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domingo, 25 de diciembre de 2016

NOS HA NACIDO UN SALVADOR, EL MESÍAS, EL SEÑOR

Lejos en la noche, en la época más fría del año, en una fría cueva, más adecuada para un rebaño de bestias que para los seres humanos, el prometido Mesías – Jesús – el salvador de la humanidad, viene al mundo en la plenitud de los tiempos.
No hay nadie que clame a su alrededor: sólo un buey y una mula dando su calor al recién nacido, con una humilde mujer y un hombre pobre y cansado, en adoración a su lado.


Nada puede ser oído, salvo los sollozos y gemidos del Niño Dios. Y por medio de su llanto y lágrimas Él ofrece a la Justicia Divina el primer rescate por nuestra Redención.

Se esperaba desde hace cuarenta siglos; con suspiros de nostalgia los antiguos Padres habían implorado su llegada.
Las Sagradas Escrituras profetizan claramente la hora y el lugar de su nacimiento, y sin embargo el mundo está en silencio y nadie parece darse cuenta del gran evento.

Sólo unos pastores, que habían estado ocupados cuidando sus ovejas en los pastos, vienen a visitarlo. Visitantes celestiales les había alertado del suceso maravilloso, invitándoles a acercarse a su cueva.

¡Son abundantes Oh cristianos, las lecciones que brillan desde la gruta de Belén!

¡Oh, cómo nuestros corazones deberían arder de amor por aquel que con tanta ternura se hizo carne por nosotros! ¡

¡Oh, cómo debemos arder con deseo de guiar al mundo entero a esta pobre gruta, refugio del Rey de reyes, más grande que cualquier palacio mundano, porque es el trono y el lugar de morada de Dios!

Pidamos a este niño divino vestirnos de humildad, porque sólo por medio de esta virtud podemos gustar la plenitud de este misterio de la ternura divina.

Relucientes fueron los palacios de los orgullosos hebreos. Sin embargo, la luz del mundo no apareció en ninguno de ellos. Ostentosos con grandeza mundana, nadando en oro y en placeres, eran los grandes de la nación hebrea; llenos de conocimiento y orgullo vano estaban los sacerdotes del santuario.

En oposición al verdadero significado de la revelación divina, ellos esperaban un salvador entrometido, que vendría al mundo con fama y poder humanos.

Pero Dios, siempre dispuesto a confundir la sabiduría del mundo, rompe sus planes. Contrariamente a las expectativas de los que carecen de la sabiduría divina, aparece entre nosotros, en la mayor abyección, renunciando incluso a nacer en la casa humilde de San José, negándose a sí mismo una morada modesta entre los familiares y amigos en una ciudad de Palestina.

Negado el alojamiento entre los hombres, busca refugio y consuelo entre los animales simples, eligiendo su vivienda como el lugar de su nacimiento, permitiendo que su respiración le de calor a su cuerpo tierno.

Él permite que pastores sencillos y rústicos sean los primeros en presentarle sus respetos, después de que él les informó, por medio de sus ángeles, del maravilloso misterio.

¡Oh sabiduría y poder de Dios!, nos vemos obligados a exclamar – extasiados junto con su Apóstol – ¡cuán incomprensibles son sus juicios e inescrutables sus caminos! Pobreza, humildad, abyección, desprecio, todo alrededor de la Palabra hecha carne.

Pero nosotros, fuera de la oscuridad que envuelve a la encarnación de la Palabra, entendemos una cosa, oímos una voz, percibimos una verdad sublime: ¡Tú has hecho todo por amor, tú nos invitas a amar, a no hablar de otra cosa que de amor, darnos como pruebas de amor!

El bebé celestial sufre y llora en la cuna para que el sufrimiento nuestro sea dulce, meritorio y aceptado. Se priva de todo, para que podamos aprender de él la renuncia a los bienes terrenales y comodidades.

Él está satisfecho con adoradores humildes y pobres, para animarnos a amar la pobreza, y preferir la compañía de los más bien pequeños y simples, que de los grandes del mundo.

