DOMINGO V DE CUARESMA
ORACIÓN PARA COMENZAR TODOS LOS DÍAS:
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Poniéndonos en la presencia de Dios, adoremos su majestad infinita, y digamos con humildad:
“Omnipotente Dios y Señor y Padre mío amorisísimo, yo creo que por razón de tu inmensidad estás aquí presente en todo lugar, que estás aquí, dentro de mí, en medio de mi corazón, viendo los más ocultos pensamientos y afectos de mi alma, sin poder esconderme de tus divinos ojos. Te adoro con la más profunda humildad y reverencia, desde el abismo de mi miseria y de mi nada, y os pido perdón de todos mis pecados que detesto con toda mi alma, y os pido gracias para hacer con provecho esta meditación que ofrezco a vuestra mayor gloria… ¡Oh Padre eterno! Por Jesús, por María, por José y todos los santos enseñadme a orar para conocerme y conoceros, para amaros siempre y haceros siempre amar. Amén.”
Se meditan los tres puntos dispuestos para cada día.
DOMINGO V DE CUARESMA
SIENTASE PILATOS SEGUNDA VEZ COMO JUEZ EN SU TRIBUNAL
1.- Oyendo Pilatos este dicho temió más, y se entró otra vez en el pretorio, y dijo a Jesús: ¿De dónde eres Tú? Pero Jesús no le dio respuesta alguna (1). Considera lo 1º, el temor de Pilatos. Deseaba librar a Cristo, a quien tenía por inocente, pero temía el tumulto del pueblo. Ahora que oyó que era Hijo de Dios, y ve que sus obras no eran ajenas de lo que se decía de Él, teme más, no fuese que condenase acaso al que en realidad era tal. Por eso le pregunta: ¿De dónde eres tú? Si al principio hubiera desechado aquel temor, no llegaría a tener una lucha tan peligrosa. El que una vez se rinde a una pasión, siempre la experimenta más fuerte. Atájala tú, pues, en sus principios. Pregúntate a ti también: ¿De dónde eres tú?, para que así conozcas bien a Dios. 2º. Nada le respondió, porque no le dejase ir libre. ¡Tanto te amó! Tanto deseaba perfeccionar la obra de nuestra redención, que había tomado a su cargo.
2.- Le dice, pues, Pilatos: ¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo poder para crucificarte y para librarte? Respondió Jesús: No tuvieras sobre mi poder alguno, si no te fuera dado de lo alto (2). Repara como la soberbia ahoga otra vez el buen ofrecimiento que tenía que dejar a Cristo libre. Así se va de una pasión a otra, y una ayuda a otra para la ruina. Pondera la respuesta de Cristo, y aplícala a ti en toda adversidad: es cierto que ninguna puede contra ti alguna cosa, si de arriba no se le da el poder. Conoce por esto, que todas vienen de lo alto, aunque Dios para enviarlas use de instrumentos criados.
3.- Buscaba Pilatos modo de darle por libre; mas los judíos daban voces diciendo: Si libras a este, no eres amigo del César (3). Violenta máquina fue esta para que perdiese a Dios, por no perder la amistad del César. ¡Qué inicuamente! ¡Con cuanto desorden! Temió en donde no había que temer. Cosa es la de cada día, y que acaso pasa por ti. Despreciamos a Dios por conservar a un hombre por amigo. Pondera cuan malo sea esto.
(1) Joan., 19. (2) Ibid. (3) Ibid.
ORACIÓN PARA FINALIZAR TODOS LOS DÍAS:
INVOCACIONES AL CORAZÓN DE JESÚS EN SU PASIÓN. Santa Margarita María de Alacoque:
Humildemente postrado al pie de tu Santa Cruz, te diré con frecuencia, divino Salvador mío, para mover las entrañas de tu misericordia a perdonarme.
- Jesús, desconocido y despreciado, R/. Ten piedad de mí.
- Jesús, calumniado y perseguido.
- Jesús, abandonado de los hombres y tentado.
- Jesús, entregado y vendido a vil precio.
- Jesús, vituperado, acusado y condenado injustamente.
- Jesús, vestido con una túnica de oprobio y de ignominia.
- Jesús, abofeteado y burlado.
- Jesús, arrastrado con la soga al cuello.
- Jesús, azotado hasta la sangre.
- Jesús, pospuesto a Barrabas.
- Jesús, coronado de espinas y saludado por irrisión.
- Jesús, cargado con la Cruz y las maldiciones del pueblo.
- Jesús, triste hasta la muerte.
- Jesús, pendiente de un infame leño en compañía de dos ladrones.
- Jesús, anonadado y confundido delante de los hombres.
- Jesús, abrumado de toda clase de dolores.
¡Oh Buen Jesús! que has querido sufrir una infinidad de oprobios y de humillaciones por mi amor, imprime poderosamente su estima en mi corazón, y hazme desear su práctica.
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