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martes, 26 de marzo de 2024

MARTES SEMANA SANTA

MARTES DE  SEMANA SANTA

ORACIÓN PARA COMENZAR  TODOS LOS DÍAS: 

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. 

Poniéndonos en la presencia de Dios, adoremos su majestad infinita, y digamos con humildad:  

“Omnipotente Dios y Señor y Padre mío amorisísimo, yo creo que por razón de tu inmensidad estás aquí presente en todo lugar, que estás aquí, dentro de mí, en medio de mi corazón, viendo los más ocultos pensamientos y afectos de mi alma, sin poder esconderme de tus divinos ojos.  Te adoro con la más profunda humildad y reverencia, desde el abismo de mi miseria y de mi nada, y os pido perdón de todos mis pecados que detesto con toda mi alma, y os pido gracias para hacer con provecho esta meditación que ofrezco a vuestra mayor gloria… ¡Oh Padre eterno! Por Jesús, por María, por José y todos los santos enseñadme a orar para conocerme y conoceros, para amaros siempre y haceros siempre amar. Amén.”  

Se meditan los tres puntos dispuestos para cada día. 

MARTES SANTO 

LOS PRODIGIOS DE LA MUERTE DE CRISTO 

1.- El velo del templo se rompió en dos partes de arriba abajo (1). Para significar que con la muerte de Cristo estaba rota ya la ley antigua. Obre esto en ti la muerte de Cristo, que la vieja ley, que es la ley de miembros, se rompa y acabe en ti. Jesús muerto es un argumento eficacísimo de que se debe matar el hombre viejo. Se rompió: para que ya lo que era misterioso y santo, no tuviese sombra alguna. Unas razones frívolas son como unos velos con que oscurecemos y encubrimos las cosas divinas. Rómpanse aquellas para que percibas mejor estas. ¿No son por ventura tales las que ordinariamente cegaron la vista interior de tu espíritu? 

2.- La tierra se movió, y las piedras se partieron (2). Señales son estas del dolor que muestra la naturaleza. Avergüéncese el hombre de no dolerse tanto de la muerte de Cristo, cuanto hicieron sentimiento de ella los elementos. Eres tierra. Mucho ha que esto está ya dicho; porque amas la tierra. Murió Dios. Aquí debes conmoverte y sacudir todo lo que tienes de terreno. No puedes condolerte si no amas. Más no puedes amar a Cristo, si fuera de Jesús amas otra cosa. Eres piedra, o por el grave peso de tus pecados, o por la dura obstinación de tu voluntad y juicio. Si la muerte de Cristo te penetra, rómpete por la contrición. 

3.- Y los sepulcros se abrieron (3). En que se muestra que Cristo destruyó nuestra muerte, cuando por Él los muertos son sacados de la jurisdicción de la muerte. Esto mismo obre en ti también la muerte de Cristo. Ábrase y desnúdese del todo el sepulcro de tu conciencia a quien debe abrirse. Ábrase el sepulcro blanqueado de la simulación, para que aparezca lo que eres, no lo que finges. Manifiéstese el sepulcro de las malas costumbres, y arrójalas de ti todas, para que en adelante andes en nueva vida. 

(1) Matth., 27.  (2) Ibid.  (3) Matth., 27. 

ORACIÓN PARA FINALIZAR  TODOS LOS DÍAS: 

INVOCACIONES AL CORAZÓN DE JESÚS  EN SU PASIÓN. Santa Margarita María de Alacoque:

Humildemente postrado al pie de tu Santa Cruz, te diré con frecuencia, divino Salvador mío, para mover las entrañas de tu misericordia a perdonarme. 

  • Jesús, desconocido y despreciado, R/. Ten piedad de mí. 
  • Jesús, calumniado y perseguido. 
  • Jesús, abandonado de los hombres y tentado. 
  • Jesús, entregado y vendido a vil precio. 
  • Jesús, vituperado, acusado y condenado injustamente. 
  • Jesús, vestido con una túnica de oprobio y de ignominia. 
  • Jesús, abofeteado y burlado. 
  • Jesús, arrastrado con la soga al cuello. 
  • Jesús, azotado hasta la sangre. 
  • Jesús, pospuesto a Barrabas. 
  • Jesús, coronado de espinas y saludado por irrisión. 
  • Jesús, cargado con la Cruz y las maldiciones del pueblo. 
  • Jesús, triste hasta la muerte. 
  • Jesús, pendiente de un infame leño en compañía de dos ladrones. 
  • Jesús, anonadado y confundido delante de los hombres. 
  • Jesús, abrumado de toda clase de dolores. 

¡Oh Buen Jesús! que has querido sufrir una infinidad de oprobios y de humillaciones por mi amor, imprime poderosamente su estima en mi corazón, y hazme desear su práctica. 

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