Este niño celestial, toda mansedumbre y dulzura, desea impregnar en nuestros corazones su ejemplo de estas virtudes sublimes, de modo que a partir de un mundo que está roto y devastado, pueda brotar una era de paz y de amor.

Incluso desde el momento de su nacimiento nos revela nuestra misión, que consiste en despreciar lo que el mundo ama y busca.

Fuentes: Padre Pio da Pietrelcina: Epistolario IV, Signos de estos Tiempos

lunes, 19 de diciembre de 2016

REUNIÓN DE HOY DEL GRUPO DE ORACIÓN PADRE PÍO

Acabamos este día dando gracias a Dios por habernos regalado una vez más una tarde de oración bajo la intercesión de Padre Pío, en este día que además hemos celebrado el cumpleaños de nuestro Director Espiritual, Padre Declan. Todos entorno a Jesús, de la mano de María, como en Belén...compartiendo entre todos un poquito de lo que tenemos. 
Qué necesaria es la oración; "con la oración se ganan batallas" decía Padre Pío. Esas batallas que cada uno llevamos en nuestro interior y que sólo Dios sabe...

No dejemos de perseverar en esta preciosa llamada a la oración que Dios a través de Padre Pío nos ha hecho a cada uno de nosotros; es una hora y media al mes pero que se hace corta... Él sabrá recompensar cualquier esfuerzo que suponga acudir cada mes y veremos milagros... los milagros de la oración. 

En esta última reunión de este año 2016 que hemos comenzado nuestra andadura de grupo, terminamos felicitando a nuestro director P. Declan, que hoy cumple un año más; que el Señor le siga bendiciendo para que nos dirija con caridad y sabiduría muchos años más, si esa es la voluntad del Señor.

domingo, 18 de diciembre de 2016

CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO

Hoy el Evangelio nos presenta a María, "La Virgen concebirá y dará a luz un Hijo". Ella será la protagonista en este tiempo que resta hasta la Navidad.

También celebramos hoy 18 de diciembre, La Expectación del Parto de la Santísima Virgen, también llamada Fiesta de la O. Esta fiesta se celebra una Octava antes de Navidad, destinada toda a preparamos para el nacimiento del Salvador, por medio de una devoción particular al parto de su Santísima Madre.


Como la Anunciación de la Virgen era a un mismo tiempo la Encarnación del Verbo y la Concepción de Jesucristo, se celebraba su fiesta en la Iglesia desde los primeros tiempos el 25 de Marzo con una solemnidad general. Pero como esta fiesta caía algunas veces en Semana Santa, y aun en Viernes Santo, o en la semana de Pascua, se hallaba inconveniente en celebrar la Encarnación del Verbo en un tiempo que estaba destinado a solemnizar la memoria de su Pasión y Muerte o el triunfo de su Resurrección.

Este inconveniente obligó a los Obispos del Concilio X de Toledo, celebrado el año 656, a trasladar esta fiesta al día 18 de Diciembre, ocho días antes de Navidad, como a un tiempo únicamente consagrado a celebrar la Encarnación del Hijo de Dios, y la divina Maternidad de la Santísima Virgen, para que así como la fiesta de Navidad tiene una Octava solemne, así también la fiesta de la Madre de Dios no careciese de esta santa solemnidad y darle una Octava entera en tiempo de Adviento.

San Ildefonso, sucesor de San Eugenio en la Silla de la Iglesia de Toledo, y uno de los más devotos de la Madre de Dios, y muy celoso de su culto, confirmó este establecimiento, y fue quien le dio el nombre de Expectación del Parto de la Virgen Santísima, para dar a entender a los fieles, que aunque en todo el Adviento deben pedir y desear fervorosamente con la Iglesia el Nacimiento del Salvador, pero particularmente deben estos ocho días aumentar sus deseos, sus suspiros por el sagrado Parto de la Santísima Virgen.
Aunque la Iglesia Católica no hace otra fiesta de la Anunciación fuera de la del 25 de Marzo.

