.
San Juan de la Cruz en Llama de amor viva, canción 2ª, habla de la merced del dardo, y todos los estudiosos coinciden que está hablando de Santa Teresa de Jesús, de cuyos labios puede haber escuchado esa gracia sufrida por ella. Reproducimos aquí el texto seleccionado:
"¡Oh cauterio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado,
que a vida eterna sabe,
y toda deuda paga!
Matando, muerte en vida la has trocado."
Pocas almas llegan a tanto como esto, dice San Juan de la Cruz, "mas algunas han llegado, mayormente las de aquellos cuya virtud y espíritu se había de difundir en la sucesión de sus hijos, dando Dios la riqueza y valor a las cabezas en las primicias del espíritu según la mayor o menor sucesión que había de tener su doctrina y espíritu"
Padre Pío pasó ese 5 de agosto de 1918 a formar parte de esos otros muchos santos a los que Dios bendijo con este fenómeno místico, como: San Francisco de Asís, Santa Catalina de Siena, Santa Teresa de Jesús, Santa Teresita de Lisieux, San Felipe Neri, San Francisco de sales, entre otros.
Damos gracias a Dios por esta bendición para la Iglesia y pedimos a San Pio de Pietrelcina que ruegue por nosotros y por todos sus Grupos de Oración.
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