VIERNES DE LA I SEMANA DE CUARESMA
ORACIÓN PARA COMENZAR TODOS LOS DÍAS:
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Poniéndonos en la presencia de Dios, adoremos su majestad infinita, y digamos con humildad:
“Omnipotente Dios y Señor y Padre mío amorisísimo, yo creo que por razón de tu inmensidad estás aquí presente en todo lugar, que estás aquí, dentro de mí, en medio de mi corazón, viendo los más ocultos pensamientos y afectos de mi alma, sin poder esconderme de tus divinos ojos. Te adoro con la más profunda humildad y reverencia, desde el abismo de mi miseria y de mi nada, y os pido perdón de todos mis pecados que detesto con toda mi alma, y os pido gracias para hacer con provecho esta meditación que ofrezco a vuestra mayor gloria… ¡Oh Padre eterno! Por Jesús, por María, por José y todos los santos enseñadme a orar para conocerme y conoceros, para amaros siempre y haceros siempre amar. Amén.”
Se meditan los tres puntos dispuestos para cada día.
VIERNES DE LA I SEMANA DE CUARESMA
DEL OSCULO DE JUDAS.
1.- Y llegándose a Él prontamente, dijo: Dios te salve, Maestro, y le dio ósculo (1). Llega con prontitud: cuanto descaradamente, tanto con más disimulo. Con el rostro risueño, con el ánimo envenenado. A él que ponía asechanzas mortales a él mismo ofrece la salud, dice Víctor Antioqueno (2). Llama maestro a aquel de cuya escuela apartaba con perfidia. Bésale, atreviéndose a convertir la señal más excelente del amor en órgano del diablo, como dice san Ambrosio (3). Si tu hubieras visto esto ¿cuánto hallarías que reprender en sus palabras, y en sus acciones y hechos? Y con todo eso ¡cuánta maldad se ocultaba debajo de ellas! No basta que des solo señales exteriores de buen cristiano o religioso. Mira no sea que allá dentro quede el veneno escondido. No te reprenderán los hombres; pero serás juzgado de Dios, a quien todas las cosas están patentes. 2.- Y Jesús le dijo: Amigo, ¿a qué has venido (4)? Amigo le llama, para hacerle amigo. Pregúntale a que viene, para que entrando dentro de sí, conozca la grandeza de la maldad que ejecuta. ¡Oh infinita misericordia de Dios! ¡Qué dejas por hacer para reducir a un pecador! No le llama ladrón, malvado, sacrílego: no atiende a lo que merecía el horrendo pecado de Judas, sino a lo que era propio de su bondad. Si así acaricia a un tal enemigo, ¿qué hará con uno que le es siervo fiel? ¿Cómo te portas tú con aquél que te ha ofendido? 3.- ¡Judas! ¿con ósculo entregas al Hijo del hombre (5)? ¿A qué fiera no hubieran ablandado estas voces, pronunciadas con tanto amor? Repara una inenarrable misericordia, dice Eutimio, pues hasta que fue entregado tuvo cuidado del traidor. Aun tienta ponerle delante lo enorme de su maldad, para que piense lo que debe hacer. ¡Qué hubieras hecho tú en caso tal? Si Dios, dejándosete ver, te hubiera dicho cuando pecabas: ¿Qué es lo que haces? ¿Entregas al Hijo del hombre? Sin duda volverías en ti, conteniéndote. Mas aunque no le veas con los ojos, le debías ver con tu espíritu cuando te venía al pensamiento, y decirte a ti mismo: ¿Qué vas a hacer? Mira que es pecado, que es ofensa de Dios. ¡Y cuantas veces te decía esto el corazón! Pero ¡cuánto te has obstinado! (1) Matth, 26. (2) In Marc. (3) In c.22 Luc. (4) Matth, 26. (5) Luc, 22.
ORACIÓN PARA FINALIZAR TODOS LOS DÍAS:
INVOCACIONES AL CORAZÓN DE JESÚS EN SU PASIÓN. Santa Margarita María de Alacoque:
Humildemente postrado al pie de tu Santa Cruz, te diré con frecuencia, divino Salvador mío, para mover las entrañas de tu misericordia a perdonarme.
- Jesús, desconocido y despreciado, R/. Ten piedad de mí.
- Jesús, calumniado y perseguido.
- Jesús, abandonado de los hombres y tentado.
- Jesús, entregado y vendido a vil precio.
- Jesús, vituperado, acusado y condenado injustamente.
- Jesús, vestido con una túnica de oprobio y de ignominia.
- Jesús, abofeteado y burlado.
- Jesús, arrastrado con la soga al cuello.
- Jesús, azotado hasta la sangre.
- Jesús, pospuesto a Barrabas.
- Jesús, coronado de espinas y saludado por irrisión.
- Jesús, cargado con la Cruz y las maldiciones del pueblo.
- Jesús, triste hasta la muerte.
- Jesús, pendiente de un infame leño en compañía de dos ladrones.
- Jesús, anonadado y confundido delante de los hombres.
- Jesús, abrumado de toda clase de dolores.
¡Oh Buen Jesús! que has querido sufrir una infinidad de oprobios y de humillaciones por mi amor, imprime poderosamente su estima en mi corazón, y hazme desear su práctica.
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