Esta fiesta de la Expectación de la Virgen es llamada también la fiesta de la O a causa de los grandes deseos que manifiesta la Iglesia durante estos ocho días de ver nacer al Salvador del mundo y lo explica por medio de unas Antífonas particulares, que comienzan todas por la letra O:


O Sapientia, O Adonai, O Radix Iesse, O Clavis David, O Oriens Splendor, O Rex gentium, O Enmanuel; y que acaban todas con un "Veni": Ven a enseñarnos el camino de la prudencia. Ven Señor a redimirnos con la fuerza de tu poderoso brazo. Ven Hijo de David a ponernos en libertad, y no tardes. Ven Llave de David y Rey de Israel, y saca de la cárcel a los que gimen en las tinieblas y sombra de la muerte. Ven luz del eterno día, Sol de justicia y disipa las tinieblas en que vivimos. Ven Rey de las naciones y salva al hombre que formaste de la tierra: finalmente, ven Emmanuel Dios Grande, que quieres venir a habitar con nosotros; ven a salvarnos pues eres nuestro Señor y nuestro Dios.
Esto es lo que se llama las "Oes", las que como se ve, no son otra cosa sino unas cortas pero ardientes súplicas sacadas todas de los más notables pasajes de la Escritura.

Esta misma Expectación hacia prorrumpir a Isaías en estas expresiones de entusiasmo y que leemos en la liturgia estos días: "Cielos, enviad de lo alto vuestra rocío y hagan las nubes que el Justo baje como una lluvia; ábrase la tierra y brote al Salvador y nazca la justicia al mismo tiempo; Ojalá rompieras los Cielos y bajaras..."


Qué grande era la devoción de Padre Pío a la Santísima Virgen, él la llamaba "su mammusía". Su primer peregrinaje siendo un niño de 8 años fue a la Virgen de Pompey, La Virgen del Rosario cerca de Napoles.

Pidamos esta semana a Padre Pío que nos ayude a prepararnos para el Nacimiento de Jesús a través del rezo del Santo Rosario. que él interceda por todas las necesidades de la Iglesia y de nuestro Grupo de Oración Padre Pío Nuestra Señora del Rosario de cuenca.






domingo, 11 de diciembre de 2016

TERCER DOMINGO DE ADVIENTO

¡Alégrate! ¡El Señor está cerca! 
Juan el profeta manda a los suyos a preguntar si Jesús es el Mesías esperado y Jesús responde haciendo referencia a todos los signos que le acompañan, los ciegos ven, los inválidos andan... La humildad y la pequeñez de Juan hacen que el Señor le elogie diciendo que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan; sin embargo el más pequeño en el Reino de los cielos es más grande que él. 
Sí, el Reino de Dios es de los humildes, de los pequeños que esperan su venida, de los que soportan con paciencia cualquier tribulación por amor a Dios. A esos se manifestará el Señor que hace justicia a los oprimidos y libera a los cautivos.



Padre Pío era de esos pequeños que soportó, con paciencia y con santa obediencia a la Iglesia, todas las tribulaciones que el Señor le quiso mandar.
El humilde fraile italiano había sido bendecido con dones sobrenaturales como la lectura de las almas, los corazones y las mentes, y también fenomenales poderes intercesores por los enfermos para curaciones milagrosas.

Entre 1923 a 1933, el padre Pío pasó diez años aislado del mundo exterior en esta confinación impuesta por la Autoridad Eclesial.
Le prohibía recibir visitas, o que los fieles mantuviesen con él correspondencia epistolar.
No podía pues, ni confesar ni dar dirección espiritual.
Incluso su propio confesor fue apartado de él.
No podía mostrar las llagas, ni hablar de ellas, ni permitir que se las besaran,
La Misa debía celebrarla en privado, sin fieles, sin los muchos hijos de carácter espiritual que para entonces ya tenía. 
Posteriormente llegaron a ponerle incluso micrófonos en el confesionario...

