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jueves, 28 de marzo de 2024

JUEVES SANTO

JUEVES SANTO 

ORACIÓN PARA COMENZAR TODOS LOS DÍAS:

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. 

Poniéndonos en la presencia de Dios, adoremos su majestad infinita, y digamos con humildad:  

“Omnipotente Dios y Señor y Padre mío amorisísimo, yo creo que por razón de tu inmensidad estás aquí presente en todo lugar, que estás aquí, dentro de mí, en medio de mi corazón, viendo los más ocultos pensamientos y afectos de mi alma, sin poder esconderme de tus divinos ojos.  Te adoro con la más profunda humildad y reverencia, desde el abismo de mi miseria y de mi nada, y os pido perdón de todos mis pecados que detesto con toda mi alma, y os pido gracias para hacer con provecho esta meditación que ofrezco a vuestra mayor gloria… ¡Oh Padre eterno! Por Jesús, por María, por José y todos los santos enseñadme a orar para conocerme y conoceros, para amaros siempre y haceros siempre amar. Amén.”  

Se meditan los tres puntos dispuestos para cada día. 

JUEVES SANTO 

ES ABIERTO SU COSTADO CON LA LANZA. 

1.- Pero llegando a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas (1). Murió Jesús antes de lo que pensaban los judíos. Tal vez se indignaron por que no podían, como deseaban, ser más crueles con Él. Mas el amor de Dios acelero la muerte para perfeccionar cuanto antes la obra de nuestra redención. ¡Qué feliz serás tú si cuando el demonio o el hombre maligno quieren afligirte, te hallan ya muerto a ti, al mundo, a tus concupiscencias por una sólida abnegación de ti mismo! Este es el modo de conservar la integridad de los huesos, esto es, la solidez de las virtudes. De otra suerte, sin mortificación, no hay virtud sólida. 

2.- Un soldado abrió su costado con una lanza (2). Abierta esta la puerta del amor, manantial de todos los dolores. Repara cuantos dolores causaste a aquel Corazón, con cuantos pecados le envenenaste; y con todo ¡cuánto te amó! ¡Con cuántos caracteres de amor te asentó en el libro de los hijos de Dios! Dio los pies a los pecadores, como la Magdalena (3): las manos a los amigos, como Pedro (4): el Corazón le da a los hijos de Dios, a quienes dice (5): Os llevaré a mis pechos. A vista de esto acuérdate de tu ingratitud y de su amor. Mírale con amor, para que algún día no veas con temor al que enclavaste. 

3.- Y luego salió sangre y agua (6). Remedios oportunos de nuestra salud, cuales son los santos Sacramentos con que fuésemos limpios de los pecados y hermoseados con la gracia. ¿Es esto, por ventura, también pequeña señal de amor? ¡Cuánta es aquella dar por ti hasta la última gota de su sangre! Por precio tan copioso se obra la redención, que parece que el hombre vale lo que vale Dios (7). ¡0h, que liberal es Dios contigo! ¡Qué escaso eres tal con Él, pues, por tanta sangre, ni una lágrima siquiera le das! 

(1) Joan., 19.  (2) Ibid.  (3) Luc., 7.  (4) Act., 3.  (5) Isai., 66. (6) Joan , 19.  (7) Euseb. Gall. Hom. 6, Pasch. 

ORACIÓN PARA FINALIZAR  TODOS LOS DÍAS: 

INVOCACIONES AL CORAZÓN DE JESÚS  EN SU PASIÓN. Santa Margarita María de Alacoque:

Humildemente postrado al pie de tu Santa Cruz, te diré con frecuencia, divino Salvador mío, para mover las entrañas de tu misericordia a perdonarme. 

  • Jesús, desconocido y despreciado, R/. Ten piedad de mí. 
  • Jesús, calumniado y perseguido. 
  • Jesús, abandonado de los hombres y tentado. 
  • Jesús, entregado y vendido a vil precio. 
  • Jesús, vituperado, acusado y condenado injustamente. 
  • Jesús, vestido con una túnica de oprobio y de ignominia. 
  • Jesús, abofeteado y burlado. 
  • Jesús, arrastrado con la soga al cuello. 
  • Jesús, azotado hasta la sangre. 
  • Jesús, pospuesto a Barrabas. 
  • Jesús, coronado de espinas y saludado por irrisión. 
  • Jesús, cargado con la Cruz y las maldiciones del pueblo. 
  • Jesús, triste hasta la muerte. 
  • Jesús, pendiente de un infame leño en compañía de dos ladrones. 
  • Jesús, anonadado y confundido delante de los hombres. 
  • Jesús, abrumado de toda clase de dolores. 

¡Oh Buen Jesús! que has querido sufrir una infinidad de oprobios y de humillaciones por mi amor, imprime poderosamente su estima en mi corazón, y hazme desear su práctica. 

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