Hoy 15 de agosto, Solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María al cielo, vamos a hablar de Padre Pío y su tierna devoción mariana
De niño, Francisco entraba en la iglesia de Pietrelcina para saludar a la Virgen de la “Libera”. En 1901, cuando tenía 14 años, fue a
visitar el Santuario de nuestra Señora del Rosario de Pompeya, con otros 7
compañeros de escuela y acompañados por su maestro. El 6 de mayo de
1913 escribe al P. Agustín, su director espiritual: “Esta Madre tan tierna, en
su gran misericordia, sabiduría y bondad ha querido verter en mi corazón tantas
y tales gracias que, cuando me hallo en su presencia y en la de Jesús, me
siento estrechamente unido y ligado al Hijo por medio de esta Madre!”.
Para mostrar su devoción a la Virgen y obtener más
fácilmente sus gracias, él le ofrece sus sacrificios. El 21 de julio de 1913,
escribe al padre espiritual: “Le pido el permiso de abstenerme de la fruta el
miércoles en honor de la Virgen” y el 6 de enero de 1917 le pide el permiso de
ayunar dos veces por mes, una vez en honor de la Virgen y la otra en honor de
San Antonio.
Su amor a la Virgen era muy grande -cuenta un sacerdote-.
Recuerdo que una vez le pedimos a Padre Pío, en la fiesta de la Asunción, un
pensamiento sobre la Virgen para ese día. Se le iluminó el rostro y sollozando
nos dijo:“Hijos míos amemos a la Virgen. Ella (y aquí se emocionó) es nuestra
Madre”. También nosotros nos pusimos a llorar, confundidos y humillados ante a
tanto amor”.
Un día Cleonice Morcaldi, su hija espiritual, le preguntó a
Padre Pío:
– Padre, ¿la Virgen viene uno que otro día a su celda?
-Mejor di -le contestó Padre Pío- si algún día no viene…
-¿Se le aparece como en Lourdes?- siguió preguntando
atrevida Cleonice
-Eh, si. Allá se apareció ., pero aquí nada.
-¡Oh qué paraíso, Padre” Dígame un pensamiento sobre la
grandeza de María para que me anime a amarla.
-¿No te basta saber que es Madre de Dios?¿Que todos los
ángeles y santos no llegan a alabarla dignamente? Dios es el Padre del Verbo,
María es la Madre del Verbo, hecho carne. Nada nos concede el Señor si no pasa
por las manos de la Reina del Cielo. Si Dios es la fuente de agua viva, María
es el acueducto que la lleva a nosotros. Ámala en la tierra y la contemplarás
en el cielo.
Su Arma preferida:
Su amor a la Virgen se expresaba en particular por el rezo
del Santo rosario que llevaba siempre enrollado en la mano o en el brazo, como
si fuera un arma siempre empuñada.
Una tarde Padre Pío estaba en cama y lo asistía su sobrino
Mario. El tío le dijo:
-Mario, tráeme el arma.
El sobrino buscó por aquí y por allá en la celda, sobre la
mesa, en el cajón.
-Pero tío, no encuentro ninguna arma.
-Mira en el bolsillo de mi hábito.
El sobrino hurgó en el amplio bolsillo, y nada.
-Tío está sólo la corona del rosario.
-Tonto-, ¿no es esa el arma?
-“Toma esta arma”, le había dicho una vez en sueño la
Virgen.
Sus cohermanos llamaban a Padre Pío “El rosario viviente”
¿hay oración mas bella -decía él- que aquella que nos enseñó Ella misma? Recen
siempre el rosario”.
Y con el rosario en la mano, pronunciando dulcemente los
nombres de Jesús y María, entregó su hermosa alma a Dios.
Le gustaba al Padre Pío contar ese sueño:
“Una noche soñé que estaba asomado a la ventana del coro y
veía la plaza llena de gente. Les grité:
-¿Qué quieren?-La muerte de Padre Pío-contestaron
-Ah, entonces ustedes son comunistas! -les dije yo, y me
metí al coro.
En aquel momento me viene al encuentro la Virgen y me dice:
-No le tengas miedo, aquí estoy yo. Toma esta arma, vuelve a
la ventana y úsala.
Yo obedecí y todos se cayeron muertos.
“En nombre de la Virgen te curarás”
Una joven enfermera de Bolonia fue hospitalizada en octubre
de 1952 por una forma nefrítica muy grave, necesitando la operación. Una noche
le apareció en sueño Padre Pío diciéndole.”En nombre de la Virgen María tus
riñones desde este momento, no sangrarán más” y la avisó que volvería. La
mañana siguiente los médicos la encontraron clínicamente curada y la dieron de
alta. Sin embargo ella dijo que los médicos la habían curado.
Se le apreció nuevamente Padre Pío, muy serio, reprochándole
su mentira. “Ha sido la Virgen quien vino a curarte, recuérdate y repíteselo a
todo el mundo, porque hay muchas jóvenes de tu edad que se están perdiendo,
pero cuando sepan lo que te ocurrió, podrán rehabilitarse”.
“¿Quién no recuerda -escribe Curci- la oración de la “Visita
de María Santísima” que Padre Pío rezaba todas la tardes, delante del Santísimo
Sacramento? su corazón latía por Ella, y su alma se enternecía hasta las
lágrimas cuando llegaba a aquella palabras “No me desampares mientras no me
veas salvo en el cielo, bendiciéndote y cantando tus misericordias por toda la
eternidad”.
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