El sufría y sus hijos espirituales también. Pero se mostró siempre obediente.
La respuesta de Padre Pío fue siempre esta:

“Que se haga la voluntad de Dios”… entonces él se cubrió los ojos con las manos, bajó la cabeza y murmuró:

"La voluntad de los superiores es la voluntad de Dios’”


El Padre Pío fue un fraile que observó profundamente los consejos evangélicos (pobreza, castidad y obediencia) en su vida.

Él sufrió las dificultades en silencio como un auténtico Cirineo y al mismo tiempo fue crucificado sin cruz…

Meditemos en estas virtudes de Padre Pío y pidamos al Señor durante esta tercera semana de adviento, que nos conceda paciencia y alegría en la tribulación. Paz y Bien.

domingo, 4 de diciembre de 2016

SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO

Hoy el profeta Juan vuelve a hacer resonar su voz interpelándonos en nuestro interior: "conviértanse porque el Reino de Dios está cerca"

Tenemos que producir el fruto de una sincera conversión, porque si no como dice hoy el Evangelio: "el hacha ya está puesta a la raíz de los árboles, el árbol que no de buen fruto, será cortado y arrojado al fuego"

El Padre Pío, desde su llegada a San Giovanni Rotondo en 1916, dedicó la mayor parte de su tiempo y sus mejores energías al ministerio de la Confesión. Se le ha llamado con razón "El Padre que confiesa", "Mártir de la confesión"….

Llegó a estar hasta 15 o más horas diarias en el confesionario, algo inexplicable en un hombre afectado por enfermedades misteriosas, consumido por continuos achaques, que perdía sangre de continuo por las heridas de sus llagas y que se alimentaba con un poco de legumbres al mediodía y un poco de sopa a la noche.

Al administrar el Sacramento de la confesión, el Padre Pío usaba todos los medios a su alcance para arrancar a sus penitentes del pecado e inducirlos a Dios. Decía: "¡si supieras cuánto cuesta un alma!, ¡Las almas se compran a muy caro precio!" "Ustedes no saben lo que le costaron a Jesús"!


El Papa Francisco en la audiencia que tuvo el 6 de febrero de este año en Roma con los Grupos de Oración de Padre Pío, dijo lo siguiente:

"Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Les doy mi bienvenida –¡veo que son muchos!– y agradezco a Monseñor Castoro las palabras que me ha dirigido. Doy un saludo a todos ustedes que han venido de diferentes países y regiones, unidos por el afecto y el agradecimiento a san Pío de Pietrelcina. Están muy agradecidos, ya que les ayudó a descubrir el tesoro de la vida, que es el amor de Dios, y a experimentar la belleza del perdón y la Misericordia del Señor. Y esta es una ciencia que debemos aprender todos los días, porque es la belleza: la belleza del perdón y de la misericordia del Señor.

Realmente podemos decir que el padre Pío era un servidor de la Misericordia. Lo fue a tiempo completo con la práctica a veces hasta el agotamiento del ministerio de la escucha. Se convirtió a través del ministerio de la confesión en una acaricia viviente de Padre, que cura las heridas del pecado y conforta el corazón con la paz. San Pío no se cansó jamás de recibir a las personas y de escucharlas, de gastar tiempo y fuerzas para difundir el perfume de perdón del Señor. Podía hacerlo porque siempre estaba unido a la fuente: se saciaba continuamente de Jesús Crucificado, y así se convirtió en un canal de misericordia.
 ..." (Papa Francisco)

Decía San Gregorio Magno Papa y Doctor de la Iglesia:
"Los que creen en Él reciben la plenitud de la Gracia, mientras que los que rechazan creer en Él son allanados en su orgullo. Todo valle se elevará, porque los corazones humildes acogen la palabra de la santa doctrina, y se llenarán de la Gracia de las virtudes."(Homilía sobre el Evangelio, nº 20)

Aprovechemos esta segunda semana de Adviento preparándonos para recibir al Señor que ya llega, con un buen examen de conciencia y una buena confesión. San Pío de Pietrelcina que está a nuestro lado intercederá por nosotros.