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sábado, 16 de marzo de 2024

32° MEDITACIÓN DE CUARESMA

SÁBADO DE LA IV SEMANA DE CUARESMA

ORACIÓN PARA COMENZAR  TODOS LOS DÍAS: 

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. 

Poniéndonos en la presencia de Dios, adoremos su majestad infinita, y digamos con humildad:  

“Omnipotente Dios y Señor y Padre mío amorisísimo, yo creo que por razón de tu inmensidad estás aquí presente en todo lugar, que estás aquí, dentro de mí, en medio de mi corazón, viendo los más ocultos pensamientos y afectos de mi alma, sin poder esconderme de tus divinos ojos.  Te adoro con la más profunda humildad y reverencia, desde el abismo de mi miseria y de mi nada, y os pido perdón de todos mis pecados que detesto con toda mi alma, y os pido gracias para hacer con provecho esta meditación que ofrezco a vuestra mayor gloria… ¡Oh Padre eterno! Por Jesús, por María, por José y todos los santos enseñadme a orar para conocerme y conoceros, para amaros siempre y haceros siempre amar. Amén.”  

Se meditan los tres puntos dispuestos para cada día. 

SÁBADO DE LA IV SEMANA DE CUARESMA 

EL ECCE HOMO 

1.- Ved que os le traigo, acá fuera para que conozcáis, que no encuentro en El causa alguna (1). Llega tú también a este espectáculo. Reconoce que en Él no hay alguna causa, sino en ti; más que Él por puro amor tomó sobre sí tu causa. Repara si aquel rostro es el mismo que resplandeció en el Tabor. En lo exterior es el oprobio de los hombres, y el desecho de la plebe (2). En lo interior: Hermosa sobre los hijos de los hombres (3). Juzga que se te representa esta imagen para que conformes con ella tu vida. 

2.- Y les dice: Ecce Homo (4), Pilatos a los judíos, para que movidos a misericordia cesen de pedirle para la muerte. Considera que te dice el eterno Padre: Ecce Homo: Mira a este hombre, tú que yacías paralítico y no tenías hombre; aquí le tienes que curará todas tus enfermedades. Descúbreselas con humildad. Confía en este hombre; de los demás en ninguno: no sea que te eche en cara algún día: Mira el hombre que no tomó a Dios para que le ayudase (5). Mira al hombre que cayó en ti como en un ladrón y le despojaste, y llenándole de heridas te fuiste, dejándole medio vivo (6). Ecce Homo. Mira al hombre a que sólo y siempre debes mirar en todas tus obras. 

3.- Como le viesen, pues, los pontífices y ministros, clamaban diciendo: Crucifícale, Crucifícale (7). Aún no se ha saciado la crueldad. A los clamores añaden razones. Debe morir según la ley. ¿Por qué? Por qué se hizo Hijo de Dios (8). Luego tú, si quieres ser hijo de Dios, ¿debes morir? Sin duda. Ha de morir el hombre viejo, para que viva el nuevo. Pues date a ti voces, y di: Crucifica al hombre viejo con sus concupiscencias. 

(1) Joan., 19.  (2) Ps., 21.  (3) Ps., 44.  (4) Joan., 19.  (5) Ps., 51. (6) Luc., 10.  (7) Joan., 19.  (8) Ibid. 

ORACIÓN PARA FINALIZAR  TODOS LOS DÍAS: 

INVOCACIONES AL CORAZÓN DE JESÚS  EN SU PASIÓN. Santa Margarita María de Alacoque:

Humildemente postrado al pie de tu Santa Cruz, te diré con frecuencia, divino Salvador mío, para mover las entrañas de tu misericordia a perdonarme. 

  • Jesús, desconocido y despreciado, R/. Ten piedad de mí. 
  • Jesús, calumniado y perseguido. 
  • Jesús, abandonado de los hombres y tentado. 
  • Jesús, entregado y vendido a vil precio. 
  • Jesús, vituperado, acusado y condenado injustamente. 
  • Jesús, vestido con una túnica de oprobio y de ignominia. 
  • Jesús, abofeteado y burlado. 
  • Jesús, arrastrado con la soga al cuello. 
  • Jesús, azotado hasta la sangre. 
  • Jesús, pospuesto a Barrabas. 
  • Jesús, coronado de espinas y saludado por irrisión. 
  • Jesús, cargado con la Cruz y las maldiciones del pueblo. 
  • Jesús, triste hasta la muerte. 
  • Jesús, pendiente de un infame leño en compañía de dos ladrones. 
  • Jesús, anonadado y confundido delante de los hombres. 
  • Jesús, abrumado de toda clase de dolores. 

¡Oh Buen Jesús! que has querido sufrir una infinidad de oprobios y de humillaciones por mi amor, imprime poderosamente su estima en mi corazón, y hazme desear su práctica. 

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